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Tentaciones

Japandroids, 'Celebration rock'

El 12 de octubre actúan en Madrid (El Sol. 20.00. 23 euros) y el 13 en Barcelona (Apolo. 21.00. 23 euros).

Xavi Sancho

Tras una serie de aclamados singles, este dúo de Vancouver finalmente debutaba en 2009 con Post nothing, un disco de rock airado que sedujo tanto a la muchachada moderna más cafre como a la fracción menos integrista de la guardia roquera, pero que estuvo a punto de no suceder, pues por aquel entonces Brian King y David Prowse andaban ya convencidos de que lo suyo no tenía futuro. Se iban a separar. De hecho, iban a ser el primer grupo de la era post Metacritic que se separaba con una media de 82 (la web agrupa las críticas de cada disco aparecidas en diversos medias y extrae una media de las puntuaciones, siendo 100 el pollo con langostinos y 0 un cupcake) convencidos de que son un fracaso, incapaces de escribir un buen tema. Pensaban que todo lo que tenían que decir ya lo habían dicho en esos primigenios singles. Si seguían, sería con la sensación aquélla de ir por ir, que ya sabemos casi siempre es tontería. Pero, afortunadamente, se les pasó la pataleta, se mudaron a Nashville y se encerraron en una habitación a tocar alto y gritar como poseídos por el demonio.

Género: Rock

Título: Celebration rock

Sello: Polyvinyl

Año: 2012

Puntuación: * * * *

Y aquí estamos, pues, con Celebration Rock, que es una bestia parda que ruge, patea, escupe, vomita y abofetea sin parar durante los 35 minutos que dura. No pide nada por favor y no es buena idea sentarse en su silla. The nights of wine and roses marca el tono de un disco construido a partir de coros histéricos, batacazos, melodías con más enjundia de lo que su envoltorio podría suponer y guiños a gente como Tom Petty (Evil sway es American girl tocada por Titus Andronicus), The Replacements (Fire’s highway no desentonaría en el Sorry ma…) o incluso The Gaslight Anthem (The house that heaven built, la mejor del disco, es algo así como Fucked Up revisando una versión que Gaslight Anthem grabaron de Bruce Springsteen). Pero más allá de lo atractiva que resulta en este álbum la inevitable contextualización en base a sus referencias, lo que lo hace verdaderamente un triunfo es su capacidad para en ningún momento sonar desconectado de la realidad, nostálgico, retrógrado o revisionista. Lo que le puede faltar en originalidad lo compensa de sobras con toneladas de actitud y talento para encontrar una esquina poco poblada y donde aún corra el aire en el cansado discurso roquero. Jamás cae en la condescendencia de acariciarte la colección de discos con una mano y el ego con la otra. En ningún momento se le ocurre pensar que podrías preferirlo melancólico que airado. Serio que cabreado. Guapo que feo. Feo que guapo. No es este, pues, un disco bonito y sensible –que parece que es lo único que puntúa en estos tiempos duros, pero narrados con un discurso más blando que la mierda de pavo-, es un disco lleno de rabia y mala leche, que es exactamente lo que nos falta. A llorar, al púlpito. En fin, que sí a la violencia.

Valoración: 0 ABERRANTE, el mundo sería mejor sin él; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordará de él; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un éxito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un millón.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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