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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Toro

La tauromaquia vuelve a TVE con polémica. Pero no es peor el destino de un toro de lidia que el de un cordero lechal

Ricardo de Querol

El camarero de un sofisticado restaurante explica a los clientes en qué consisten sus platos.

—Un tierno corderito de pocos meses es arrancado de los pechos de su madre y llevado a una jaula hacinada con otros muchos que lloran asustados. Después lo colgamos de un pie, lo degollamos y dejamos que se desangre cabeza abajo a la vista de los demás corderos, aterrorizados. Luego se trocea y se cuece al horno en su jugo. Se sirve con patatas.

—¡Uhm! Se me hace la boca agua. Tomaré cordero, sí.

Una surrealista escena de este tipo aparecía en el programa de humor australiano Comedy Inc., tristemente desaparecido, ilustra la hipocresía de una sociedad que se cree pacífica, siendo abrumadoramente carnívora. Matamos cientos de bestias para alimentarnos a lo largo de nuestra vida, porque venimos de monos que salieron a la pradera para hacerse cazadores. En los pueblos hasta los niños conocen la matanza, pero los urbanitas ya no tenemos contacto alguno con la sangre animal. Nos protegemos de lo atroz solo quitándolo de nuestra vista.

Este miércoles TVE programó toros por primera vez en seis años, un festejo en Valladolid cuyos derechos casi se los regalaron con tal de romper el bloqueo. Fue, sí, una decisión política, un gesto del nuevo Gobierno al mundo taurino, que se siente acosado por el creciente movimiento prohibicionista, no solo en Cataluña y Euskadi.

Hay dudas de que los toros arraiguen en TVE dada la ruina económica del ente y los altos precios de un espectáculo en declive. Una sola emisión ha reabierto viejas polémicas, como que las tardes taurinas se celebren al sol, en pleno horario infantil, y no de noche cerrada, como el fútbol. TVE resolvió el dilema burlando su libro de estilo y advirtiendo a los padres para que actúen en consecuencia (lo que podría aplicarse a cualquier contenido).

Comprendo que muchos repudien el espectáculo por sangriento, también que se quiera mantener una tradición de muy viejas raíces mediterráneas. Los toros son la España de tricornio y pandereta; también son Goya, Picasso y Hemingway. He pisado una plaza sin entusiasmo; entendí mucho más visitando la dehesa con el crítico y ganadero Alfonso Navalón. Por supuesto que puede existir arte en la muerte, que es algo tan natural como la vida. Los aficionados, entre los que no me cuento, no son sádicos. Buscan, también ahí, la belleza.

La tauromaquia es cruel, sí. Y la gastronomía. No es peor el destino de un toro de lidia que el de un cordero lechal.

Actualización: la réplica de Joaquina Prades

Tras leer este artículo, mi compañera Joaquina Prades me envió esta inteligente respuesta, que no me resisto a publicar para compartir el debate.

"Ricardo, avísame cuando haya una parte de la población (aunque sean octogenarios, con Esperanza Aguirre, Álvarez del Manzano y Sánchez Dragó de abanderados) que aplaude y retrasmite por la televisión pública dos horas de matanza del cordero lechal a ritmo de pasodobles y con el público entregado y feliz, para no verlo y desaconsejarle a mi hijo que lo haga. No sé yo esas esencias patrias, ese carácter tan nuestro, ese garrote vil que nada tiene que envidiar a la guillotina…Y los que buscan la belleza en la lenta y cruel tortura al animal, no sé. Apollinaire, el Marqués de Sade, Jack el Destripador o Calígula también encontraban gozo estético en el sufrimiento ajeno, literario o real (contra las mujeres, en el caso de los tres primeros; con todos los sexos, en el caso del emperador romano) y no me generan simpatía ninguna por esa cualidad.

Lo de las dehesas ecológicas. A ver. ¿Para qué han reintroducido el búfalo en las praderas norteamericanas, por ejemplo? ¿Para qué sirve el búfalo? ¿Son tontos los americanos? ¿Acaso si no matamos en público al búfalo deberíamos haberlo exterminado? Y los pastos, en el momento en que se acabe por inanición la fiesta torera ¿se levantarán obligatoriamente varios Eurovegas en la campiña salmantina? ¿desaparecerán los espacios protegidos? ¿Serán expulsados los alcornoques y las encinas del paisaje nacional? Tampoco me convence el argumento.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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