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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Paga, obedece y calla, imbécil

Carlos Boyero

Las asociaciones mentales pueden ser caprichosas y obsesivas. Cuando veo en el teléfono que me está llamando el asesor fiscal siento escalofríos. Es una persona muy cálida, pero en el mes de junio, recordándome mis sagradas obligaciones con la magnánima y justa Hacienda, ejerce invariablemente como el mensajero del miedo. Cuando me comunica mi ajuste de cuentas con esa institución que somos todos, mi boca empieza a farfullar con síntomas de padecer posesión diabólica: “Dívar, Dívar, Dívar”. Y cuando salde mi deuda la próxima semana, estoy seguro de que, como el volcánico Javier Bardem de Los lunes al sol,voy a tener irresistibles y enfermizas ganas de cargarme a pedradas una farola, algo infantil, inútil y reprobable. ¿Qué culpa tendrá la pobre farola de mi frustración? Mejor instalo un mural en mi casa con las fotografías de los poderosos y legalizados delincuentes, incluidos múltiples timoneles de la patria y de la cosa pública, me proveo de una razonable colección de dardos, les hago vudú. Cualquier actividad delirante con tal de aplacar la mala hostia.

Solo se me ocurre encender la tele para distraerme con los informativos. Hay que ser tonto. Todo lo que ves y escuchas invita a la depresión. Ante el golpe de Estado en Egipto de los pistoleros uniformados, aparece gente tan normal como desconsolada que hizo la revolución asegurando que no van a votar en unas elecciones amañadas. Las opciones son el antiguo y maquillado poder o los Hermanos Musulmanes. Están ahogando aquel fantasma que recorrió el norte de África, traicionando la inaplazable y hermosa rebelión en la granja.

También hay desconcierto entre los sociatas franceses por el veneno que se lanzan la exmujer y la novia actual del gallo suave Hollande. Las cuitas sentimentales entre la que pudo ser primera dama y la que lo consiguió, marcando la política. Qué bonito. Y la angelical nieta de Le Pen y sobrina de Marine pescando votos en aguas revueltas. Como los nazis griegos. Y los partidos tradicionales que consintieron y alentaron el desastre, avisándonos de que los extremistas son el verdadero monstruo. Y la gente normal, que somos bastantes, sintiéndonos tan asqueados como impotentes.

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