Ánimo
Descubro por un artículo de este periódico dedicado a la gala de humoristas en homenaje a Miguel Gila que existe en el cine español una "atmósfera plomiza de pensamiento único que desprecia el humor tal vez porque no tiene suficiente talento para llevarlo a la pantalla". Resulta raro que alguien saque esa conclusión cuando la comedia es el género preponderante de nuestro cine, mayoritario en la producción de cada año. Pero es habitual que los que escribimos en voz alta carguemos nuestros complejos y nuestros prejuicios sobre los hombros de los demás, para fingirnos siempre más listos y más al día que los borricos que están ahí fuera.
A Santiago Segura, después de que gran parte de la opinión autorizada española zarandeara sus comedias de Torrente, se le reivindica y condecora hoy para avergonzar a la Academia, porque no le da Goyas con lo mucho que recauda. Algunos han descubierto tras la última ceremonia de entrega que puede ser brillante, sarcástico e ingenioso, como si no fueran rasgos habituales en él. Olvidan que ganó en sus días el Goya al cortometraje, al actor revelación y a la mejor Ópera Prima, así que seguramente tras la invención de los rencores ajenos no haya más que esa cosa tan retorcida española de utilizar el elogio a uno para herir a otro.
Ni el artículo ni TVE nos informaron si el acto televisado estaba patrocinado por embutidos Campofrío, cuya campaña se basa en ese homenaje de humoristas a Gila. Pese al logo subliminal plantado en el escenario, no brilló el Segura más irreverente y ácido, pero sí su querencia por los profesionales del humor, incluso los más descacharrados o en demolición. No se entendía en qué residía el homenaje a Gila, solo revivido en sus inmarchitables archivos. Él practicaba humor de autor que no permite réplicas ni imitaciones, tan personal, radical y pesimista que a ratos la gala parecía un homenaje a Paco de Lucía donde un tuno tocara la bandurria en homenaje al guitarrista. Si el genial Gila viera a Goldman Sachs ahora de nuevo contratado con nuestro dinero para auditar al sistema financiero español, casi seguro que no gritaría Arriba ese ánimo, sino que dejaría caer su fiera sospecha: alguien está engañando a alguien...
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