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Pasaba por allí

David Trueba
Un momento de la celebración en Madrid del aniversario del 15-M.
Un momento de la celebración en Madrid del aniversario del 15-M.LUIS SEVILLANO

El tratamiento mediático propinado al aniversario del 15-M certifica una verdad: contra Zapatero vivían mejor. Los medios conservadores mantuvieron en el origen del movimiento una distancia respetuosa ante la voz de la calle, porque entonces la evidente insatisfacción con las políticas socialistas dotaban a las protestas de un matiz electoral que les favorecía. Ocupado el poder, todo ruido es molesto. Ha hecho fortuna, pese al feo significado, la orden pronunciada contra la oposición en pleno mitin: “Lo mejor que podrían hacer es callarse”. Restringido el horario para ser ciudadano libre por ordenanzas amenazantes, como si a los derechos se les pudieran aplicar parquímetros, ni siquiera con los disidentes cercados logramos que se reduzca la prima de riesgo, que evapora todo el esfuerzo recaudador en pagar intereses especulativos de la deuda nacional.

La prensa amarilleó al revolver hasta en los expedientes académicos de algunos miembros del movimiento, buscando suspensos sospechosos. La delegada del Gobierno ha dicho que detrás de las protestas está la financiación de grupos okupas, que se convierten así en firmes candidatos a incorporarse al Ibex y a la CEOE. No ha hecho falta recurrir a la estrategia antisindical de sacarlos en portada tomándose una caña, pero sí se constata la insistencia en presentarlos como guarros que no se lavan cuyas rastas delatan perfiles delincuenciales. Aunque si uno mira los noticiarios, comprobará que por los juzgados desfilan corruptos bien duchados y afeitados, con traje caro y pasador en la corbata, sin que nadie hasta ahora sospeche automáticamente de cualquier tipo con excesivo olor a colonia.

El clima, propicio al antidisturbio, permite que a una muchacha que pasaba por allí la policía la detenga y la plaque contra una pared con maneras que convierten al defensa Pepe en un nuevo romántico. Los indignados son la única referencia positiva que ha merecido España en la prensa internacional durante el pasado año, símbolo de una juventud pacífica e implicada en la sociedad. Su desprestigio corresponde a un interés local. Pero no hay que alarmarse, cuando toca, aquí se procede a desprestigiar hasta el Banco de España, convertido ahora en novedoso único culpable de nuestra corrupción financiera para así salvar a financieros corruptos. Si pasas por allí, saldrás salpicado.

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