School Of Seven Bells, 'Ghostory'

Perseguidos por el sambenito del dreampop, el tercer álbum de School of Seven Bells tiene algunas conexiones con ese género en el que las melodías aparecen envueltas en muros de ruido blanco, eléctrico o sintético, pero también es cierto que esta vez dichas conexiones son menos que en otras ocasiones. Lo que en un principio fue un trío formado por el ex Secret Machines Benjamin Curtis y las mellizas Claudia y Alejandra Deheza, es ahora un dúo tras la marcha, debida a diferencias personales, de la primera. Con ella se han ido también las impurezas sonoras, y como consecuencia ha aparecido un sonido más pulido y más etéreo. Lo de etéreo viene a cuento, sobre todo, porque Ghostory es un disco conceptual que gira en torno a los fantasmas, no para presentarlos como seres terroríficos sino para otorgarles otro papel, más ambiguo pero también más benigno.

Con ese abanico de posibilidades, el dúo elabora una serie de canciones donde destacan voces y armonías angelicales (la sombra de Liz Frasier se proyecta a través de la voz de Deheza) y las bases sonoras unen lo evanescente con la contundencia rítmica. Destacan White sind y Low time, que es donde se desmarcan de todos los tópicos que les persiguen; y When you sing y When you love, porque le dan la razón a todos los que dicen de ellos que se parecen mucho a My Bloody Valentine. Y a pesar de esos momentos de debilidad, Ghostory es un disco apasionante en bastantes momentos, sobre todo cuando nos da una idea de lo que sería Bat For Lashes si le diera por hacernos bailar.

Valoración: 0 ABERRANTE, el mundo sería mejor sin él; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordará de él; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un éxito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un millón.