El falso culpable del 'Madonnaleaks'
El fan zaragozano acusado de 'hackear' un tema de Madonna cuenta su increíble experiencia.
Zaragoza todavía está de sobremesa cuando Jorge se dispone a abrir su pequeña tienda de suministros eléctricos. Nada hace pensar que este joven de 31 años, sin antecedentes penales y con una de las familias más conocidas del vecindario, haya sido mencionado por la mismísima Madonna como ‘su hacker’.
¿Qué ha pasado para que este chico de barrio haya pasado de idolatrar a la cantante a no soportar ninguna de sus apariciones públicas? Digamos que el hecho de protagonizar en primera persona el caso Madonnaleaks —la operación policial desencadenada por la filtración en Internet de la canción Gimme all your love— no ha contribuido a afianzar su vínculo con la cantante. Una relación ídolo-fan alimentada a lo largo de más veinte años de conciertos, recortes de prensa y toda clase de rarezas que sólo un fan es capaz de atesorar.
Puede que detrás de la vida y milagros de este tipo normal se encuentre la ley de la atracción, con peligrosos y no siempre previsibles efectos colaterales resumidos en la frase "ten cuidado con lo que deseas". O puede que nos encontremos ante la última jugada promocional de su Graciosa Majestad del pop, Madonna Ciccone.
Recordemos los hechos. El pasado 20 de diciembre, Jorge Moro Ruiz —natural de Zaragoza y profesional autónomo registrado en el inofensivo epígrafe Venta de Material Eléctrico— se convertía de un plumazo en J.M.R., el detenido por un delito de descubrimiento y revelación de secretos en Internet. "Todavía no doy crédito a lo que ha pasado. Se han llevado por delante a un chaval normal. No soy ningún hacker ni, por supuesto, un delincuente”. Tiene motivos para estar enfadado. A pesar de que su inocencia quedó totalmente demostrada en la comparecencia judicial del pasado 10 de enero —en la que, por cierto, no se personaron como acusación particular los abogados del despacho Garrigues, representantes legales de la cantante en España— los medios, desde el corrosivo The Sun al prestigioso The New York Times, se han encargado de difundir una versión totalmente distinta.
Todo comenzó un día antes de la detención, el 19 de diciembre, cuando la denuncia interpuesta en nombre de Madonna Ciccone desencadenó una operación para detener la difusión de la canción. Sólo un día después se consumaba la detención. “Resulta totalmente surrealista imaginar algo así, especialmente si no estás implicado”, confiesa. “Llegué a pensar que se trataba de una broma de la tele, a una semana del Día de los Inocentes”.
Más de 3.000 descargas y un único culpable
Para encontrar algún sentido a este relato de filtraciones, sólo debemos teclear en cualquier buscador ‘Madonna Chile’, el foro internacional más activo de la cantante. “Recuerdo mi sorpresa al descubrir en la zona de descargas el nuevo tema de Madonna, subido por un tal ‘mjco’. Como otros usuarios registrados, lo único que hice es pinchar el link y descargar la canción. No hay más”.
Javier Notivoli —el mediático abogado zaragozano conocido por casos como el de la alcaldesa de La Muela, o el asesinato del alcalde de Fago— ha sido el encargado de liquidar legalmente “unos cargos sin pies ni cabeza”. Tal como relata el letrado, “mi cliente no colgó la maqueta de la canción, simplemente la descargó como otras 3.133 personas más, para ser exactos. Tampoco podemos hablar de un delito contra la propiedad intelectual porque no hay copyright: se trata de una maqueta que todavía no ha salido al mercado. En cuanto a la revelación de secretos, el culpable es evidentemente el responsable de subir la canción”, explica alto y claro. “La policía actuó en virtud de una denuncia de los abogados de Madonna. Dada la buena fe de mi cliente, que se prestó a colaborar en todo momento, no hubo necesidad de presentar ninguna orden judicial”.
Aún con el caso sobreseído por falta de pruebas, ¿Quién restaura el honor de este ciudadano adicto a los ansiolíticos desde que se destapó la noticia? La delegación en Zaragoza del despacho Garrigues, preguntado por el asunto, simplemente no se pronuncia, escudándose en el “código deontológico de la profesión”. Mientras tanto, Madonna no duda en bromear sobre su hacker español en el programa de Graham Norton, algo así como el Pablo Motos de la BBC inglesa. “Que hable de mí como responsable de una ‘ofensa criminal’ es vergonzoso”, lamenta el detenido. “O sus abogados no le cuentan toda la verdad, o se hace la tonta”.
El ‘Robin Hood’ de los coleccionistas
Desde la sospechosa filtración en el foro Madonna Chile, la pegadiza melodía con aire de cheerleaders puede disfrutarse sin ninguna restricción legal en YouTube. Más contradicciones: sólo un día después de la filtración, el 9 de noviembre, la canción saltaba del foro a Twitter, el nuevo gabinete de prensa de los famosos. Como recuerda Jorge Moro, "Guy Oseari, el manager de Madonna, escribió un tuit en el que lamentaba la filtración de la demo, aunque al mismo tiempo celebraba la reacción positiva del público. A eso le llamo yo doble moral”. Ahora sólo faltar esperar al estreno de la canción en la Superbowl, la final de fútbol americano seguida por millones de espectadores.
Hace no tanto tiempo, los músicos se enrolaban en interminables campañas de promoción en los medios tradicionales: radio, televisión y revistas especializadas tipo Rolling Stone. Hasta que llegó Internet y las descargas piratas. “Hoy en día, los fans nos encargamos de hacer gratuitamente lo que antes hacían las discográficas”. Tal como pudo comprobar la policía en la investigación, el comportamiento de Jorge no responde al de un coleccionista al uso, obsesionado con disfrutar en solitario de sus rarezas. Ni, evidentemente, al de un consumado hacker (sus conocimientos en informática no sobrepasan los de cualquier usuario). “Toda la vida he compartido mi colección de Madonna con los demás, sin sacar ninguna rentabilidad económica”, apostilla.
Seguramente, su único error ha sido romper las reglas del juego, subiendo en Internet demos de canciones antiguas, versiones instrumentales y otras curiosidades de la cantante, en un entorno de coleccionistas demasiado apegado a "su tesoro". Detrás de nicks como Dboy o Johnny Pearson —otro de sus músicos fetiche— este zaragozano se granjeó rápidamente el odio de muchos coleccionistas, aterrados ante el modus operandi de un Robin Hood que disfruta compartiendo material “por el que he llegado a pagar auténticas burradas”, confiesa sin un ápice de arrepentimiento.
Por lo demás, el caso es tan endeble que se resolvió con una simple captura o pantallazo del citado foro. Al lector mínimamente familiarizado con los entresijos de Internet sólo le queda preguntarse por la IP (numero personal con el que se identifica a un ordenador) del usuario que colgó la canción. Una pista que, con toda seguridad, nos habría acercado más a la verdad.
La historia no es nueva. Hace una década, Madonna sufría las dulces consecuencias de la filtración del primer sencillo de Music en Napster, disparado al número uno. Otro tanto sucedió con American life, Hung up y, tal como apunta el propio Jorge, “con Hard Candy en 2008”. Resulta sorprendente que la cadena de custodia protegida por ejecutivos, ingenieros de sonido y publicistas sea tan fácil de burlar. Sólo nos queda sospechar de este entorno poroso, fácilmente permeable, desde el que gotean las canciones de Madonna.
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