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Un estudio apuntala el vínculo del cambio climático con la histórica ola de incendios de agosto

Un grupo de investigadores concluye que el calentamiento hace 40 veces más probable que se den las condiciones meteorológicas que favorecieron los fuegos del noroeste de España

Incendios
Manuel Planelles

En otros casos, quizás, las señales pueden no ser tan claras, admite Friederike Otto, climatóloga alemana del Imperial College de Londres. Pero en la oleada de incendios de este agosto en el noroeste de la Península, que ha batido récords, esta investigadora está “realmente segura” de la vinculación del “cambio climático” causado por el ser humano con esta tragedia. Esto se debe, entre otras razones, a que la región mediterránea es un “punto caliente” de esta crisis con un “aumento muy fuerte de las temperaturas”.

Otto es una reconocida climatóloga que desde hace años lidera al grupo de científicos World Weather Attribution (WWA), centrado en realizar estudios rápidos para determinar en qué grado el cambio climático, desencadenado principalmente por la quema de los combustibles fósiles, influye en fenómenos catastróficos como las olas de calor, las inundaciones y los episodios de grandes incendios. “Debido a que continuamos quemando combustibles fósiles, y las emisiones siguen aumentando, tenemos una mayor tasa de calentamiento global, y lo vemos en eventos climáticos extremos”, explica Otto. “Los fenómenos meteorológicos extremos son realmente el final del cambio climático, donde golpea a la sociedad con mucha fuerza”, añadía este miércoles la investigadora en la presentación, por videoconferencia, del estudio que ha realizado su grupo sobre los incendios de agosto en el noroeste de la península Ibérica.

La temperatura del aire en la superficie del planeta es ya 1,3 grados Celsius más cálida que en la era preindustrial, es decir, antes de que se empezaran a quemar de forma masiva el carbón, el petróleo y el gas. El estudio del WWA concluye que ese calentamiento de 1,3 grados crea el caldo de cultivo ideal para que se produzcan rachas de incendios como la vivida en agosto en España y Portugal. “El cambio climático causado por el hombre hizo que las condiciones cálidas, secas y ventosas que alimentaron los incendios forestales que mataron a ocho personas en España y Portugal fueran unas 40 veces más probables”, apuntan los investigadores en su análisis. O, explicado de otra forma, con un calentamiento de 1,3 grados como el actual, unas condiciones tan extremas y favorables para el fuego ocurrirán en la zona analizada una vez cada 15 años. Si el planeta no se hubiera calentado, la probabilidad caería a una vez cada 500 años.

Incendio en Jarilla (Cáceres), el 16 de agosto.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores han realizado un “análisis súperrápido” partiendo de las condiciones que se consideran propicias para que el fuego se propague por un área concreta. Para ello han empleado un índice de riesgo —llamado DSR— que, partiendo de un conjunto de variables, establece lo complicado que es extinguir un incendio una vez que se ha producido la ignición. Y han acotado el análisis a los diez días de agosto más complicados, entre el 8 y el 17.

Ese periodo coincidió con una extensa y duradera ola de calor en la Península. Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), en el caso de España fue la más intensa de las registradas en los 50 años de los que se tienen datos y la tercera más larga, con 16 días en total.

Los autores concluyen que el cambio climático, además de hacer que sea hasta 40 veces más probable que se den unas condiciones meteorológicas tan favorables para los incendios como las vistas en agosto, hacen que sean hasta un 30% más intensas. Además, los autores inciden en que con la tasa de calentamiento actual, una racha de diez días con máximas tan altas como las vividas en el periodo estudiado ocurren una vez cada 13 años. “Antes de que los humanos calentaran la atmósfera, temperaturas tan altas habrían sido extremadamente raras, solo se esperaban menos de una vez cada 2.500 años”, añaden.

Los autores han apuntado que este “análisis súperrápido” es menos complejo que en otros informes que han realizado. Se ha centrado en “las tendencias en las condiciones climáticas propicias para el fuego en el área afectada, analizando solo las observaciones” para fijar los vínculos con el cambio climático. Pero recuerdan que la semana pasada publicaron otro estudio más complejo sobre otra ola de incendios en julio en Turquía, Chipre y Grecia, también en la región mediterránea, que apunta claramente hacia ese vínculo entre fuego y calentamiento global.

Los hallazgos del informe sobre Portugal y España “están en línea con una gran cantidad de literatura científica que muestra fuertes tendencias de sequía y un potente aumento de la temperatura, así como condiciones climáticas cada vez más propicias para el fuego en el Mediterráneo”, incide el WWA.

Como explica al portal SMC España María José Sanz, directora del BC3 (Centro Vasco de Investigación sobre Cambio Climático), este informe, del que ella no ha formado parte, es “un ejercicio muy rápido que pretende ilustrar los cambios en las condiciones climáticas que llevan a favorecer la aparición e intensidad de los incendios”. Y añade que “son útiles para reforzar la idea de que tenemos una emergencia climática”.

Sin embargo, Sanz añade que la situación es “más compleja, porque hay otras áreas con cambios y anomalías mayores en donde no se han producido estos incendios”, por lo que esta experta advierte de que hay que tener en cuenta más factores, como “la falta de gestión de las masas forestales, o mejores sistemas de alerta y coordinación”.

En esta misma línea, Maja Vahlberg, del Centro Climático de la Cruz Roja y la Media Luna y otras de las autoras del informe de WWA, ha incidido en que, al margen del cambio climático, “varios factores probablemente magnificaron el impacto” del evento. Entre ellos, los cambios demográficos, como la despoblación rural y el envejecimiento que han dejado grandes áreas de monte sin gestionar y que hace que se acumule la vegetación, que acaba convirtiéndose en combustible para las llamas.

Los autores valoran la actuación de los servicios de extinción de España y Portugal en este episodio y el apoyo prestado por la Unión Europea. Vahlberg, sin embargo, ha advertido de que aunque “responder a los incendios siempre será esencial”, prevenirlos “antes de que prendan es lo que realmente salvaguarda vidas, medios de subsistencia y paisajes”. Para Otto esto tiene que ver mucho también con la adaptación a los peores efectos del cambio climático. “La adaptación no está siguiendo el ritmo del aumento de las emisiones”, advierte. Porque, aunque se ha hecho un gran esfuerzo en prepararse para la extinción de las llamas, todavía queda la otra pata, que incluye la gestión de la vegetación, “que es mucho más difícil de hacer”.

Sobre otra de las caras de este problema —cómo se inician los incendios— Vahlberg ha recordado que “la mayoría de las igniciones se derivan de actividades diarias o negligencia”. “Esto subraya la importancia de la conciencia y la responsabilidad compartida, además de la prevención”, concluye.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.
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