Ferran Campillo, pediatra ambiental: “En los colegios con zonas verdes hay más rendimiento”
En el mundo los menores de 5 años soportan el 88% de las enfermedades relacionadas con el cambio climático y en Europa el 30% del asma infantil se debe a la mala calidad del aire. Además, el déficit de naturaleza se acentúa
Convencido de que los factores medioambientales son determinantes en el desarrollo de numerosas patologías que afectan a los más pequeños, Ferran Campillo, de 36 años, focalizó sus estudios en este ámbito. Por ello, ejerce como pediatra ambiental en el Hospital d’Olot i Comarcal de la Garrotxa (Girona). Su especialidad surgió en los años noventa en Norteamérica, pero ahora está en auge en España. Desde el bosque próximo a...
Convencido de que los factores medioambientales son determinantes en el desarrollo de numerosas patologías que afectan a los más pequeños, Ferran Campillo, de 36 años, focalizó sus estudios en este ámbito. Por ello, ejerce como pediatra ambiental en el Hospital d’Olot i Comarcal de la Garrotxa (Girona). Su especialidad surgió en los años noventa en Norteamérica, pero ahora está en auge en España. Desde el bosque próximo a su centro de trabajo para realizar terapias y fomentar hábitos saludables, profundiza en las afecciones infantiles asociadas al cambio climático y a la polución, se muestra preocupado por el déficit de contacto con la naturaleza que presentan los niños y adolescentes, y plantea soluciones.
Pregunta. ¿Por qué decide ser pediatra ambiental?
Respuesta. Cuando era residente de Pediatría las familias nos preguntaban las causas de una crisis de asma o de cualquier otra patología. Estábamos muy bien formados para realizar un diagnóstico y ofrecer un tratamiento, pero teníamos pocas herramientas para conocer el origen de algunas enfermedades. Un día, mientras investigaba sobre complicaciones respiratorias, fui consciente de que había numerosos factores medioambientales como la contaminación del aire, las condiciones del hogar o el humo del tabaco que interferían en las afecciones. Existían respuestas, pero faltaba aplicarlas al paciente. Por ello, en el año 2015 realicé una subespecialidad en la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica de Murcia, única entonces en el país.
P. ¿Su profesión es inusual en España?
R. Somos referentes porque nuestro impulso en los últimos años nos ha posicionado muy bien para ser líderes a nivel mundial en este campo. Por suerte, especializamos a muchos pediatras. Aunque la primera Unidad de Salud Medioambiental se creó en Nueva York en el año 1998. El modelo cobró fuerza en Estados Unidos y se desarrolló en Canadá y América Latina. Actualmente, en España está presente en Murcia y en Cataluña, donde existe una red regional, y muchos compañeros en diferentes territorios del país, como en Navarra o Granada, realizan actividades vinculadas con este sector. A través de la Asociación Española de Pediatría queremos crear una organización estatal para dar respuesta a los retos que el medio ambiente pone a la salud de los niños y adolescentes.
P. ¿Qué es lo que más preocupa a los pediatras ambientales?
R. Una de las principales amenazas para el bienestar de los menores es la contaminación del aire, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) afecta a más del 90% de la población, pero perjudica especialmente a los niños. Incluso, ocasiona afectación fetal. Esta polución es tóxica para la salud respiratoria y el neurodesarrollo. Preocupa su vinculación con la aparición de diferentes cánceres y se sospecha que favorece el adelantamiento de la pubertad. También aumenta la exposición a disruptores endocrinos como los pesticidas o los microplásticos.
P. ¿Le inquieta el cambio climático?
R. Por supuesto. Según la OMS, aunque los menores de 5 años no llegan al 12% de la población, soportan el 88% de las enfermedades relacionadas con el calentamiento del planeta. El cambio climático se ceba con la infancia y esto es muy preocupante. En la última década han aumentado de manera significativa las consultas relacionadas con el calor en las Urgencias de Pediatría. El sistema sanitario soportará una mayor carga de patologías que hasta ahora eran ocasionales porque los eventos climáticos extremos cambian la distribución de algunas afecciones. El dengue o la chikungunya eran enfermedades tropicales importadas, pero ahora ya hay casos autóctonos en España.
P. ¿Por qué la polución afecta más a los niños?
R. Por sus características anatómicas, son más bajitos y los contaminantes del aire tienden a concentrarse a un metro de altura. Además, sus órganos todavía están en desarrollo y los tóxicos persisten más tiempo en sus cuerpos y tardan en ser eliminados. Por otra parte, su tasa metabólica es más alta. Un recién nacido respira entre 30 y 40 veces por minuto, el doble que un adulto. Además, por su necesidad de crecimiento, los menores ingieren más agua y alimentos con gran presencia de microplásticos.
P. ¿Qué patologías asociadas al calentamiento del planeta y a la contaminación sufren los más pequeños?
R. Casi una tercera parte del asma infantil en Europa se debe a la mala calidad del aire y en ciudades como Madrid o Barcelona puede llegar al 50%. Es una enfermedad que ahora tiene una gran carga sanitaria, al igual que la bronquitis de repetición. Un porcentaje elevado de menores españoles también está expuesto al humo ambiental del tabaco y del cannabis en el embarazo. Preocupa, además, la ecoansiedad que afecta, sobre todo, a adolescentes angustiados por el deterioro del planeta. Después de un evento meteorológico adverso muchos niños quedan en shock por las pérdidas sufridas.
P. ¿Aumentan las alergias?
R. No está claro. A consecuencia del cambio climático el periodo de floración y polinización se adelanta, se atrasa o presenta varios picos. Por ello, hay más episodios de rinitis y conjuntivitis alérgica en épocas diferentes a las habituales. Por otra parte, los menores que viven en zonas con mayor contaminación del aire pueden tener más predisposición a sufrir dermatitis atópica.
P. ¿Qué papel tiene el entorno en la salud de una persona?
R. El 80% de los factores que determinan la salud y la enfermedad se encuentran fuera del sistema sanitario. Es importante incidir en los hábitos y en el entorno. Muchas veces el código postal influye más que el código genético, aunque las características de la persona tienen un peso fundamental. Los ciudadanos con un nivel socioeconómico bajo presentan una esperanza de vida más corta. La pobreza es un factor medioambiental muy importante. Las zonas verdes protegen la salud, pero la mayor parte de estas se sitúan en barrios ricos.
P. ¿Tienen los menores poco contacto con la naturaleza?
R. Sí, muchos niños pasan un tiempo excesivo delante de las pantallas y dejan de hacer actividades al aire libre. Vivimos una época en la que la naturaleza ha sido expulsada de las ciudades y se han priorizado las plazas de cemento. En algunos ayuntamientos españoles se cortan árboles para dar paso a otras infraestructuras. Los espacios verdes son equipamientos sanitarios: reducen el efecto isla de calor, actúan como punto de encuentro, mejoran la salud mental y conservan la flora y la fauna.
P. ¿Qué dosis de naturaleza es imprescindible para crecer de forma sana?
R. Esto no es paracetamol, ibuprofeno o dalsy, pero dos horas a la semana son suficientes para empezar a detectar mejoras, sobre todo, en la sensación de bienestar emocional. Lo recomendable es estar una hora al día en contacto con la naturaleza, aunque sea en un parque urbano. Alguna vez entre semana es importante acudir a un espacio natural cercano y una vez al mes, por lo menos, se debe estar en un área de conservación para sentir la conexión con el medio.
P. ¿Cómo se perciben los riesgos ambientales en la etapa prenatal?
R. Las personas que van a tener un hijo y acuden a nuestro hospital visitan a la matrona, realizan la analítica y la ecografía y, además, rellenan la hoja verde para detectar los factores de riesgo más relevantes en el embarazo: exposición a pesticidas, fármacos o productos de herboristería con impacto embriotóxico. Vemos su contacto con la naturaleza y sus empleos. No es igual trabajar al aire libre que con tintes en una peluquería o en una gasolinera. También recogemos las condiciones de la vivienda y su entorno.
P. ¿Influye el entorno en el éxito académico?
R. En los colegios rodeados de zonas verdes hay mayor rendimiento escolar, los niños tienen más capacidad memorística y de atención. La vegetación también reduce la depresión y la ansiedad.
P. ¿Es necesario transformar la movilidad escolar?
R. Es anacrónico que delante de las escuelas existan carreteras urbanas que exponen a los menores a la contaminación aérea y acústica, que causa mortalidad prematura, hipertensión arterial, insomnio y afecta al desarrollo cognitivo. El tráfico alrededor de los centros educativos también es una fuente de accidentes. Los colegios no son sitios saludables para que los niños pasen en ellos siete u ocho horas diarias.
P. ¿Se puede paliar esta problemática?
R. La Administración debe tomar cartas en el asunto. Se necesitan espacios libres de tráfico, hay que restringir el uso de vehículos contaminantes, reducir aparcamientos y carriles, fomentar el tren y también la movilidad. Hay altas tasas de sedentarismo, muchos menores no van caminando o en bicicleta al colegio. Todo ello implica más dependencia a las pantallas, problemas de aprendizaje, de habla y de conducta. Se precisa un cambio sustancial, al igual que se hizo con la ley antitabaco. La infancia queda a merced de las decisiones de los adultos. Los más pequeños sí tienen voz, aunque no tengan voto y nuestra función es transmitir a la sociedad sus necesidades.
P. ¿Su mejor receta médica es la naturaleza?
R. Yo creo que sí. Si pudiésemos condensar todas sus ventajas en una pastilla, las farmacéuticas se rifarían la patente. La naturaleza favorece el bienestar y reduce la mortalidad prematura. Es un reto conservar estos espacios verdes tan bellos, no solo por nosotros, también por las generaciones futuras.
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