Ábrase el grifo de las inversiones ‘azules’
La apuesta por el agua sigue teniendo poco alcance en el mercado de capital frente a otras áreas vitales para la sostenibilidad social y económica
El agua es el corazón del planeta. La vida depende de su bombeo. Pero a pesar de su importancia, el Instituto de Recursos Mundiales (World Resources Institute) señala que “los desafíos son desalentadores: 3.000 millones de personas no tienen instalaciones básicas para lavarse las manos; una cuarta parte de la población mundial vive en países que se enfrentan a un estrés hídrico extremadamente alto, hay más de 500 zonas y se prevé que la demanda aumente hasta en un 30% para 2050, impulsada por el crecimiento de la población, el desarrollo socioeconómico y los cambios en los patrones de consumo”.
El mundo trabaja para dar soluciones, pero a un ritmo demasiado lento. El informe del Foro Económico Mundial Financing a Water Secure Future recoge que “las inversiones privadas relacionadas con infraestructuras del agua son una parte mínima de las totales desde 2020 y, por lo tanto, no parecen beneficiarse mucho del rápido crecimiento de lo sostenible”. “Las corrientes de financiación se ven superadas con creces por las que se destinan a otros sectores, como la agricultura, la energía y el desarrollo urbano. La comunidad financiera entiende, y acepta cada vez más, que las crisis mundiales del clima y la biodiversidad son un riesgo sistémico y financiero, pero los esfuerzos para hacer frente a los problemas del agua han sido más lentos en ganar tracción”, advierte el organismo.
España es un claro ejemplo de lo que está ocurriendo. La encuesta del Observatorio Español de la Financiación Sostenible (Ofiso) indica un nuevo récord en financiación sostenible en 2022, con un total de 60.134 millones de euros, que representa un incremento del 9%. Según el Observatorio, “este nuevo repunte se genera, principalmente, por el crecimiento de la financiación bancaria, que ha contado con una buena accesibilidad en contraste con los mercados de capitales, cuyas condiciones y volatilidad han dificultado su entrada durante varios periodos del año”.
El pasado ejercicio fue especialmente positivo para los préstamos y los créditos verdes, que superaron los 30.000 millones, un 64% más, mientras que la emisión de bonos cayó el 24%, hasta 21.777 millones.
Instrumentos más usados
Hasta ahora los préstamos canalizados hacia el agua han sido simbólicos, siendo la opción más destacada los bonos. En 2022, por ejemplo, de los fondos que se consiguieron a través de las emisiones de deuda sostenible se destinaron un 5,2% para tratamientos de agua, frente al 40,1% de energías renovables, el 24,6% para transporte sostenible o el 15,4% para eficiencia energética.
En España, Ofiso resalta dos operaciones llevadas a cabo el pasado ejercicio. Una la protagonizó Aqualia, empresa participada por FCC dedicada a la gestión del ciclo del agua, que obtuvo un crédito sindicado liderado por CaixaBank de 1.100 millones para proyectos de tratamientos de aguas y residuos, distribución y tratamiento de aguas, energía renovable y transporte sostenible, entre otros.
La segunda fue de la naviera Baleària, que logró la primera financiación sostenible en el sector marítimo en el país, con un préstamo de 80 millones cuyo tipo de interés estará vinculado a dos indicadores con impacto medioambiental: el número de buques ecosostenibles y con conexión eléctrica a puerto. CaixaBank también lideró el préstamo sindicado.
Sobre los retos a corto plazo, Antolín Aldonza, portavoz de la junta directiva de Asagua (Asociación Española de Empresas de Tecnologías del Agua), comenta que “los nuevos Planes Hidrológicos de Cuenca, los Fondos Next Generation y los Presupuestos Generales del Estado aportarán más de 24.000 millones que será necesario invertir hasta 2026 y hacerlo bien, lo que obliga a la Administración a llevar a cabo las reformas estructurales que lo permitan, tanto en la selección de las actuaciones como en la agilidad de las licitaciones públicas”.
Por otro lado, Aldonza cree que la Ley de Desindexación es un freno para el agua. “Esta fórmula de colaboración entre administraciones públicas y empresas tiene poco éxito, ya que el interés que reciben está limitado al rendimiento del bono a 10 años más 200 puntos básicos, que es muy inferior al que ha de pagar por el capital que recibe”.
El Foro Económico Mundial detalla que “abordar el desafío de financiación no se trata simplemente de obtener más para llenar un vacío existente”. Y hace cuatro recomendaciones principales para llegar a los objetivos: “Evaluar y divulgar los impactos y riesgos del agua en las finanzas; involucrarse con las empresas; invertir para dar solución a la crisis del recurso, y abordar una regulación más sólida”.
Oportunidades en la Bolsa… y también en la madera
El consumidor, además de contribuir en el avance de la sostenibilidad con gestos cotidianos, puede hacerlo a través de sus ahorros, invirtiendo en diferentes temáticas implicadas en el proceso como es el agua. El informe de Spainsif La inversión sostenible en agua resalta que en 2019 el 19% de los gestores nacionales invertía en temas de gestión del agua, pasando a ser del 46% en 2021. El salto en las firmas internacionales ha sido del 42% al 52%.
Los fondos de inversión son uno de los vehículos para invertir. Pero hay otros productos, como acciones, ETF (fondos cotizados) y algunos más complejos como los derivados.
Entre las cotizadas con mayor rentabilidad histórica destacan American Water, que acumula una subida del 540% desde 2008, y Veolia Environnement, que suma el 120% desde 2012.
En cuanto a fondos cotizados, iShares Global Water y Lyxor World Water han subido más del 50% en cinco años, al igual que los fondos de inversión BNP Paribas Aqua Classic y Pictet Water.
Sobre la madera, Aquila Capital explica cómo está ganando protagonismo. “Los principales motores para la inversión son la fuerte tendencia de los precios a largo plazo (la demanda se triplicará en 2050), la mitigación del cambio climático, la diversificación de las carteras y el potencial de crecimiento a través de la optimización de activos”.
Entre 1992 y 2020, la madera ofreció una rentabilidad media anual del 9,2%, frente al 5,8% de la renta fija de Estados Unidos, y el 11,16% de la Bolsa.
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