La transición energética no se puede hacer solo con fotovoltaica en los tejados o en suelos urbanos
Necesitamos desterrar las propuestas que pretenden retorcer la ciencia y las evidencias y provocar un retardismo climático
Tengo la sensación de que el debate abierto las últimas semanas respecto al desarrollo de renovables en el territorio ha llegado para quedarse y que ya no se va a volver a cerrar en falso. El conocido “Renovables sí, pero no así”, eslogan de aquellos movimientos que se oponen a implantación de renovables en el territorio, siempre había carecido de una alternativa para justificar ese “sí”. Ahora, después de varios posicionamientos públicos e informes, ya comenzamos a vislumbrarla. La alternativa se resume en el desarrollo prioritario o exclusivo de fotovoltaica en los tejados o, en su defecto, en suelo urbano y en suelos degradados. Por fin se puede discutir sobre algo tangible. Y debemos ser contundentes: esta alternativa no se sostiene.
Debemos ser absolutamente tajantes en un punto: la transición energética no se puede hacer solo con fotovoltaica en los tejados, sencillamente porque no hay capacidad ni superficie suficiente. Es un disparate técnico y, como he declarado alguna vez, roza la anticiencia. El mejor estudio que conozco a este respecto es un estudio integral europeo sobre capacidad de generación real en tejado. Para España ofrece unas posibilidades de generación de 65 teravatios-hora al año (TWh/año), que es solo algo más de lo que generan los siete reactores nucleares en funcionamiento en nuestro país. Para que se hagan una idea, España consume alrededor de 250 TWh/año de electricidad, pero, y esto es lo relevante, más de 1.000 TWh/año de energía final.
El proceso de transición energética implica que la inmensa mayoría de ese consumo de energía final acabe siendo directa o indirectamente electrificado, es decir, tendremos que generar en el futuro muchísima más electricidad que esos 250 TWh. Aunque consigamos reducir el consumo energético de nuestra sociedad, será difícil que la fotovoltaica en tejados pueda generar más del 10% de nuestras necesidades energéticas. Esta es la indiscutible realidad que muestran los números.
Hay muchos más estudios de potencial de generación en tejado, pero a diferencia del estudio comentado, lo que están analizando no es un potencial real, sino un potencial bruto o técnico, es decir, aquel que se podría obtener de llenar de paneles todas las superficies técnicamente adecuadas. Pero como sabe cualquier persona que haya trabajado en autoconsumo, existen muchas limitaciones que hacen que el potencial técnico no sea totalmente aprovechable. Limitaciones de protección patrimonial, de adecuación de las cubiertas (muchas no aceptan cargas o contienen amianto), de viabilidad económica, de conexión a red, de pura geometría de los paneles o, la más importante, de uso social. ¿Usted llenaría de paneles los 50 metros cuadrados (m²) de la terraza de su ático? Esos 50 m² son potencial técnico, pero solemos usar las terrazas para otros usos.
La realidad es que solo vamos a poder ocupar con paneles una fracción del potencial técnico, sin embargo, muchos se empeñan en confundir el potencial técnico con el real. Los profesionales ya han explicado por activa y por pasiva que esto no es así y que perseverar en la confusión solo llevaría a incumplir los objetivos de reducción de emisiones.
Plantas renovables en suelos urbanos
Una vez queda claro que es insostenible técnicamente basar la transición energética en los tejados, debemos analizar también el resto de propuestas que complementan a esa idea, como usar los suelos urbanos en vez de los rústicos. Esta propuesta no solo ignora cómo funcionan los desarrollos renovables, sino que tampoco parece haber valorado las consecuencias de un desarrollo generalizado de plantas renovables en suelos urbanos.
Con alguna excepción, las plantas renovables de cierto tamaño no se instalan nunca en suelo urbanizable. La razón es sencilla de entender: el coste del suelo urbanizable es casi siempre prohibitivo, multiplicaría el coste del proyecto por dos y seguramente lo haría inviable. Si alguien pretende obligar a que los desarrollos renovables estén en suelo urbano lo único que provocará es que no se haga casi ninguno. Pero es que seguramente este es el menor de los problemas. Aunque lo pudiésemos solventar, la implantación masiva de estos desarrollos en suelo urbanizable probablemente generaría consecuencias indeseadas para la población.
Para empezar, el uso masivo de suelo urbanizable para el desarrollo de renovables provocaría una carestía del mismo para nuevos desarrollos residenciales, pudiendo catalizar una nueva burbuja inmobiliaria con evidentes consecuencias sociales. Pero, además, pondría en jaque cualquier organización urbana racional. ¿Vamos a usar los suelos urbanos para instalar renovables en vez de para instalar hospitales, centros de salud, equipamientos, viviendas o colegios? ¿Vamos a mandar los equipamientos a kilómetros de las viviendas, en vez de poner allí las plantas generadoras que no necesitan estar cerca del núcleo urbano? La transición energética necesita desarrollos masivos y me parece que no se está queriendo entender qué implica esto en cuanto a superficie ni las consecuencias de algunas propuestas.
Finalmente, también se leen propuestas como usar suelos degradados o incluso invernaderos. Lamentablemente, se trata de propuestas de brocha gorda y poco meditadas. Todos queremos los desarrollos en suelos degradados, sería más fácil incluso para los promotores, pero si no están yendo masivamente allí lo que tenemos que preguntarnos es por qué y, sobre todo, qué deberíamos hacer para que fuese así, no buscar una obligatoriedad sin más que llevaría a la reducción del despliegue renovable. Y lo de los invernaderos...
En fin, creo que antes de lanzar propuestas como estas hay que analizar sus costes, qué porcentaje de la superficie de invernaderos realmente podría cubrirse de paneles sin generar efectos indeseados en las plantas o si nuestros cultivos tradicionales lo aceptarían. Y lo mismo sirve para las propuestas de cubrir carreteras o canales, que tienen dificultades técnicas y altos sobrecostes y que por eso no se desarrollan. No se puede coger una imagen de satélite, llenar de paneles las superficies deseadas y decir que eso es viable. Eso no es una propuesta sensata.
Multiplicar por cuatro las renovables
Déjenme que hable claro: para hacer la transición energética, España necesitará instalar cientos de miles de megavatios (MW) renovables. Sí, cientos de miles, necesitaremos al menos entre 200.000 y 300.000 MW entre energía solar y eólica. Ahora tenemos poco más de 50.000 MW, así que habrá que multiplicar la instalación mínimamente por cuatro y probablemente por más. Esta es la realidad, esto son matemáticas, es física, y con las matemáticas y la física no se negocia ni las puedes ignorar porque no sea cómodo asumir la realidad que nos muestran.
La sociedad española debe entender que, ante la imprescindible descarbonización, la instalación de energías renovables debe ser masiva y lo más rápida posible, tanto para reducir el impacto climático como la dependencia energética que tanto daño está haciendo a Europa. El Qué (las renovables) y el Cuánto (los miles de MW que debemos instalar anualmente) no pueden estar en cuestión. Cuando consigamos este consenso y esta aceptación podremos enfrentar los conflictos que evidentemente tiene la instalación de renovables sin caer en la tentación de recurrir a la negación para no asumir contradicciones incómodas de gestionar.
Y entonces podremos realmente debatir, con datos y necesidades incuestionables, y sin excusas procastinadoras, cómo mejoramos la implantación de renovables en España para todas las próximas generaciones de proyectos. Porque a pesar de que no se conozca ni se vea en los medios, hay muchísimas personas y organizaciones que hemos estado trabajando para mejorar los desarrollos renovables, para que estos tengan menor impacto ambiental y mayor impacto local positivo, para que la implantación renovable sea responsable y aceptada socialmente. Ese es el camino y no negar la mayor, como se está haciendo irresponsablemente desde algunos púlpitos.
No podemos dejar que el debate de la instalación de renovables se cierre en falso una vez más. Estas son las cifras, esta es la realidad y esta es la inviabilidad técnica de la propuesta detrás del “Renovables sí, pero no así”. Hay que decírselo a la sociedad. Y también necesitamos desterrar de la política aquellas propuestas que basadas en el voluntarismo pretenden retorcer la ciencia y las evidencias, porque eso no lleva a otra parte que al retardismo climático. El voluntarismo es antiintelectual, es anticientífico, y si pretendemos mejorar la sociedad de espaldas a la ciencia y a la razón no seremos muy distintos a los peores movimientos políticos y sociales de la historia. No podemos dejar que cierto pensamiento mágico haga la pinza con el negacionismo climático para no hacer lo que la ciencia nos dice que tenemos que hacer, mientras se reacciona con furia ante quienes se lo recuerdan. Sin ciencia no hay progreso, e ignorando las matemáticas solo llevaremos a la humanidad al desastre.
Puedes seguir a CLIMA Y MEDIO AMBIENTE en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.