Declarada la sequía en parte de Inglaterra tras el julio más árido desde que hay registros
El nuevo estatus permite a las compañías de agua endurecer restricciones y concienciar de un uso más responsable
El Gobierno británico se ha rendido al impacto del año más seco en el Reino Unido desde 1976 y ha declarado formalmente la sequía en ocho zonas de Inglaterra (de un total de 14 en las que la Agencia de Medio Ambiente divide el territorio), entre las que se incluye Londres, Cornualles o Devon, las más castigadas por la falta de lluvia y las temperaturas sin precedentes registradas este verano en gran parte del país. La decisión, confirmada tras la reunión del denominado Grupo Nacional de Sequía —un organismo que cuenta, entre otros, con sindicatos agrarios y grupos ambientales—, otorga a las compañías de agua los recursos para endurecer las restricciones y les permite imponer prohibiciones al uso no esencial de agua. Estas medidas se unen al veto al empleo de mangueras anunciado ya por cinco proveedores.
Aunque el nuevo estatus no implica la implementación inmediata de estas medidas más severas, sí capacita a las responsables del suministro para reforzar planes de contingencia y comenzar a aplicar sus estrategias contra el desabastecimiento. De momento, todas han transmitido al Ejecutivo que el servicio básico está garantizado, pero ante la alarmante falta de precipitaciones en la previsión meteorológica a medio plazo, no se pueden descartar acciones adicionales.
De hecho, la declaración formal de sequía constituía una demanda fundamental de proveedores y grupos ecologistas, para insuflar a la población de las áreas más afectadas la concienciación necesaria ante una situación cada vez más urgente. Colectivos como Water UK, que representa a las compañías de agua, habían anticipado, ya antes del anuncio de este viernes, que el peso de declarar formalmente el estatus de sequía ejercería como el mejor agente persuasivo para convencer a la ciudadanía de la obligación de adoptar un uso más eficiente.
En las próximas semanas, es probable que millones de británicos afronten límites más severos en el consumo de agua, puesto que, en el horizonte más inmediato, las meras tormentas previstas por la Agencia de Meteorología británica apenas alterarán el período de “tiempo seco prolongado” declarado durante el verano. Este año, Inglaterra y Gales han registrado 357,3 milímetros de agua por metro cúbico (mm) de lluvias, una cifra solo superada por la sequía de 1976, cuando apenas se habían acumulado 227mm.
A largo plazo, las perspectivas tampoco invitan al optimismo. Las precipitaciones son, obviamente, el antídoto más eficaz ante una tierra cada vez más seca, como evidencian las dramáticas imágenes de satélite, y de unas reservas de agua en mínimos. Sin embargo, un nivel de lluvia ordinario ni siquiera sería suficiente para empezar a resolver el problema, sobre todo, en el área meridional de Inglaterra, epicentro de la sequía. Además, la Agencia de Meteorología anticipa para los próximos tres meses temperaturas templadas, que no contribuirán a mejorar el caudal de los embalses y el volumen de las aguas subterráneas, fuente fundamental del agua que se consume en el Reino Unido.
Como consecuencia, empezar siquiera a solventar la crisis requeriría de lluvias notablemente por encima de la media en septiembre y octubre, para así rellenar las reservas de las zonas más afectadas. De ahí que organizaciones clave del sector, como el Centro para la Ecología y la Hidrología de Reino Unido, adviertan de que el tiempo que haga en otoño y en invierno será fundamental para determinar el margen de recuperación.
Minimizar los daños a la vida salvaje
Mientras, desde la Agencia de Medio Ambiente del país han confirmado que supervisarán más de cerca la evolución de la vida salvaje, con el objetivo de minimizar daños, especialmente en la fauna acuática, y avisan de potenciales restricciones a la agricultura, uno de los sectores más golpeados por la sequía. Su director de operaciones, John Curtain, ha avanzado que es probable que esta se prolongue durante mucho tiempo, dada la ausencia de previsiones halagüeñas en materia meteorológica.
Como resultado, se considera que una de las acciones de impacto más inmediato es la concienciación de ciudadanía y empresas en torno a la presión sobre los recursos, para garantizar un consumo más responsable, así como la mejora de la eficiencia en el uso, tanto en edificios, como en electrodomésticos. La Agencia de Medio Ambiente también reclama una solución urgente a la proliferación fugas de agua y derrames, que suponen, según un comunicado de este viernes, un desperdicio diario de millones de litros.
Por si fuera poco, durante cuatro días, hasta este domingo, estará vigente en gran parte de los territorios oficialmente en sequía, así como en varias áreas de Gales, la alerta ámbar por calor, la segunda más elevada, lo que complica todavía más un cuadro en el que el riesgo de incendio está en su máximo nivel.
Con todo, los expertos climáticos advierten de que los números extraordinarios de este 2022 representan la nueva normalidad, y urgen a prepararse para la proliferación de coyunturas similares, de manera habitual, como consecuencia de la influencia humana sobre el clima.
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