Bruselas arranca el proceso para restringir miles de sustancias químicas dañinas para la salud y el medio ambiente
La Comisión publica la hoja de ruta con los compuestos que están presentes en productos de uso cotidiano y que pueden ser vetados en los próximos años
La Comisión Europea ha arrancado este lunes el proceso que puede concluir con la restricción del uso de miles de sustancias químicas que hoy son de uso común y que algunos estudios científicos relacionan con problemas de salud y para el medio ambiente. La hoja de ruta que ha publicado Bruselas proporciona “información detallada sobre todos los trabajos en curso sobre las futuras restricciones”, ha informado la Comisión. Incluye un listado con las familias de sustancias que se pueden ver potencialmente afectadas por los vetos y el calendario para arrancar el proceso para su prohibición, algo que tendrá que ser acordado con los Estados miembros de la UE y respaldado por la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA, por sus siglas en inglés).
Este documento forma parte del desarrollo de la estrategia europea sobre productos químicos, donde ya se establecía como un objetivo básico la “eliminación progresiva de productos de consumo, como juguetes, artículos de puericultura, cosméticos, detergentes, materiales en contacto con alimentos y textiles, de las sustancias más nocivas”, entre las que Bruselas citaba los disruptores endocrinos, las sustancias químicas que afectan los sistemas inmunitario y respiratorio, y los perfluoroalquilos (PFAS), por ejemplo. Aunque se establecía una salvedad para el veto: “A menos que se demuestre que su uso es esencial para la sociedad”.
La Comisión no ha querido aclarar a EL PAÍS el número concreto de sustancias que se verán afectadas o que se incluyen finalmente en la hoja de ruta. En el documento publicado se hace referencia a familias de químicos, como los bisfenoles, que se emplean en la fabricación de plásticos y de la que forman parte cientos de compuestos diferentes. La Oficina Europea del Medio Ambiente, una federación de organizaciones ecologistas conocida por sus siglas en inglés EEB, estima que en total entre 5.000 y 7.000 sustancias se verían afectadas por la hoja de ruta que se ha publicado este lunes. Esta organización ha calificado el paso dado por Bruselas como la “gran desintoxicación” y considera que no existe un precedente similar en ningún lugar del mundo.
En la Comisión no han sido tan contundentes en su valoración. Y en la escueta nota de prensa divulgada hablan de “un importante paso adelante”, pero recalcan que se trata de un listado abierto del que pueden entrar y salir sustancias en función de las evidencias que se vayan encontrando. Muchas de las sustancias incluidas en esta hoja de ruta están presentes en productos de uso común, por lo que su restricción supondrá cambios importantes que tienen en alerta a la industria.
La hoja de ruta “será la piedra angular de la planificación plurianual” para las restricciones de sustancias químicas e incluye un calendario de aplicación. Que se incluya una sustancia o una familia en el listado no implica su prohibición directa. Lo que hará la Comisión en los próximos años es encomendar a la ECHA que estudie el veto a esa familia de químicos, explica Tatiana Santos, experta de EEB. Luego la ECHA, una agencia dependiente de Bruselas, elaborará un informe técnico con su propuesta sobre ese grupo de químicos y, por último, serán los Estados miembros los que deban decidir si se prohíbe y para qué usos.
Algunos de los compuestos que se incluyen en el documento difundido este lunes ya están prohibidos o se tendrán que dejar de usar en breve, pero EEB sostiene que sobre la inmensa mayoría no existen restricciones en estos momentos. “Esta hoja de ruta es un primer paso hacia la eliminación total, lo que va a suponer una transformación radical de la industria”, sostiene Santos. El proceso de prohibición de las sustancias químicas de la lista comenzará en un plazo de dos años.
Revolución en la industria europea
Entre las familias de químicos que se incluyen están los PVC —los plásticos más difíciles de reciclar— y los retardantes de llama. De vetarse finalmente supondrá una verdadera revolución en la industria europea por su extendido uso. Todo el proceso de revisión normativo para llevar a la prohibición final de las sustancias que ahora se incluyen en la hoja de ruta podría rematarse en 2030, según las estimaciones de la organización EEB.
Thierry Breton, comisario europeo de Mercado Interior, ha resaltado la “transparencia” que se pretende seguir en todo el proceso. “Las partes interesadas necesitan transparencia y visibilidad sobre los próximos trabajos. La hoja de ruta de restricciones brinda dicha visibilidad y permite que las empresas y otras partes interesadas estén mejor preparadas para posibles restricciones”, ha sostenido Breton a través de un comunicado. Eso mismo se reconoce en el documento publicado este lunes por la Comisión: “La hoja de ruta proporciona transparencia a las partes interesadas sobre el trabajo de restricción por parte de las autoridades y permite a las empresas anticipar (potenciales) próximas restricciones, por ejemplo, iniciando ya actividades de sustitución”.
Virginijus Sinkevičius, comisario de Medio Ambiente, ha recordado que las restricciones “tienen como objetivo reducir la exposición de las personas y el medio ambiente a algunos de los productos químicos más dañinos, abordando una amplia gama de sus usos: industriales, profesionales y en productos de consumo”.
Según el documento difundido este lunes, las restricciones contempladas en la hoja de ruta tienen como objetivo reducir al máximo “los inaceptables riesgos químicos” con todos los recursos disponibles, como por ejemplo agrupando a las sustancias en familias. Santos explica que, al tratarse de miles de compuestos, si se aborda su veto uno por uno, “se tardarían siglos en completar las revisiones”. Por eso, añade, “ahora se propone la restricción de las familias completas de los químicos que más preocupan”.
La Comisión insiste en su hoja de ruta en que el listado de sustancias “se revisará periódicamente”, por lo que las “investigaciones adicionales pueden conducir a cambios”. Y también se incide en que los Estados podrán seguir proponiendo restricciones para otros químicos que no estén dentro de esta propuesta. Además, se asegura que Bruselas está ya trabajando con la industria para encontrar vías para la “transición” para las sustancias que quedarán prohibidas.
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