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La captura y sacrificio de los ciervos que sobran en el parque nacional de Cabañeros

En el espacio protegido se atrapan 3.500 ungulados y 1.100 jabalíes al año, pero las poblaciones siguen creciendo y amenazan al parque, asegura el Gobierno en el plan de control de estas poblaciones

Ciervos en el Parque Nacional de Cabañeros durante la berrea.
Ciervos en el Parque Nacional de Cabañeros durante la berrea.Beldad (EFE)
Esther Sánchez

En Cabañeros sobran ciervos y jabalíes. Las medidas de control que se han llevado a cabo en el parque nacional manchego de 40.856 hectáreas no han cumplido los objetivos y, a pesar de que se capturan al año 3.500 ciervos y 1.100 jabalíes, las poblaciones no paran de crecer. Tantos animales han provocado un desequilibrio en este ecosistema mediterráneo protegido, que ni la llegada de depredadores como el lobo podría solucionar, sostiene el Plan de Control de Ungulados de Cabañeros del Ministerio para la Transición Ecológica, en información pública desde este miércoles. Con las cifras actuales, las densidades de ciervos se pueden duplicar en tres o cuatro años y las de jabalí todavía más, añade el documento, que solo encuentra una solución: continuar con las capturas, porque “ante dichos incrementos, la ausencia de control podría llegar a ser catastrófica para el medio”. Ecologistas en Acción advierte de que este plan abre una rendija para que la caza continúe en el parque nacional, situado en las provincias de Ciudad Real y Toledo, bajo el “término eufemístico de control poblacional y de la figura del profesional especializado”, lo que permitiría a los propietarios de fincas seguir abatiendo animales.

El fracaso de las medidas adoptadas se debe a la mala gestión de las fincas privadas cinegéticas (un 44% del parque), muchas valladas y en las que se ha alimentado a los ciervos, y de las públicas (un 56% del terreno), en las que no se ha llegado a extraer a todos los ungulados que preveía la Administración, asegura el documento. Esa sobreabundancia provoca la degradación de los hábitats de interés comunitario y la merma de biodiversidad, al perderse especies de flora de las que se alimentan los ciervos, lo que implica un impacto en otras poblaciones como el corzo, el conejo, la perdiz... Además, aumentan los riesgos sanitarios, sobre todo de que se extienda la tuberculosis entre estas poblaciones y que se expanda por las explotaciones ganaderas de los alrededores. La densidad adecuada sería 20 ciervos por 100 hectáreas. En la actualidad, en las zonas públicas es de 30 ciervos por cada 100 hectáreas y en las privadas varía mucho y oscila entre 20 y 44 ciervos.

Miguel Ángel Hernández, portavoz de Ecologistas en Acción, niega la mayor y mantiene que el plan parte de una idea preestablecida de que en Cabañeros hay muchos ciervos. “Puede haber partes del parque donde sí ocurra, pero en zonas públicas están muy cerca del objetivo que marca el plan como óptimo”, asegura. “Nosotros queremos un enfoque ecológico y si esta situación la ha provocado la actividad cinegética, que no vuelva y que quiten los vallados de las fincas privadas”, advierte. Hernández reconoce que hay daños en sistemas muy frágiles del parque como las zonas de turbera y prados húmedos, que les gustan a las especies silvestres, pero “no se tiene en cuenta lo que está afectando el cambio climático a la degradación de estos lugares”.

Ciervos, durante la berrea, en el parque nacional de Cabañeros, en una imagen de 2020.
Ciervos, durante la berrea, en el parque nacional de Cabañeros, en una imagen de 2020.JUAN MILLÁS

La directora adjunta de Parques Nacionales, Elsa Enríquez, considera infundado el recelo de los ecologistas en cuanto a que se abra la posibilidad de una caza encubierta. “El control no es una actividad de caza deportiva y comercial como hacían los cotos privados, lo que busca es la disminución del daño a la vegetación”, dice. Solo se realizará, añade, hasta que se recupere el equilibrio en el ecosistema. Por otra parte recuerda que “el plan director de la red de parques nacionales permite que los propietarios puedan intervenir en el control de las poblaciones, siempre bajo la tutela de la administración”.

Nadie quiere a los ungulados

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Aunque el principal método de captura en las fincas públicas de Cabañeros es en vivo, la mayor parte de los animales acaban siendo sacrificados. Nadie quiere a esos ciervos, por el temor a que puedan provocar una explosión demográfica o pérdida de diversidad genética. La captura en vivo, aunque tiene una mayor aceptación social, también es traumática para los animales, reconoce el plan. Se atrae a los animales hacia los capturaderos (trampas) con alfalfa hasta que se gana su confianza y entran en ellos. “Temprano a la mañana siguiente, no con pocas dificultades por el estrés que sienten los ciervos”, se cargan en un camión. En ese proceso “se producen algunas bajas”, muchas veces por choques y por daños entre los propios ciervos (puntazos). Cuando llegan a los corrales, se decide si se venden en vivo o se sacrifican con pistola de perno cautivo o, puntualmente, con arma de fuego autorizada, para comercializar la carne. A los jabalíes se los mata en la misma trampa “por la dificultad técnica de su manejo”, que implica “riesgo de accidente para las personas”. No hay otra opción, porque en un parque nacional no se puede matar a los animales con fármacos ni implantar un control de fertilidad, en parte por el coste económico.

Dos animales en el parque nacional de Cabañeros.
Dos animales en el parque nacional de Cabañeros.Beldad (EFE)

Tampoco se considera, por parte de la Administración, que los lobos puedan ayudar, al menos de momento. En primer lugar, porque no está previsto que la polémica especie llegue todavía de forma natural, aunque ya crían en provincias cercanas como Ávila y Segovia. Y, segundo, porque si lo hiciera, hay espacio para un máximo de tres o cuatro manadas, que no serían suficientes para conseguir una densidad natural de ungulados. Al biólogo experto en lobos Juan Carlos Blanco le asombra semejante afirmación, porque “si tienes una población densa de lobos y una de ciervos, sin ninguna duda los cánidos reducirían enormemente la población de ungulados”. Él considera que en Cabañeros cabrían como máximo tres manadas si hay mucho alimento, pero el lobo iría por todas partes y puede haber problemas con el ganado cercano.

El Gobierno tiene claro que las actuaciones de control “deben realizarse lo más urgentemente posible”. Hay que tener en cuenta que desde el 5 de diciembre de 2020 no se puede cazar de forma deportiva o comercial dentro de los parques nacionales, por lo que no se están abatiendo animales dentro de ellas, aunque se han concedido permisos excepcionales. Los propietarios de las fincas de Cabañeros mantienen un enfrentamiento con el Gobierno al que acusan de actuar con una “improvisación total”. A pesar de que es un problema que se arrastra desde hace años, “todavía no se han aprobado las indemnizaciones para los propietarios, ni han establecido los convenios para controlar las especies, una actividad por la que nos tendrían que pagar, porque eso cuesta dinero y no nos permiten explotar los puestos de caza”, explica Miguel Temboury, abogado de la Plataforma de Afectados por Cabañeros.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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