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La crisis del coronavirus
Tribuna
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De qué duda la gente que duda

Las personas remisas a vacunarse temen por su seguridad. No hay razón para ello

Javier Sampedro
Una mujer participa en una campaña de vacunación en Aragón.
Una mujer participa en una campaña de vacunación en Aragón.Servicio Ilustrado (Automático) (Europa Press)

La cifra de personas reacias a vacunarse no evoluciona bien. Si hace una semana era del 47%, ahora alcanza el 55%, ambos datos según el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), y los datos de otros países europeos son similares o peores. Un dato interesante en España es que, dentro de esa mayoría de remisos, seis de cada diez se vacunarían si se lo aconsejara su médico, lo que añade una carga adicional sobre los centros de atención primaria, por si les hiciera falta alguna más. El personal sanitario tiene ahora que convencer a sus pacientes de que deben vacunarse. He aquí algunos argumentos que pueden usar.

¿De qué duda la gente que duda? Aunque habrá de todo, desde el candoroso que se ha tragado la sandez del chip de Bill Gates hasta el integrista que abomina de cualquier contribución de la industria farmacéutica, parece imposible que el 55% de la población española viva en el planeta Mongo. España es todo lo contrario de un país antivacunas, pues el 95% de los padres vacunan a sus hijos siguiendo el calendario oficial. De lo que dudan los que dudan es de su propia seguridad. Saben que las tres primeras vacunas en llegar a la meta (Pfizer, Moderna y Astrazeneca) han batido todos los récords históricos de velocidad, y consideran eso un riesgo para su salud. Y el caso es que es cierto que la comunidad científica tiene aún reservas, pero ninguna de ellas se refiere a la seguridad del producto.

Una incógnita legítima es la duración de la inmunidad tras recibir la vacuna. Unos pocos casos registrados de reinfección –gente que ya había pasado la covid y vuelve a contraerla unos meses después— han puesto este asunto sobre la mesa, y los ensayos clínicos de las vacunas aún no han durado lo suficiente como para evaluar ese parámetro. Pero esto no tiene la menor relación con tu riesgo como individuo. Estarás protegido un tiempo en lugar de no estarlo en absoluto, y lo peor que te podría pasar es tener que vacunarte otra vez. Ojalá todos los peligros fueran como ese.

Lo más difícil de transmitir en una pandemia es que las medidas no son para ti, sino para el colectivo

Otra duda legítima es si estas vacunas solo protegerán a quienes se las ponen, o también a sus contactos. De nuevo, es pronto para saberlo, aunque la investigación es intensa. Y de nuevo, esto no tiene nada que ver con tu seguridad individual, sino con la propagación del virus por la población. Aun cuando todo vaya lo peor posible, harás mejor en vacunarte que en no hacerlo. Otra cuestión abierta es si las tres vacunas protegen a los mayores y a los niños, y en qué medida, lo que vuelve a ser por completo ajeno a tu seguridad individual. Son problemas que deben preocupar a los gestores sanitarios, y sobre los que habrá que hacer seguimientos de la población vacunada para aportar datos valiosos, pero que no constituyen ningún problema para las personas. Lo más difícil de transmitir en una pandemia es que las medidas no son para ti, sino para el colectivo. Dígaselo a sus pacientes.

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