Aragonès en calzoncillos
La periodista Magda Gregori intenta mostrar en su nuevo libro el perfil más personal de quien se perfila como candidato de ERC a la Generalitat
Es condición 'sine qua non' del periodismo luchar para llegar al fondo del asunto. Otra cosa es que el camino a recorrer para cumplir con ese principio deontológico esté lleno de obstáculos y casi siempre haya que resignarse con la composición más honesta y completa posible. Y a rezar para que el lector quede satisfecho. Cuando esto se traslada a un libro periodístico sobre un personaje, el ideal es lograr llegar al final del estriptis. Tampoco es una tarea fácil.
El vicepresidente de la Generalitat y líder de Esquerra, Pere Aragonès, participó este miércoles en la presentación del libro que sobre él ha escrito la periodista leridana Magda Gregori ('Pere Aragonès, el independentismo pragmático', Pòrtic). Y de la boca del más que seguro presidenciable de los republicanos en las futuras elecciones catalanas salió la confesión sobre el alcance de la obra: “El libro no es un estriptis del todo, tal vez puede ser que me quede en calzoncillos”.
Y ¿cómo es el hombre fuerte de Esquerra en calzoncillos? Aragonès no es precisamente un político que se haya prodigado en entrevistas de profundidad y mucho menos en las que se ponga primero al personaje por encima dell político aplicado, cartesiano y que lo ha hecho todo en ERC. Precisamente ese es el valor del libro de Gregori, que la autora confiesa que empezó a escribir en 2018, justamente cuando la carrera del vicepresidente tomó fuerza ante las circunstancias a las que se enfrentaba la dirección de Esquerra, con Oriol Junqueras en prisión preventiva por un delito de rebelión y Marta Rovira huida de la justicia española en Suiza.
De entrada, Aragonès acepta que es un hombre muy reservado. “Para la gente que venimos de una militancia muy centrada en la organización, las individualidades nos sobran. Por eso soy cauto”, confesó ante las decenas de personas reunidas en La Casa del Libro de la Rambla de Catalunya, en Barcelona. Acompañado de familiares, muchos cuadros y consejeros del partido (prácticamente ninguna cara del mundo económico), el líder de Esquerra dejó claro que no se abre con facilidad. Y que cuando era niño, antes que darle a la pelota con sus compañeros, prefería ser el árbitro del partido.
Si Gregori consiguió desabrocharle algún botón a la camisa de Aragonès, la periodista Neus Tomás, que copresentó el acto, le quitó el abrigo y los pantalones de un tirón. Le preguntó si por sus orígenes acomodados en Pineda de Mar (Barcelona) no se debería haber sentido más cercano a Convergència Democrática. Silencio en el auditorio. “Hace 22 años, los convergentes acababan de hacer presidente a José María Aznar. ¿Cómo podría uno acercarse a una formación así, que además no era independentista?”, explicó Aragonès.
El vicepresidente confesó que recuerda, cuando solo tenía 10 años, ver las informaciones sobre las redadas de miembros de Terra Lliure antes de los Juegos Olímpicos de 1992. “Están deteniendo a los nuestros”, se decía a sí mismo entonces, recordó. Aragonès se encontró con algunas de esas personas después en el partido, como Jaume Oliveras (condenado por la Audiencia Nacional y posteriormente indultado) y no oculta su admiración hacia ellos.
En el libro, explica Gregori, el vicepresident también confiesa que su familia siempre entendió su militancia política de izquierdas, republicana e independentista, pero que sí hubo una petición: “Haz lo que creas pero que no tenga que ir a buscarte a la comisaría”. Tomàs contraatacó: "¿Le daría el mismo consejo a su hija (de pocos meses de edad)?". Aragonès presumió -un poco- de que él estaba en la manifestación de la Diada muchísimo antes de que se convirtieran en actos multitudinarios. “Si tuviera 20 años menos, ¿habría estado en Urquinaona [en las protestas tras la sentencia del procés, que dejaron numerosos destrozos]?” insistió Tomàs. “No lo sé”, respondió Aragonès. Otro silencio incómodo en el espacio de La Casa del Libro. El líder de Esquerra pasó entonces a loar a los jóvenes que llenaron las calles durante esos días en Cataluña: “Tiene mucho más valor la juventud que ahora da el paso al independentismo, con el actual contexto, que lo que hacíamos nosotros hace 20 años”.
Aragonès también explicó que le cuesta conciliar pero que su mujer “entiende sus responsabilidades”. La paternidad le ha tocado profundamente: “Lo que antes era importante, la reunión, esa modificación del expediente tal o de la partida presupuestaria pasa a ser absolutamente innecesario”. Y también deja entrever ese humor “inglés”, con cierto punto ácido, que sus estrechos colaboradores dicen que tiene pero que no le llega al gran público. “¿Hijos? Como mínimo dos, para cubrir las pensiones”.
Cuando se acerca una cita a las urnas, los libros sobre políticos suelen aparecer como setas. El texto sobre Aragonès seguro que se inscribe en ese contexto, en una Cataluña que padece de una eterna campaña electoral. “El independentismo pragmático es el que quiere hacer la independencia y trabaja para conseguirla. Y aprovecha todos los ámbitos, que no se tapa los ojos ante las dificultades, que las quiere ver para superarlas. O repensamos el país territorialmente o no tendremos futuro. Tendremos la república catalana en un desierto. Tenemos que repartir oportunidades”, resumió Aragonès.
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