Ser enterrado en una catedral sin ser rey
Tras un decreto papal, las iglesias empiezan a incorporar columbarios para las cenizas de difuntos
Teresa Trabalón (58 años) entra en la Catedral de la Terrassa y se dirige directamente a una de las capillas laterales. Sus paredes son cuadrículas de mármol. Se acerca a un frontal, pintado con una imagen de La última cena, y coloca suavemente la mano en uno de los rectángulos de la columna 25. Allí yacen las cenizas de su marido, fallecido hace 13 meses. Cuando a Teresa le comentaron la existencia de los columbarios en la Catedral del Sant Esperit, en pleno centro de la ciudad, no se lo pensó. “Es una zona por donde acostumbrábamos a pasear y es un espacio que te da paz”, comenta.
La posibilidad de depositar las cenizas de difuntos en iglesias es reciente, solo tres años y medio, y lo es a raíz de una instrucción del Papa en que aseguraba que “la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma”. Pero sí indicaba que las cenizas debían permanecer “en lugar sagrado”, rechazando que se esparcieran o se mantuvieran en casa. El escrito papal abrió el melón de un nuevo hábito, y también de un nuevo nicho de negocio.
La empresa Coral Memorial cogió el guante lanzado por el Papa. Y en noviembre de 2017 inauguraba su primer columbario, precisamente en la Catedral de Terrassa, que cuenta con 899 espacios para urnas, de los cuales 120 ya tienen dueño. “Vimos que era un tema de futuro porque las incineraciones es una práctica en aumento”, admite Fidel Catalán, rector de la parroquia del Sant Esperit. Entre las diócesis de Terrassa y Barcelona, ya hay 18 iglesias con columbarios. Rubén Tamarit, presidente de la empresa, admite que hay clientes que se sorprenden. “Me dicen, ‘si yo soy trabajador, no empresario’. Lo que hace esta iniciativa es democratizar el acceso a la iglesia y recuperar la tradición de las iglesias que antiguamente tenían al lado el cementerio”.
Para desarrollar el proyecto, parroquia y empresa firman un convenio -con el permiso previo de la diócesis- por el cual la firma asume el coste de la instalación de los columbarios y, en el caso de Terrassa, paga a la parroquia un porcentaje del alquiler de cada columbario. La concesión del espacio a la empresa es de 25 años, que pueden ser renovados o, en caso contrario, la iglesia asume la gestión. “Los columbarios no son un tema de negocio, sino pastoral. Pero unos espacios ocupados deben generar beneficio”, admite el párroco egarense.
El coste de depositar las cenizas oscila entre los 400 euros de una urna individual durante dos años hasta los 5.000 euros por un espacio familiar para cuatro urnas durante 25 años, según los precios de Coral Memorial. A esto hay que añadir las tasas de incineración, que son de 360 euros, según Cementeris de Barcelona, mientras que un entierro convencional oscila entre los 444 (tasas y alquiler de la tumba a cinco años) y los 630 (tasas y alquiler a 15 años).
El precio es, precisamente, uno de los motivos del aumento de las incineraciones de los últimos años. Los datos de Cementeris de Barcelona -de los pocos que los ofrecen con detalle- muestran que en 2010 las incineraciones suponían el 42,6% del total, mientras que el año pasado ya eran el 51,6%. Pero en esta tendencia alcista influyen otros factores. “Las costumbres sociales evolucionan y ello se traslada al ámbito funerario. Cada vez hay más fórmulas para despedir a los difuntos. Además, hay un proceso de secularización de la ciudadanía y una mayor diversidad religiosa”, abunda Miquel Trepat, director general de Cementiris de Barcelona.
Para dar respuesta a esta demanda, además de los cementerios, han aparecido iniciativas menos convencionales de columbarios, como los ubicados en estadios de fútbol. El RCD Espanyol abrió su espacio memorial en 2009 con 1088 columbarios, de los cuales ha vendido 50. “Básicamente son aficionados o accionistas. Había muchas peticiones de seguidores porque el fútbol es sentimiento. Además, las familias aprovechan los días de partido y vienen a visitar a sus familiares”, explica el responsable del área de Patrocinio del club, Toni Alegre.
Ahora, los columbarios en las iglesias irrumpen como alternativa a los cementerios, que también buscan innovar en los espacios para cenizas. “Los cementerios acostumbran a estar en lugares más alejados, en cambio, en la iglesia te permite visitar a los difuntos al lado de casa, además de fortalecer la vinculación con la parroquia”, subraya Joan Obach, delegado diocesano de pastoral sacramental del arzobispado de Barcelona. “El cementerio está lleno de carga negativa y, a veces, se dan situaciones incómodas, mientras que estos espacios ofrecen más paz y serenidad para estar cerca de los familiares”, comenta el empresario.
Cuando Teresa buscaba un lugar donde depositar las cenizas de su marido optó por la catedral, pero solo temporalmente. En unos meses, cuando la herida por la pérdida empiece a sanar, su intención es trasladarlas en una planta hasta la montaña de Montserrat. “El duelo es una fase. Al principio, necesitas hablar con él, pero llega un momento en que lo debes dejar ir para que esté en paz, y nosotros también”.
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