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En la entrañas del Raval de la vampira

Nora Navas da vida a Enriqueta Martí, la exprostituta acusada de terribles asesinatos en los bajos fondos de la Barcelona de 1912, en la película que está rodando Lluís Danés

Roger Casamajor (de espaldas) y Nora Navas en pleno rodaje, en la celda de la Vampira.
Roger Casamajor (de espaldas) y Nora Navas en pleno rodaje, en la celda de la Vampira.t. p.
Toni Polo Bettonica

Mañana fría de enero. Polígono industrial de Ca N'Oliveras, en Martorell. Una nave de 5.000 metros cuadrados ha sido convertida en el Raval de 1912 durante los 23 días que hace que dura el rodaje de La vampira de Barcelona. La película descubre el drama tétrico, crítico y oscuro que se esconde detrás el mito de Enriqueta Martí, la exprostituta que, según las crónicas, cometió los peores crímenes imaginables en los más bajos y miserables fondos de la Barcelona modernista y burguesa. Tres días más y esto estará hecho. “Un récord, creo”, dice el director, Lluís Danés. “Es una pena tener que rodar en tan poco tiempo, pero la situación es la que es. ¡Y lo que estamos haciendo mola mucho!”

Un hombre sale de la inmensa nave y, al solecito, se desabrocha el abrigo, como si hiciera más frío dentro que fuera (efectivamente, hace más frío dentro que fuera). Lleva un lustroso vestido de lacayo, o de guardia de hace un siglo. El figurante saluda con un gesto al grupo de periodistas que aguardan para visitar el rodaje y se enciende un cigarrillo. Anacronismos que nos brinda el cine... David Masllorens, director de producción de la película, invita los visitantes a pasar y a permanecer en silencio cuando toque. “Toda la película está aquí dentro”, dice. Y la comitiva entra. Con los abrigos bien abrochados.

Dentro encuentran la celda donde muere Martí; la habitación de la pensión donde se aloja el periodista que investigará el caso, que es el mismo espacio donde se ruedan las escenas de la casa de la Vampira; el prostíbulo, lugar aprovechado también (paradojas no tan casuales) para representar el noble salón de los espejos del Liceo. “En estos decorados nada es literal, todo es onírico, simbólico, una estética conceptual para transmitir emociones”, explica Danés, que se declara un enamorado de los platós como mundos de fantasía que permiten que el espectador abra su imaginación. “Cercanos a los universos de Fellini”, aclara.

Lluís Danés, en el silencio del rodaje.
Lluís Danés, en el silencio del rodaje.t. p.

Así, las paredes de las calles que estrangulan el Raval están hechas de sacos, “un mundo remendado, incómodo, oscuro”, dice Masllorens. Igual que los espacios interiores, las calles también son reconfigurables: más anchas o más estrechas, plazas, pasajes para caballos. Da la impresión de que por cualquiera de estos callejones te pueda asaltar en cualquier momento Jack el Destripador o pueda aparecer Oliver Twist. Hay que aprovechar los recursos al máximo. Casi no hay exteriores. La película transita entre el mundo de los sueños y la realidad. “No me interesa reproducir perfectamente el Raval de 1912, sino explicar los espacios de manera conceptual”, comenta el director.

La escena del día es una de las importantes del film. Sólo se puede contar que es la primera visita que hará el periodista Sebastià Comas (Roger Casamajor) a Enriqueta (Nora Navas) en la celda de esta. “Se está hablando mucho del tema en la prensa”, explicará Danés, “se están vendiendo muchos diarios y Comas le quiere hacer una foto a la Vampira”. El equipo lo tiene todo a punto. “Silencio!” y, por narices, se hace el silencio más absoluto. Las voces de los actores solo las oyen los técnicos por auriculares. El silencio es total. Da miedo moverse un centímetro... Un grito, y se recupera el alboroto: “¡Ya la tenemos...!” Pero... “Ojo, vestuario, a la monja no se le ve la cruz ahora”. Cualquier detalle es importante.

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Decorado de uno de las calles del Arrabal.
Decorado de uno de las calles del Arrabal.t. p.

“La de la Vampira del Raval es una historia válida para cualquier lugar y época. Si no fuera así, no me interesaría”, dice Lluís Danés, contento por cómo está yendo su primer largometraje de ficción, que se estrenará en otoño. “Hay que denunciar los abusos, siempre, sean de los curas o de los poderosos. Creo que esta película es un thriller, un cuento, un relato gótico, oscuro, mágico... pero, sobre todo, es una patada en la boca a los abusadores, porque este tipo de hechos continúan pasando”. Porque la película, parida a partir de las crónicas de la época y de la colaboración de la historiadora Elsa Plaza, descubre un caso en el cual se buscó una cabeza de turco en los bajos fondos para esconder una situación terrible de abuso de menores que llevaba irremediablemente a las clases poderosas de Barcelona.

De alguna manera, esta Vampira es una narración en forma de cuento tradicional: “Explicamos Hansel y Gretel en toda regla”, dice Danés, “porque Enriqueta Martí es el paradigma de la bruja, pero acabamos viendo que los monstruos, en realidad, no son los que nos dijeron”. Nora Navas, vestida todavía con los trapos que llevaba el Enriqueta a la celda (y, evidentemente, bajo un abrigo muy grueso), coincide plenamente y va más allá: “Ves que mi personaje era una más de tantas mujeres solitarias que fueron curanderas y prostitutas y que pagó por las culpas de miembros del alta sociedad. Para mí no fue nunca una asesina... ¡Yo la quiero mucho!”, confiesa la actriz.

Con el ‘Titanic’ se hunde toda una clase social

Lluís Danés subraya que es importante tener presente el momento histórico de la película: "Han pasado pocos años desde la Semana Trágica [1909] y faltan pocos para la huelga de la Canadiense [1919], es el año en que se hunde el Titanic con todos esos ricos a bordo, igual que se está hundiendo esta alta burguesía", dice el director. "Con escenas en color, otras en blanco y negro, y con el rojo de la sangre muy presente, nos sumergimos en un Raval donde se amontona la clase obrera más pobre de una Barcelona casi medieval". Es la época en que se está abriendo la Vía Laietana y miles de obreros son absorbidos por el Raval. "5.000 niños, hijos de prostitutas, pululan por las calles y muchos acaban siendo juguetes sexuales en juegos perversos de las clases más altas".

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Sobre la firma

Toni Polo Bettonica
Es periodista de Cultura en la redacción de Cataluña y ha formado parte del equipo de Elpais.cat. Antes de llegar a EL PAÍS, trabajó en la sección de Cultura de Público en Barcelona, entre otros medios. Es fundador de la web de contenido teatral Recomana.cat. Es licenciado en Historia Contemporánea y Máster de Periodismo El País.

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