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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bola de Nieve se reía a carcajadas de felicidad

Martirio y Chano Domínguez homenajearon al cantante cubano

Martirio y Chano Domínguez en el Barts.
Martirio y Chano Domínguez en el Barts.Lorenzo Duaso

Hacer un homenaje a Bola de Nieve presenta una enorme dificultad: es imposible acercarse interpretativamente a un músico tan genial e irrepetible como él sin caer en la parodia. Dificultad que conlleva ya una liberación formal: no vale la pena intentarlo. Así deben haberlo entendido Martirio y Chano Domínguez en esta nueva colaboración (la última fue hace quince años) en la que rinden pleitesía al gran artista mundial, como decía una de sus canciones, pero lo hacen a su manera, utilizando el repertorio de Bola pero haciéndolo suyo, llevando su espíritu hasta el escenario sin dejar de ser ellos mismos, sin concesiones.

Y en eso radica el gran interés de esta nueva propuesta del dúo andaluz: un Chano apabullante en el piano y una Martirio dominando totalmente el escenario con un puñado de canciones que, aunque el original no pueda escapar de nuestro subconsciente, suenan frescas, dramáticamente alegres y terriblemente infecciosas.

Seguro que el jueves desde el Olimpo Ignacio Villa, Bola de Nieve para todo el mundo, se reía a carcajadas de felicidad como las que solía desparramar sobre su piano.

MARTIRIO Y CHANO DOMÍNGUEZ: A BOLA DE NIEVE

Barcelona Jazz Festival

Sala Barts, 28 de noviembre de 2019

Además en el Barts se conjuraron esa noche algunos espíritus yoruba ya que se trataba del mismo escenario que Bola de Nieve pisó a finales de los años cuarenta durante su única visita a Barcelona cuando el local del Paralelo se llamaba Gran Teatro Español y él aprendió El desembre congelat que inmediatamente incorporaría a su repertorio en un chispeante catalán.

Comenzó la velada por todo lo alto con un Chano exuberante sobre el teclado paseándose por esa tierra de nadie tan suya en la que confluyen todos los estilos y que esa noche desprendió chispas latinas. Un soberbio aperitivo de lo que se nos venía encima.

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Y apareció Martirio con vestido bordado en tonos oscuros y chispas brillantes, enormes collares negros de bolas, discreta peineta y flor roja tras la oreja. Al abrir los brazos parecía sacada de un póster de Mucha, solo desentonaban sus eternas gafas de sol. Tú no sospechas abrió el recuerdo al gran Bola de. Seguirían otras canciones tan entrañables como Si me pudieras querer, Ya no me quieres, Alma mía o Vete de mí. Y entre ellas una interpretación memorable de La paloma con letra de Rafael Alberti, otro admirador de Bola al que llamaba el Lorca negro, y que Chano y Martirio convirtieron en una oda a la paz.

Martirio se acercó algo a la interpretación del músico cubano cuando entonó sentada su entrañable Drume negrita a alguna negrita invisible meneándose en su cuna o atacó para acabar oficialmente el concierto su desacomplejada versión en francés de La vie en rose incluso coreada por el público.Y con el ambiente totalmente caldeado llegó en los bises un divertido Vito Manué y el ritmo contagioso del Manisero marcó el colofón final a una gran noche de recuerdos pero sobre todo de música en tiempo presente, sin nostalgia alguna.

A lo dicho: seguro que escondido en algún recóndito rincón del Gran Teatro Español el espíritu de Bola se reía a carcajadas de felicidad.

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