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El DNI en jeroglíficos de los antiguos egipcios

El Museu Egipci de Barcelona abre una exposición que rastrea la identidad de hombres y mujeres de la vieja civilización del Nilo

Jacinto Antón
Imagen de la exposición 'Dones i homes de l'Antic Egipte'.
Imagen de la exposición 'Dones i homes de l'Antic Egipte'. EFE

Los antiguos egipcios no usaban DNI, obviamente (y es una pena porque disponer del de Tutankamón nos aclararía muchas cosas, incluidos padre, madre y domicilio), pero las identidades de muchos de ellos han pervivido durante un tiempo asombroso y han llegado hasta nosotros gracias sobre todo a las inscripciones funerarias. En estas, grabadas en las paredes de sus tumbas, en objetos y en estatuas, figuran, de manera similar en nuestros carnés de plástico, datos básicos de hombres y mujeres de la vieja civilización del Nilo. Entre otras cosas, sus profesiones: escribas, jardineros, portadores de ofrendas, nodrizas, cantantes, o cargos curiosos como "asistente de la mesa del gobernante" o "supervisor de la sal".

Ahora, una exposición temporal en el Museu Egipci de Barcelona arroja luz sobre algunas de esas personas al otro lado del océano del tiempo a través de medio centenar de objetos, sobre todo estatuas. Dones i homes de l'Antic Egipte (22 de octubre al 24 de mayo) se ha confeccionado con material de la colección del propio museo pero incluye algunas piezas inéditas. Entre lo más destacable, la estatua en arenisca de Amenhotep, identificado como vigilante del almacén de Amón e inspector de los jardines del dios, o sea un funcionario del templo de la divinidad; la de Pentaur, subdirector del tesoro real, en piedra calcárea (ambas del Imperio Nuevo) o el cartonaje (cobertura antropomorfa y pintada de la momia) de Djedmontuiuesankh, una Dama de la Casa —responsable de las labores domésticas— del Imperio Medio cuyo marido, por cierto, según consta también en la pieza, respondía al curioso apodo de Pamiu (“el gato”).

El fantasma del samurái

En otro orden de cosas, la directora del museo, Mariàngela Taulé, ha explicado una interesantísima historia relacionada con una impresionante armadura completa de samurái que recaló en el centro para su estudio y restauración y a la que, por lo visto, no le gustó nada estar allí entre momias y objetos egipcios, que no tenían nada que ver con ella, claro."Pasaron muchas cosas malas, como si llevara una maldición, incluido un problema con el sistema informático", ha musitado Taulé. Ya es curioso que en un museo egipcio el fantasma sea japonés.Afortunadamente la armadura del samurái, digna de una película de Kurosawa, siguió su camino para exponerse en el hotel Urban, que Jordi Clos tiene en Madrid.

Jordi Clos, presidente de la fundación arqueológica de la que depende el museo, ha explicado esta mañana al presentar la exposición que han decidido no aplazar su inauguración a pesar de los alborotos y disturbios de estos días. “La vida tiene que continuar con normalidad”, ha reflexionado (y más aún la vida de las momias, pobrecitas). La exposición, ha proseguido Clos, se enmarca en el programa de muestras temporales con el que el museo pretende permanecer activo e incitar al público a que lo visite constantemente. “Queremos que no valga decir 'yo ya he estado en el Museu Egipci'", ha recalcado. La nueva exposición “no va de faraones ni de dioses sino de gente más común y corriente de Egipto, nobles y funcionarios”. Algo así como la clase media del Estado egipcio, aunque desde luego allí no había nada parecido a este concepto y todas las personas de las que se ha conservado su identidad eran personajes con rango y con posibilidades de disponer de ajuar funerario con su nombre.

Ha explicado Clos que los que aparecen en la muestra son hombres y mujeres identificados por sus nombres, sus títulos y sus parentescos, de alguna manera, pues, gente con una suerte de DNI. La muestra examina sus nombres y sus cargos y sus funciones, lo que sirve para humanizar a los personajes y acercárnoslos. El empresario y coleccionista ha destacado en la muestra la estela de falsa puerta —elemento de la tumba que comunicaba el mundo de los vivos con el de los muertos— y que en este caso pertenece a un hombre llamado Khuenptah y a su madre Meritites (“amada de su padre”), que era nada menos que supervisora del templo del culto funerario del faraón Keops (resulta muy emocionante leer el nombre del rey en el objeto). Ha señalado asimismo la escultura sedente de Gemefsetkap que tuvo cargos como el de profeta de Isis y sacerdote de Sobek, un puesto delicado pues incluía el culto a los cocodrilos vivos que eran una de las formas del dios. Figuran en la muestra una curiosa representación de una concubina “con un tratamiento del área púbica difícil de explicar”, según la algo pacata información de la cartela, y la de otra, destinada a acompañar a un difunto, enigmáticamente burda, en terracota.

En la visita a la exposición, ordenada cronológicamente, el egiptólogo y conservador del museo Luis Manuel Gonzálvez, ha destacado que han aprovechado la misma para tratar de extraer el máximo de información a las piezas que se exponen. "Cada una, y cada personaje a la que se refieren, tienen una pequeña historia que hemos querido desvelar". El erudito Gonzálvez ha explicado que un título como el de Hori, "asistente de la mesa del gobernador", normalmente estaba asociado a huérfanos amparados por el Estado. Vamos como si en el DNI te pusieran de nombre “Expósito”. Ante una vitrina al final del recorrido llena de ushebtis, figuritas funerarias, ha señalado cuánta información aportan sus inscripciones, como la de Amenopet ("Amón está de fiesta") cuyo oficio, amen del cargo de "jefe de los secretos", era “dibujante principal del templo de Amón” o sea, el escriba que dibujaba los contornos de las figuras.

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El conservador del museo, atrapado con las momias

El egiptólogo Luis Manuel Gonzálvez, conservador del Museu Egipci, tuvo que quedarse el otro día a dormir con las momias ante la imposibilidad de abandonar el centro, situado en la calle de Valencia, entre paseo de Gràcia y  Pau Claris, a causa de las protestas callejeras y tumultos por la sentencia del procés. "Era imposible salir con la que estaba cayendo y tenía que estar al día siguiente para las actividades programadas", explica el egiptólogo. "El museo ha estado en la zona cero de las protestas y de los tumultos", abunda la directora del mismo, Mariàngela Taulé, "Estamos pensando en poner una vitrina con los proyectiles de diverso tipo han que entrado por arriba", añade con ironía. Las dos jardineras de la entrada fueron las primeras víctimas de las algaradas. Las momias y esculturas egipcias, que a lo largo de su existencia, han debido ver de todo —la turbulenta época de Akenatón o los desórdenes del Primer periodo intermedio no habrán sido menos agitados que el procés- no aparentan haber estado tan alarmadas como sus cuidadores.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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