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Luis Piedrahita, la poesía de las pequeñas desgracias

El humorista estrenó el viernes su nuevo show, 'Es mi palabra contra la mía'

El humorista Luis Piedrahita el pasado lunes.
El humorista Luis Piedrahita el pasado lunes.Santi Burgos

El humorista Luis Piedrahita asegura que su nuevo monólogo es lo mejor que podría escribir ahora mismo. Es mi palabra contra la mía se estrena el próximo viernes 4 de octubre en Callao City Lights pero no habla de llevarse la contraria a uno mismo: “Hablo yo con lo cual sí que es mi palabra, y me contradigo pero también me doy la razón. En realidad el título no tiene nada que ver con el espectáculo, pero sí creo que funciona como biopsia: si a alguien le parece ingenioso, el espectáculo le hará gracia”.

El coruñés, detrás de sus gafas y su peinado icónicos, vuelve al ruedo para seguir haciendo reír sobre la condición humana: “Trata de que nadie está contento con lo que le ha tocado. Los niños quieren ser mayores porque piensan que hacen lo que les da la gana y los adultos quieren volver a la infancia. Es un complot: todo el mundo piensa que el otro hace lo que le da gana, y en realidad nadie lo hace”.

El cómico, que también ha mostrado su faceto como mago en el programa televisivo El Hormiguero, se centra en su especialidad: las cosas pequeñas, aunque esta vez con un tono más amargo. “Habla de esas miserias cotidianas que todos vivimos, esas pequeñas malas noticias, esos sinsabores del día a día. Reírnos de ello es lo único que lo hace llevadero. La tesis del espectáculo es que es el humor el que hace la vida soportable”, explica días antes del estreno. Cuenta un chiste de aperitivo: “El sexo en el matrimonio es como ir a los museos de tu ciudad, que puedes ir siempre pero nunca vas. Aunque si estás en otra ciudad te apetece ir a todos”.

Piedrahita hace humor con la misma filosofía con la que vive. Para él, asegura, hay dos maneras de estar en el mundo: construir lo que a uno le gusta o destruir lo que no le gusta. “Me gusta entender el humor como un arma de construcción masiva. Yo me permito el lujo de hacer un humor más cercano al surrealismo, a la imaginación y a la poesía”. Tiene la certeza de que aquellos a quienes él destruiría, “los malvados”, no lo serían tanto si leyeran un libro. “Creo que Donald Trump no sería como es si leyera una novela. Intento que en mis espectáculos haya poesía para que le llegue a un niño y no tengamos otro Trump en el futuro”.

El humorista guarda un cuaderno en cuyo lomo ha escrito el título de su último monólogo. No tiene ningún reparo en enseñarlo; lo único que le da miedo es dejar un día de llenar páginas. “Me aterroriza no tener ideas tan buenas como las que tuve. Es mi palabra contra la mía es mejor que el monólogo anterior, pero mi problema es seguir haciéndolo bien. Se dice que la comedia es tragedia más tiempo pero yo que creo que la tragedia es humor más tiempo porque el humor envejece raro. Revisar ahora humoristas de los setenta es trágico”.

Piedrahita, fuera del escenario, también encuentra cualquier pequeña excusa para reírse. “Cuidado que se te enfría el foco”, le dice al fotógrafo, que ha colocado un flash en la nevera para la sesión.

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Durante los 20 años que lleva haciendo reír, nunca ha querido entrar a bromear con la política. “Siempre da para hacer bromas. Igual que decir tacos o un lenguaje vulgar te garantiza la risa. Pero mi humor no es beligerante”, explica, para después quitarse la razón: “El humor tiene que ofender a quien lo está pidiendo a gritos. Si alguna vez he ofendido a alguien, no es mi problema sino suyo porque le volverá a pasar”.

Un museo de idiotas

Asegura que no quiere hacer otra cosa que contar chistes “cada vez mejor”. Si le tocara la lotería, cuenta, simplemente se compraría una casa en el campo y trabajaría un poco menos. Sí que se ilusiona cuando explica una vieja idea en la que invertiría ese dinero: un museo de idiotas. “Buscaría a todos estos imbéciles que he tenido que aguantar en la vida. Se enfadarían. Pero yo les ofrecería cuanto quisieran cobrar por estar ocho horas en un pedestal con su nivel de idiotez y una pequeña historia explicativa debajo”. Él sería el comisario de la exposición, asegura, pero cualquiera podría proponer a sus bobos particulares. “Yo sería el que decide qué imbécil puede estar. Habría idiotas carísimos. Trump iba a costar”.

Qué: Es mi palabra contra la mía, Luis Piedrahita

Cuándo: Viernes y sábados, 20.30

Dónde: Cines Callao, Plaza Callao, 3, Madrid

Entradas: 16 euros

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