“Yo sé lo que es pasar hambre”
El Padre Ángel lleva más de medio siglo auxiliando a las personas más desfavorecidas de Madrid
El Padre Ángel (Mieres, 82 años) no es un cura tradicional. Su sueño era abrir una parroquia 24 horas al día. Lo cumplió en 2015, cuando le asignaron la iglesia de San Antón. Aquí ofrece sillón al cansado, enchufe al que agotó la batería del móvil y pan al hambriento. Lleva sembrando esperanza desde 1962, cuando fundó Mensajeros de la paz, una ONG que ayuda a los más desfavorecidos. El templo, en pleno barrio de Chueca, se ha convertido en un hogar para los sin techo. Todos quieren conversar con él, pero ha recibido una llamada, que descuelga.
- Jesús no puedo hablar, estoy en una entrevista.
Un mundo mejor es posible
El mundo hoy es mucho mejor de lo que fue hace 200 años, pero también hace 50 o apenas hace unos meses, cuando no existía un decreto para que los discapacitados pudieran votar, explica el Padre Ángel. Acaba de escribir un libro sobre ello. El sacerdote sostiene que la igualdad no es solo cuestión de dinero, sino de derechos, y que hoy se respetan más que nunca. Pero obras son amores: la organización que preside ha abierto tres restaurantes Robin Hood, donde se da de comer con dignidad a los pobres, y ha creado 11 hogares de oportunidad en las que viven 160 personas.
Deja su smartphone sobre la mesa y ante el asombro general, aclara: “Es un compañero sacerdote”.
¿Cómo se le da repartir hostias?
El evangelio dice hay que dar de comer a la gente: multiplicad los panes y los peces. Ojalá nosotros fuésemos capaces. Otros nos dan para que podamos dar.
¿Ha casado a homosexuales?
La Iglesia tiene unas normas que hay que respetar. Lo que he hecho es bendecir a personas que se quieren. Para bendecir no necesito permiso, eso lo puede hacer cualquiera.
¿Tiene detractores?
No tengo enemigos, aunque puede ser que haya a quien no le guste mi manera de actuar. En una ocasión iba a una reunión y uno de los míos dijo: “Ahí viene ese payaso”. Un periodista me bautizó como payaso de dios y me gustó.
¿Tiene miedo de que lo excomulgen?
No lo he pensado nunca. Para eso tienes que hacer algo malo, y yo no he hecho nada. Si he dicho algo que no gusta, he pedido perdón. Es mucho mejor pedir perdón que pedir permiso.
¿Cuándo recibió la llamada?
No soy de esos santos que meaban agua bendita. Cuando tenía siete años me preguntaron qué quería ser de mayor y contesté que cura porque el de mi pueblo ayudaba a viudas y huérfanos. Quería ser como don Dimas.
Era una España dura…
Es lo que nos tocó vivir, pero eso nos ayudó a compartir, a dormir en el suelo y a comer pan duro. No quiero esa España, pero me enseñó qué es ser pobre. Yo sé lo que es pasar hambre.
¿Bajó a la mina?
Mi padre y mis tíos trabajaban en ella y antes de ordenarme quería pasar por esa prueba. Nunca más he querido entrar porque vi lo duro que era. Muchos de mis amigos nunca salieron.
¿Dónde está Dios?
A veces yo también me lo pregunto. Dice el catecismo que está en todas partes.
¿La aporofobia se cura?
Tiene cura y se está curando. Los pobres molestan, pero nos puede pasar a todos. Aquí hay ingenieros, arquitectos y empresarios que lo han perdido todo.
¿Por qué lleva siempre la misma corbata?
Una vez fui a Argentina a ver a un presidente para que nos dejara repartir comida. Iba con corbata roja y me dijo el compañero que nos había dado suerte. La llevo desde entonces.
¿Le gusta el rojo?
Hay algunos que quieren ver en la corbata un significado político. Ojalá fuese rojo como los rojos de mi pueblo, que fueron a la cárcel por defender a los pobres y la libertad. Algunos me critican por ello, pero mi secretario general no es ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias, es el Papa Francisco.
¿Tiene ideología?
Claro que la tengo. Es como si me dijeran que no me gustan las mujeres, el vino o la música. Soy hombre. Cada uno tiene sus gustos y sus ideales. Aquel que diga que no los tiene le falta un tornillo.
¿Ha pensado en entrar en política?
Sí, porque es el arte de hacer el bien. Un mundo mejor solo lo pueden hacer los políticos, que construyen carreteras y suben las pensiones. No es posible que no se puedan poner de acuerdo.
¿Alguna penitencia para esos?
Cuando los cardenales no se ponían de acuerdo para elegir Papa estaban a pan y agua hasta que lo conseguían. Algunos dicen que habría que tenerlos así.
¿Hay crisis de valores?
Lo que hay es mucho agorero. Dicen, y lo dijeron incluso en la Plaza de Colón, que la familia está en crisis. No es cierto. Nunca se apreció tanto a los valores. Cuando vemos a alguien que roba, que engaña o que es corrupto, enseguida lo denunciamos.
¿Ha tenido alguna crisis de fe?
¿Quién no? Uno cree que todos los hombres deben ser ejemplares, pero los mitos se caen. Cuando veo ciertas muertes, sobre todo de niños o de personas que dejamos morir en el mar, no encuentro respuestas.
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