Los retrasos aligeran la pena a un guardia civil que robaba contenedores en el puerto
Tres años de cárcel para un sargento que colaboró con una banda en Barcelona
Jorge Hidalgo, líder de un grupo que robaba contenedores en el puerto de Barcelona, no está vivo para cumplir condena. Entre la celebración del juicio y la sentencia, Hidalgo se suicidó, desquiciado por los estibadores y enfadado con el sargento de la Guardia Civil que, con su presencia en los muelles, permitía la salida de camiones con la mercancía robada. El sargento, Santiago Viana, admitió su culpa en la vista y ha sido condenado por varios delitos a solo tres años y dos meses de cárcel gracias a la lentitud de la justicia: los hechos ocurrieron hace diez años.
En 2009, Santiago Viana fue nombrado jefe de la policía judicial de la Guardia Civil en el puerto con la misión de frenar la corrupción. Ese mismo año ya estaba trabajando codo con codo con Javier Hidalgo, alias El Puma, en un entramado criminal que robó “mercancía valiosa” cargada en contenedores. La organización también actuaba por encargo de terceros —por lo general, empresarios chinos— para sacar de la terminal camiones con tabaco de contrabando que posteriormente vendían en España y otros países.
La sentencia considera probados todos esos hechos por las conversaciones telefónicas y los seguimientos policiales, pero también por las declaraciones de los acusados. Hidalgo y Viana, entre otros, admitieron su responsabilidad. La Fiscalía pedía inicialmente 21 años y medio de cárcel para el sargento de la Guardia Civil. La condena final ha resultado ser mucho menor por el tiempo transcurrido desde entonces, que ha obligado al tribunal a aplicar al mando la atenuante de “dilaciones indebidas” en su modalidad de “muy cualificadas”.
La conclusión es que la pena ha quedado en poco más de tres años de cárcel por los delitos de asociación ilícita, hurto agravado, contrabando y falsificación de documentos. Viana deberá pagar una multa de 3,9 millones por el fraude del tabaco ilegal. La Audiencia de Barcelona ha condenado a otra decena de personas entre transportistas, estibadores y operarios del puerto de Barcelona.
Permitir la salida
El papel del sargento Viana era relativamente sencillo: informaba a El Puma de la llegada del contenedor al puerto y de si iba a ser sometido o no a control aduanero. Una vez localizado y cargado en el camión, el sargento aparecía por la cabina donde la Guardia Civil controla la salida de vehículos vacíos. Pese a que los camiones se marchaban con el contenedor encima, no eran sometidos a ningún control por la autoridad de Viana. Con unas herramientas, se abría el contenedor sin romper el precinto y se depositaba la mercancía en una nave industrial. Una vez descargado el material, el contenedor se rellenaba con agua y arena y se devolvía al muelle.
La empresa de perfumes Puig fue informada de que uno de sus contenedores llegó a Yeda (Arabia Saudí) cargado de bidones de agua. La denuncia activó la investigación, que desde entonces detectó otras operaciones sospechosas. Gracias a su posición privilegiada, Viana pudo obtener información para “detectar e identificar la posible presencia de miembros policiales operativos”, según la sentencia. Fue así como Jorge Hidalgo se percató de que había un vehículo camuflado de los Mossos d’Esquadra en el puerto.
En el juicio, Hidalgo decidió tirar de la manta. Explicó que trabajaba en una empresa de transportes y que, tras quedarse en el paro, se introdujo en el negocio. Dijo además que conocía a Viana desde los 23 años y que fue él quien le propuso esas operaciones. Viana controlaba la llegada de los barcos, mientras que él se limitaba, insistió, en asegurar que todos los pasos se hacían correctamente. El sargento incluso era el encargado de recibir el dinero y repartirlo entre todos los implicados. Aunque otros acusados solo admitieron los hechos de la Fiscalía, Hidalgo fue más allá y dijo que la banda tuvo tanta actividad que llegó a robar hasta “cinco contenedores al mes” en el puerto de Barcelona.
35.000 euros a los estibadores
En su declaración, el líder de la red detalló el papel clave de otro condenado, David M., que organizaba y controlaba a los estibadores, “imprescindibles” para mover contenedores. Según Jorge Hidalgo, los estibadores se llevaban una buena parte del botín. Un empresario chino, detalló, pagó 120.000 euros al sargento; tras coger su parte, éste entregó 3.000 euros a Hidalgo y 35.000 a David M. y su equipo de estibadores.
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