El deporte escapa al ‘procés’
La celebración de los World Roller Games en Barcelona refleja la buena sintonía entre las federaciones catalanas y las instituciones del Estado a pesar del clima político
La reunión se celebra en Madrid durante la aplicación del 155 en Cataluña. En un lado de la mesa se sienta Gerard Figueras, secretario general de Deporte de la Generalitat; en el otro, Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español (COE). El primero es partidario de celebrar un referéndum de autodeterminación en Cataluña; el segundo, defiende la unidad de España. La conversación tiene como objetivo poner en común las aspiraciones de la candidatura Pirineus-Barcelona para organizar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030. “Alejandro, voy en serio con este proyecto”, plantea Figueras. La iniciativa necesita la aprobación del COE, el organismo estatal con mayor vínculo con el Comité Olímpico Internacional (COI) para potenciar una candidatura olímpica. Cataluña necesita al resto de España. Y viceversa.
La charla va bien. Figueras es convincente y Blanco se muestra receptivo. España nunca ha organizado unos Juegos de Invierno, y la propuesta tiene el apoyo de la administración, el sector privado y los municipios pirenaicos. Los dos presidentes están en sintonía. “Vamos a trabajar por ello”, finaliza Blanco, “pero que te quede muy claro que no me vas a convertir al independentismo”, advierte con ironía. Los dos dirigentes se entienden y muestran su buena relación en público. “Yo tampoco voy a renunciar a la República”, responde Figueras.
La iniciativa del Govern es el mayor proyecto común entre mandatarios independentistas y estatales el último año. El deporte se convierte en un punto de encuentro: Barcelona cierra hoy los World Roller Games; el año pasado fue sede de los mundiales de pelota y de los Europeos de waterpolo, siempre con el apoyo de las federaciones españolas.
La capital catalana no acogía un mundial desde 2013, cuandofue sede de los campeonatos del mundo de natación, pero mantiene la deuda de recuperar un evento de primera línea acorde al legado deportivo de Barcelona y Cataluña en particular. La ciudad no alberga un partido de la selección española de fútbol desde 2004, y de baloncesto, desde 2012; y el proyecto de la nueva Copa Davis impulsada por Gerard Piqué se iniciará en Madrid.
Los Roller llegaron tras cuatro años de trabajo entre Ramon Basiana, presidente de la Federación Catalana de Patinaje, y Carmelo Paniagua, máximo dirigente de la española. Basiana estuvo a punto de conseguir en 2004 el reconocimiento de la Federación Internacional para la selección catalana, y Paniagua hizo todo lo posible para evitarlo, aún como vicepresidente. Antiguos adversarios, aliados actuales. Aquello es agua pasada. “Somos amigos”, explica, “y no hemos hablado ni un día de política. Ni un segundo en estos cuatro años. Este es nuestro éxito. Tenemos distintas ideas políticas y nos respetamos”. Basiana reconoce en público su independentismo. “Demostramos que las dos federaciones queremos a nuestro deporte. Cuando hay voluntad por ambas partes, ponerse de acuerdo es facilísimo”.
La capacidad del deporte para escapar del procés, sin embargo, parece reducirse cuando es la política la que entra primero en escena. No resulta sencillo conseguir “separar política y deporte”, uno de los mantras más repetidos por actores de los dos sectores. “Desde la política se utiliza el deporte para sacar pecho”, reflexiona Basiana. Su homólogo en la federación española va más allá: “Los políticos, que en su mayoría no son tontos, saben que el deporte da publicidad, y a veces quieren meterse. Lo hábil es que los que ya estamos en el deporte no nos metamos en política”.
Tanto Gerard Figueras como Basiana frecuentan reuniones con organismos de ámbito estatal, y su resumen es positivo. “No he encontrado ningún impedimento desde ninguna institución estatal”, asegura el presidente federativo. El secretario coincide: “Tampoco he tenido malas experiencias. El deporte es uno de los pocos espacios que pasa por delante de la política y se puede trabajar conjuntamente”.
Cuando el deporte une
La presidenta del Consejo Superior de Deportes (CSD), María José Rienda, exesquiadora, reivindica los valores de la competición: “El deporte une. Somos gente que conocemos la fuerza de la unión y el trabajo el equipo, a todos los niveles”. Paniagua tiene una solución atrevida, irónica, para la administración. “Sería bueno que Basiana y yo hiciésemos un clínic para políticos, una universidad de verano para explicar a los políticos cómo hemos trabajado dos personas que políticamente podemos pensar distinto, pero si el objetivo común es mutuo, hay que trabajar para conseguirlo”. Y sentencia: “A lo mejor muchos políticos deberían aprender de ello”.
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