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Crítica Musical

La Santa Compaña y la danza del vientre

La Real Filharmonía estrena con éxito la Suite Sinfónica nº 1 de Eduardo Soutullo sobre su ópera 'Romance de lobos'

Eduardo Soutullo y Paul Daniel, en el centro, ante la orquesta.
Eduardo Soutullo y Paul Daniel, en el centro, ante la orquesta.XAIME CORTIZO / RFG

La Real Filharmonía de Galicia ha celebrado un concierto dentro de las Xornadas de Música Contemporánea que, bajo el título general Diáspora, vienen celebrándose en diferentes salas de Santiago. En este concierto, celebrado en el Auditorio de Galicia, se ha llevado a cabo el estreno absoluto de la Suite sinfónica nº 1 de Eduardo Soutullo (n. 1968), con temas y fragmentos de su ópera Romance de Lobos. El libreto de esta ópera, de Arturo Reverter (n. 1941), está basado en el drama homónimo de Ramón María del Valle Inclán (1866 - 1936).

La suite de Soutullo, que abrió la segunda parte del concierto, muestra en todo momento su origen escénico. Desde el inicial clima de inquietud hasta el desenlace de la obra hay momentos de suspensión junto a otros dramáticos y líricos. A ello contribuye la idónea eficacia teatral de la orquestación. La dureza de algunos tutti contrasta con el clima logrado por el vibráfono percutido o frotado, así como con algunos cantos de las cuerdas (como el conjunto de violas y chelos hacia la mitad de la suite) y solos de instrumentos como la trompa o el clarinete. El fuerte carácter escénico de la suite despierta el deseo de gozar de la obra completa a quienes la viven como necesidad cultural. Ojalá sea pronto.

El concierto había comenzado con la obra Wiener Blut (Sangre vienesa), obra escrita en 1992 por el irlandés Gerald Barry (n. 1952). La obra, que se interpretaba por primera vez en España, fue servida con gran musicalidad por Paul Daniel desde su inicio en unísono. El sonido denso y compacto de las secciones de cuerdas de la Real Filharmonía de Galicia y el carácter de sus vientos fueron, en manos de su titular, el eficaz instrumento a que hace años está bien acostumbrado su público habitual.

La primera parte se completó con la Sinfonía de cámara para 15 instrumentos de John Adams (n. 1947). La lectura de Daniel hizo la luz sobre el complejo entramado contrapuntístico del primer movimiento. En esta labor, tuvo el inestimable apoyo de la batería marcando el ritmo con la constante eficacia -y en muchos momentos, incluso con el recuerdo sonoro- de un metrónomo mecánico. También destacó el lirismo del segundo y el jovial dinamismo del tercero.

Cerraba programa otro estreno en España: las Danzas sinfónicas, op. 64 del turco Fazil Say (n. 1970). Escritas por encargo del Winterthur Musikollegium suizo, son su obra más claramente inspirada por el folclore de su país. En manos de Daniel y la RFG, sus ritmos característicos fueron una constante invitación a la danza; a diferencia con obras más o menos bailables, en esta no se le iban a uno los pies. pero más uno tuvo serias dificultades para dejar quietas las caderas. Y a juzgar por el buen ambiente a la salida del concierto, va a ser verdad que la danza del vientre es sana física y emocionalmente.

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