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El Olot, un Athletic de Bilbao a la catalana

El club de la Garrotxa solo cuenta con jugadores formados en Cataluña, Valencia y Baleares, además de ser el único sin deudas económicas

Jordi Quixano
Simón, Reyes y Agustí, en el campo del Olot.
Simón, Reyes y Agustí, en el campo del Olot.Toni Ferragut (el pais)

Hace tres años se desmontó el invento. El equipo no ganó un solo encuentro fuera de casa y fue el más goleado de la categoría tras el colista, lo que consumó un descenso anunciado para el Olot a Tercera División tras tres años en su techo deportivo, Segunda B. “Ese día renació la idea del compromiso con la ciudad, la comarca y Cataluña porque perdimos nuestra dimensión y compromiso social”, explica el presidente del Olot, Juan Agustí; “y decidimos que todos los jugadores del equipo deben haber sido formados deportivamente en Cataluña o en los países catalanes como Valencia y las islas”. Un año después, el Olot volvió a Segunda B y ahí sigue atornillado, décimo en la pasada liga. Pero ya no ha vuelto a perder las raíces sino que con el paso del tiempo se subraya como un club diferente y ejemplar, toda vez que no tiene deudas económicas y está comprometido con el fútbol social e integrador.

Marca de la casa

La patente de competir exclusivamente con jugadores catalanes fue de Jordi Reyes, consejero de comunicación y mercadotecnia. “Muchos de los que juegan aquí son amigos de la infancia y hacer eso en Segunda B es muy complicado. Pero entendemos que el ser de aquí, el compromiso con tu club y tu tierra te da un plus enorme”, conviene Reyes. “No miramos la procedencia del jugador, sino que queremos que tengan un vínculo con lo nuestro y por eso para firmar con nosotros tienen que haberse formado aquí. Queremos ser un Athletic de Bilbao a la catalana”, enfatiza Agustí, que desvela que el club tiene un par de ojeadores en esas ubicaciones, además de controlar a los catalanes que compiten en el extranjero, pues hace un año se fichó a Alan Baró, que estaba en Australia. Una idea de sostenibilidad porque todo el dinero se queda en el territorio y que cuaja —en el primer equipo son 19 jugadores catalanes más uno de Valencia y otro de Baleares— y hace piña. Lo explica Héctor Simón, capitán del equipo que jugó en el Espanyol y el Girona, entre otros: “Somos gente de la zona, que nos vemos fuera del fútbol y que hemos convertido el vestuario en una familia. Es un orgullo defender esta camiseta porque aquí somos personas y luego futbolistas”. El problema, sin embargo, está en que no es sencillo competir con lo puesto de casa si no se tiene una economía solvente.

No miramos la procedencia, sino que se hayan formado aquí

Aunque el club no paga por utilizar las instalaciones del estadio municipal ni por los campos de Morrot, donde juega el fútbol base, no han sido pocas las veces que les ha tocado rascarse el bolsillo. Cuatro para ser exactos. Y ahí es donde estriba la diferencia con cualquier entidad porque es el único consejo de administración que tiene el compromiso de que las acciones no bajen un céntimo de los 25 euros que cuesta cada una; también el único club que presentó las cuentas con fondos positivos sin haber estado nunca en Segunda.

“Desde que llegué siempre me han pagado puntualmente, por más que el equipo vaya bien o mal. Eso es de valorar”, remarca Simón. “Y si hay un déficit, o ponemos dinero o damos una aportación para financiar la deuda”, corrobora Agustí; “aunque lo hacemos de forma no proporcional porque no todos tienen lo mismo”. Así de decidió tras la primera acción de 2004, cuando el campo requería césped y la obra costaba 400.000 euros, aunque la subvención para la ciudad no pasara de 90.000. “El club está endeudado con nosotros”, resuelve Agustí, tan orgulloso por su modelo como quejumbroso con el de competición, puesto que entiende que no se puede luchar frente a los agravios comparativos económicos que se dan en la categoría.

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Protestas por escuchar

Con un presupuesto de un millón de euros —“el Barça B trajo a un jugador que le había costado tres millones…”, interviene Reyes— y sin deudas, el Olot reivindica igualdad. “Reclamamos que se regulen los filiales en licencias jugadores y presupuesto, que se regule económicamente Segunda B y que los clubes sean SL para que se vean las cuentas y responsabilidades en el registro mercantil, que diferentes clubes sean propiedad de un mismo grupo inversor y que se expulse a los clubes con deudas procedente de impagos a jugadores y Hacienda”, enumera Agustí; “además de que el porcentaje de recursos que LaLiga aporta al fútbol aficionado pase del 1,5 al 10%, que es irrisorio si se mira el resto de ligas extranjeras”. Pero las denuncias —“hemos pedido ayuda y soporte a la federación catalana y española…”, incide el presidente— caen en saco roto.

Tienen dos equipos compuestos por niños con riesgo de exclusión social

Un dolor de cabeza más para el Olot, que suficiente tiene con equilibrar sus cuentas y mantener los 25 equipos que llevan su camiseta. Equipos que también expresan los valores del club, toda vez que aúnan cinco conjuntos femeninos, dos formados por chicos con riesgo de exclusión social y otros cuatro integrados por personas con discapacidades, que trabajan conjuntamente con el Club Atletisme Garrotxa. “Llegamos a un acuerdo en el que nosotros asumimos el coste económico y ellos utilizan las instalaciones dirigidos por sus educadores-entrenadores”, cuenta Reyes, que enfatiza también diferentes acuerdos con otras organizaciones como Caritas —publicidad en la camiseta—, Banco de Sangre, Integra y TA Garrotxa. “Para cada partido les damos 100 entradas”, revela el consejero; “y desde hace un mes, también vienen unos niños autistas, que tienen reservada su zona en el campo, a animarnos”.

Valores que definen al Olot que todavía no han encontrado eco. “Nos gustaría tener un convenio con el Barça, el club más global y competitivo. Pero aunque hablar nos cuesta poco, que nos respondan ya es más complicado. Si no, lo intentaremos con el Athletic porque creemos que las entidades con estrategias complementarias pueden tener relaciones estrechas”, dice Agustí. No en vano, el equipo vasco es una de sus fuentes de inspiración. Pero a la catalana.

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