“Hernán Cortés murió siendo mexicano”
El escritor mexicano Jorge F. Hernández reivindica la hermandad de Madrid y la Ciudad de México
Jorge F. Hernández (Ciudad de México, 56 años), nuevo agregado cultural de México en España, es novelista, articulista, cuentista y guionista (colaborará con Netflix en el desarrollo de Cien años de soledad). En la edad de piedra sería la figura que congrega a la tribu alrededor del fuego a la hora de contar historias.
Usted escribió La Emperatriz de Lavapiés, un libro donde Madrid y la Ciudad de México se mezclan como si fueran una sola.
Yo sería feliz si pudiera subirme en la estación de metro Sol y bajarme en Coyoacán. Cuando escribí la novela también aluciné con el cuento de un detective que resolvía a la vez un crimen en la colonia del Valle y en Chamberí. Lograba viajar a través del metro. Subía en La Raza y aparecía en el Circular. Visto así, mi ciudad ideal sería Chapultepec, El Retiro, la Castellana, Reforma, la misma Cibeles. Y en la Plaza Mayor, si es que es el Zócalo, comprar un sombrero en Tardan, que es la misma tienda que vende gorras acá.
¿Quién conoce mejor a quién? ¿Los españoles México o España los mexicanos?
Cuando los mexicanos venimos a Madrid nos llama muchísimo la atención cómo las generaciones de los 60 se saben de memoria Cantinflas. A la hora de cantar en los bares las rancheras los mexicanos siempre quedamos en ridículo porque no nos sabemos las letras de todas las rancheras que aquí sí se saben de memoria. Hay mucho lugar común en México sobre España. Creo que nos conocen mucho mejor los españoles de lo que nosotros conocemos España.
Si uno pasea por Madrid se encuentra calles y monumentos dedicados a muchos países latinoamericanos pero pocos a México. ¿Hay un déficit de cultura mexicana en esta ciudad?
Durante el régimen dictatorial se entendieron mejor Perón y Franco. Evidentemente había necesidad de agradecer a la pampa la carne que llegaba de allá. En esa época no había relaciones diplomáticas entre España y México. Aunque existía Cantinflas, eso no quedó reflejado en la cartografía oficial. Llama la atención de todo mexicano al llegar a Madrid que no hay una inmensa estatua de Hernán Cortés, que no hay un gran monumento a Bernal Díaz del Castillo. Cortés tiene una pequeña callecita entre Chueca y Malasaña. También creo que eso es porque en realidad los conquistadores son nuestros ancestros, son ancestros de los mexicanos. Eso hombres se fueron de la península, se transpeninsularizaron y se quedaron allá.
Aunque Cortés murió en Sevilla.
Murió en Castilleja de la Cuesta, en un convento de monjas que visité. Desde la ventana de la celda en la que murió se ve un zapote prieto, que seguramente plantó él. Lo que quiere decir que cuando murió, murió como mexicano. Ese hombre murió conquistado...
¿Estaba de acuerdo con la solicitud de perdón del presidente mexicano López Obrador?
No, pero creo que la intención permitiría que a cinco siglos conozcamos mejor la historia que nos une, las vidas de frailes que abogaron por las almas de los indígenas y el derrotero novoshipano en el que terminaron sus biografías los compañeros de Cortés; sólo un 4 % de los llamados Conquistadores se beneficiaron con esa aventura, la inmensa mayoría (incluyendo el Capitán Cortés) tuvieron hijos y cosechas, vida, gracias y desgracias, en el nacimiento remoto de lo que hoy llamamos México.
Cambiando de tercio, usted fue torero.
Hace 80 kilos.
¿Llegó a tomar la alternativa?
No, fui novillero nada más. Ahora peso lo que pesaban los novillos que maté y ese es mi castigo.
Fue amigo de García Márquez.
Mucho. Viva Gabo.
Y de Carlos Fuentes.
Y de Octavio Paz. Parecía que los dos estuvieran peleados. Fui afortunado. No pasa un solo día sin que piense en ellos. Gabo además tenía la santa vocación del periodismo encima. No se le iba un detalle, 'mano'. Para mí fue la mejor escuela haber llegado a ser amigo de ellos.
¿Qué puede aportar la apertura de Casa de México en Madrid?
Es un esquema muy raro que ningún país del mundo ha intentado. Porque es una casa que se le entregó al Estado mexicano en comodato para las próximos décadas. Estaba abandonada y había okupas. México no tenía recursos. Se le pidió a la iniciativa privada, en concreto a un empresario, don Valentín Díaz, que acababa de vender la Corona, que tengo entendido que es mucho dinero. Y el palacete está en la calle Alberto Aguilera, que es el verdadero nombre de Juan Gabriel. Y hay que celebrar su próxima resurrección. Todo es favorable porque Madrid tiene ahora un espacio cultural en comunión con México que duplica el numero de cosas que hacemos en el Instituto. En realidad, cuanto más mariachi mejor. Esa es la neta.
La cultura mexicana en Madrid
México cuenta ya con dos instituciones que promueven la cultura mexicana en Madrid, el Instituto Mexicano y la Casa de México. Esta última abrió recientemente en calle Alberto Aguilera, 20. El espacio alberga la librería del Fondo de Cultura Económica, una tienda especializada en artesanía y un restaurante.
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