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La vuelta a empezar de Valdemoro, el epicentro de la Púnica

El pueblo cede 20.000 metros cuadrados a la Complutense para hacer un nuevo campus

Juan José Mateo
Registro del Ayuntamiento de Valdemoro, en 2014.
Registro del Ayuntamiento de Valdemoro, en 2014.efe

Igual que hacían los romanos con los enemigos del Estado, Valdemoro condenó al olvido a dos de sus alcaldes en 2015. Entonces, todos los partidos aprobaron retirar de los edificios e instalaciones públicas de la localidad las placas que llevaban los nombres de los exregidores Francisco Granados y José Miguel Moreno. Cualquier referencia a ellos también desapareció del callejero. Condenados al olvido, los dos próceres locales empezaron a pagar así su presunta implicación en la Operación Púnica, una trama corrupta de mordidas en contratos públicos que se extendió por toda la Comunidad de Madrid y tuvo su corazón en Valdemoro. Cinco años después, el pueblo, de 70.000 habitantes, busca desprenderse de la etiqueta que adquirió tras 16 años de gobiernos del PP: acaba de ceder terrenos para un campus de 22.000 metros cuadrados de la Complutense.

“La Púnica ha supuesto una corrupción económica, pero también una corrupción moral. Esto ha sido un cortijo para que el PP pagara prevendas, mantener el poder y corromper”, lamenta Serafín Faraldos, candidato del PSOE y alcalde saliente. “Ha sido el mayor desastre, desfalco y ruina que se ha podido hacer en una administración local, y digo local porque ha sido hipotecar el futuro del municipio para los próximos 20 años, por una monstruosa deuda de más de 140 millones de euros, y porque durante toda la época de urbanismo exacerbado no entró dinero en las arcas municipales”, sigue el socialista, que llegó al poder tras una moción de censura en la que toda la oposición (salvo el PP) se puso de acuerdo para desplazar a Guillermo Gross, de Ciudadanos, que logró el bastón de mando en los comicios de 2015. Y remata: “El campus de la Complutense para las facultades de enfermería, podología y fisioterapia debe ser una palanca de cambio porque significa empleos directos, indirectos, comercio de proximidad…”.

No es la única pieza que forma la otra cara de Valdemoro. Desde este pueblo, El Corte Inglés compite contra Amazon o Alibaba, los gigantes del comercio online. Aquí está la planta logística de la cadena de centros comerciales, que reparte 12 millones de unidades al día entre sus sedes gracias a las 14 naves de que dispone. En el municipio también está la sede de Somoauto-Otokar, empresa dedicada principalmente a los autobuses. Y Ciudadanos impulsó durante sus dos años al frente de la alcaldía una marca destinada a reconocer “el talento valdemoreño”.

No obstante, es difícil arrancarse la etiqueta del pueblo de la Púnica. Aquí empezó todo, porque aquí se conocieron de pequeños Granados, que llegaría a consejero del Gobierno de la Comunidad, y David Marjaliza, el constructor que presuntamente muñó de la trama. Desde aquí sus tentáculos se extendieron hacia Parla, Móstoles, Torrejón de Velasco…todo ciudades del Sur de la región. Tan imbricada estaba la trama en el pueblo, donde presuntamente operó mientras se sucedían tres alcaldes, que las sospechas se extendieron hasta los nuevos partidos. Eva Borox, diputada autonómica de Ciudadanos, y su marido, Raúl del Olmo, concejal de esta formación en Valdemoro, dimitieron de sus cargos cuando se conocieron unas fotos suyas con Marjaliza, que declaró haberles pagado varios viajes. Cuando dejaron sus puestos, no habían sido investigados, ni imputados. Pero cualquier roce con la Púnica ya era tóxico. Y más si sus protagonistas eran de Valdemoro.

“A llegar a la alcaldía encontramos un ambiente muy extraño: la primera visita que tuvimos fue la del interventor y el tesorero, que describieron una situación terrorífica, porque las cuentas municipales daban ganas de llorar”, explica Sergio Parra, concejal con el alcalde Gross y ahora candidato de Ciudadanos. “Desde el primer día hemos intentado borrar la operación Púnica de Valdemoro, aunque es difícil, porque cualquier expediente estaba salpicado”, añade sobre una trama especializada en urbanismo, y específicamente en la construcción de colegios. “En nuestro programa no hay rotondas, instalaciones gigantescas. Queremos recuperar Valdemoro: hay baches, zonas oscuras por todo el municipio, instalaciones municipales cerradas… antes de hacer nuevas instalaciones hay que recuperar las que tenemos”.

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Valdemoro intenta dejar atrás la Púnica. En la época de la burbuja urbanística, el Ayuntamiento pasó de tener 400 empleados a disponer de 1.200 en 2008, según la oposición. Eso dio cabida a familiares y allegados de Granados y Marjaliza. En 2018, el Ayuntamiento volvió a hacer una mínima oferta pública de empleo. Esta, con luz y taquígrafos.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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