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Sant Jordi remonta frente a la lluvia

La Fiesta del Libro congrega de nuevo a multitudes en toda Cataluña. La cita, que empezó dubitativa, se recuperó en una tarde intensa de ventas que incluso podrían superar los 22 millones de euros de 2018

Aspecto que ofrecía la parte superior de la Rambla de Barcelona ayer por la tarde en Sant Jordi. En vídeo, así ha sido el día en la ciudad condal.Foto: atlas | Vídeo: MASSIMILIANO MINOCRI | ATLAS
Carles Geli

Si se le da el mínimo resquicio, Sant Jordi responde y, como siempre, vence. Y así lo hizo ayer de nuevo: la fiesta del Día del Libro empezó con lluvia en buena parte de Cataluña, pero bastó que antes del mediodía asomaran los primeros rayos de sol para que la jornada, que empezó con la gente retraída y más de un puesto cubierto con plásticos temiendo unas paupérrimas ventas, luciera como reza su manual perfecto: gente abarrotando el centro de la ciudad y las librerías, compra masiva de libros y de, claro, las rosas que les acompañan. En números: una venta superior al millón de ejemplares y más de siete millones de flores. Y con la sensación de que el sector editorial habría superado ligeramente, incluso, los 22 millones de facturación de 2018.

Lo que parecía que iba a ser una de las convocatorias más desangeladas de los últimos años se salvó hasta con cierta holgura. “El cielo nos ha bendecido”, dijo una florista, convirtiendo las primeras gotas en un augurio. Las cifras se normalizaron gracias a la afluencia masiva a los tenderetes a partir de media tarde y eso a pesar de la sensación de que en la capital catalana había menos gente de la habitual. Quizá fuera así, pero también es evidente que empiezan a notarse las estrategias de descongestión que el Ayuntamiento de Barcelona, por motivos de seguridad, estrenó el año pasado tras el atentado de La Rambla de 2017. Era urgente: la Guardia Urbana ha llegado a contabilizar durante la diada el paso de hasta 1,2 millones de personas por las tres grandes arterias que enmarcan la festividad: passeig de Gràcia, Rambla de Cataluña y La Rambla.

Los más vendidos, según los libreros

Ficción en catalán:
El fill de l'italià
, de Rafel Nadal.
Digues un desig
, de Jordi Cabré
El fibló, de Sílvia Soler.

Ficción en castellano:
Lo mejor de ir es volver
, de Albert Espinosa.
Los asquerosos
, de Santiago Lorenzo.
Todo lo que sucedió con Miranda Huff
, de Javier Castillo

No ficción en catalán:
Tres dies a la presó, de Jordi Cuixart y Gemma Nierga.
Cuina mare
, de Joan Roca.
Esperança i llibertat, de Raül Romeva.

No ficción en castellano:
…Y ahí lo dejo. Crónica de un proceso, de Gonzalo Boye.
El director
, de David Jiménez.
A mi no me callan, de Pepe Rubianes.

Destinar las famosas esquinas del Eixample en Rambla de Cataluña a las firmas de libros y dotar de más puestos en las calles conectoras (Consell de Cent y Còrsega) que se estrenaron el año pasado para aligerar de tráfico humano aquellas vías empieza a dar frutos. Asimismo, se va animando el lado mar de la Diagonal, especialmente entre Aribau y passeig de Gràcia, donde las firmas también se recondujeron hacia el antiguo lateral de vehículos, dejando despejadas así las aceras propiamente dichas. También parece consolidarse el polo de descongestión estrenado hace cinco años en el paseo de Sant Joan de manera espontánea y que hoy es ya una especie de Sant Jordi especializado en libros infantiles y juveniles y amantes del cómic.

De todo ello se beneficiaron los cazadores de dedicatorias, que pudieron acercarse con mayor facilidad a los escritores firmantes. Como siempre, la jornada deparó mil anécdotas y extrañas parejas de mesa, como la que protagonizó Jorge Herralde, debutante como creador con su Un día en la vida de un editor. Así, protagonizó lo que alguien definió como “un duelo de plumas” con su autor Paul Preciado (Un apartamento en Urano), éste una de las pequeñas sorpresas del día, solicitado tanto por estudiosos como por miembros del colectivo LGTB. Antes, el fundador de Anagrama había estado con otro autor suyo, David Trueba. Si bien se estrenaba, el jefe se permitió indicarle en qué página y cómo quedaría mejor la firma.

Un dragón pasea por la Rambla, durante la tarde de ayer.
Un dragón pasea por la Rambla, durante la tarde de ayer.Massimiliano Minocri

Otra pareja curiosa la conformaron la exquisita cocinera michelin Carme Ruscalleda (Felicidad), sentada junto al autor de Comer insectos, Isaac Petràs. “Nunca he cocinado ninguno, pero te has de divertir comiendo”, concedía la primera. Ambos fueron punta de iceberg de una proliferación de chefs estelares (los hermanos Roca, los Torres, Jordi Cruz, el pastelero Christian Escribà...), que vinieron a suplir la atención de la ya normalizada presencia de autores mediáticos (Mario Vaquerizo, Ristro Mejide, las cantantes Rozalén y Aitana, que debutaban...)

Los silenciosos ‘thrillers’ de Javier Castillo estallan en la ‘diada’

Junto (o contra) ellos se defendían a un muy buen ritmo buscados autores ya clásicos como Eduardo Mendoza (a pluma firmaba su sexta edición de El rey recibe), o Enrique Vila-Matas, que agotaba en apenas 20 días su Esta bruma insensata, contento ante la sensación de que ha ampliado su base de lectores, “especialmente por el área del ámbito catalán”, apuntaba mientras concluía su típica firma, una estilizada silueta de un hombre con abrigo y sombrero, sospechosamente parecido a él.

Sant Jordi diluyó, incluso, a los políticos en campaña y los numerosos tenderetes de sus partidos. Ello a pesar de sus esfuerzos por llamar la atención, como la candidata del PP por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo, que no tuvo reparos en firmar ejemplares de... la Constitución, como si fuera una de sus madres.

El azar forma extrañas parejas a la hora de firmar libros

Otro extraño emparejamiento se dio entre la autora de la serie Brujas y nigromantes, Raquel Brune, y el economista Santiago Niño-Becerra, que mientras firmaba (en horizontal) ejemplares de su El crash. Tercera fase, iba instruyendo a sus lectores sobre la caja de la Seguridad Social (“es única”, le recordaba a uno) o avanzaba que, a pesar de la dureza de esta nueva fase, “los tipos de interés o la inflación crecerán poco”.

Gerard Quintana demostraba que el ticket firma y selfie (con uno o dos besos) es un formato que no ha languidecido; al contrario: ante una audiencia mayormente femenina que le solía ladear el cuello, el líder de Sopa de Cabra firmaba ejemplares de su debut novelístico, Entre el cel i la terra. “He fingido hasta ahora que era músico; me siento más impostor en ella que en la literatura; toda mi vida he querido ser escritor y ya no pienso dejar de hacerlo”, confesaba.

También con cierta tribulación encajaba Marta Orriols que los lectores quisieran fotografiarse con ella, un punto de exhibición que contrasta con el corte intimista ante la muerte de un compañero sentimental que aborda en el exitoso Aprendre a parlar amb les plantes. “Choca, pero refleja la necesidad que tiene la gente de hablar de esas ausencias íntimas”, dice al poco de dedicar con un “que las ganas de tirar adelante te acompañen siempre”.

Mucho más envalentonado y seguro de sí mismo y sus historias se mostraba Rafel Nadal, que con El fill de l’italià, se convirtió en la novela en catalán más vendida, según los libreros. Firmando más allá de los horarios fijados a quienes se le acercaban (entre ellos, la persona que le inspiró el libro), sus editores elogiaban su voz cercana y una narrativa fluida que le convierte en “una especie de Sherezade catalana”. Y él añadía: “Y con un léxico con el que les hago descubrir palabras, pero sin tener que ir al diccionario”.

La lista provisional de los más vendidos si bien no deparaba sorpresas en el ámbito de la no ficción en catalán, dominada por las propuestas de los presos políticos catalanes encarcelados o por sus abogados y asesores jurídicos, sí proporcionó en narrativa castellana un nombre inusual, ignoto quizá en los foros literarios, pero no para el mercado lector, como demostraban las largas colas que le esperaban. Agarraban su ya tercer libro, Todo lo que sucedió con Miranda Huff, con una tirada inicial de 100.000 ejemplares. Se trata de Javier Castillo, malagüeño de 32 años, que hace cinco se autoeditó en Amazon, alcanzando las 40.000 unidades de El día que se perdió la locura, que en 2017 Suma de Letras recogió en papel. Desde entonces, 250.000 ejemplares de aquél, el abandono de su profesión de consultor de finanzas, y un segundo (El día que se perdió el amor: 150.000). “Hago un thriller psicológico, pero muy emocional, donde pasan muchas cosas, con ritmo muy anglosajón”, se explicaba Castillo, feliz. Eran las coordenadas de la jornada, resumidas en las 10 razones para comprar una rosa en el tenderete del Esplai Turons, una de las cuales rezaba: “Para dar vida a la oficina”. Y la oficina se tachaba y se añadía “vida”. Un lema aplicable a Sant Jordi.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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