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Un Gaudí sonoro

Christian Marclay y sus ‘trencadís’ de música visual, protagonistas de una gran exposición en el Macba

José Ángel Montañés
Una de las obras de Marclay  en el Macba.
Una de las obras de Marclay en el Macba.Miquel Coll

“Vine por primera vez a Barcelona de niño con mi familia de vacaciones. Volví en 1985 como DJ a pinchar en la sala Metrònom y en el año 2000 participé en el festival Sónar”. Al artista suizoamericano Christian Marclay (1955) le gusta Barcelona y le inspiran personajes tan imbricados en esta ciudad como Antoni Gaudí del que asegura sentirse influido e identificado por su arquitectura fragmentada y su trencadís realizados como los collages que él crea en los que une imagen, música y sonido. O ausencia de sonido, como la mayoría de las obras que pueden verse de Marclay en Composiciones, una de las muestras más ambiciosas del artista en España de los últimos años, que puede verse en el Macba hasta el 24 de septiembre. Aquí todas las obras menos una son silenciosas aunque todas llevan al espectador a entonar melodías y ritmos musicales en su cabeza, por lo que al final, por mucha tecnología empleada, no deja de ser una exposición íntima.

La primera es Video Quartet (2002) una hipnótica composición, collage, trencadís, de 14 minutos musicales y cinematográficos realizada a partir de fragmentos de viejas películas de Hollywood protagonizadas por actores y actrices de la talla de Marilyn Monroe, Montgomery Clift, Fred Astaire, Elvis Presley o Frank Sinatra, y un larguísimo etcétera que se proyecta en cuatro pantallas a la vez. En las imágenes se puede tocar el piano, la guitarra, se grita, se canta, se silva, se aplaude, se rueda por el suelo o se hace claqué, entre el sinfín de actitudes relacionadas con el sonido, pero en cada una de las cuatro pantallas puede verse un clip distinto pero sincronizado con el resto como si fuera un cuarteto de música perfecto.

Es la única pieza con sonido en toda la muestra. “Es el espectador el que ha de proyectar, imaginar el sonido de las obras”, explica su autor. “Son un desafío a escuchar con nuestros propios ojos”, apunta la comisaria Tanya Barson.

La última obra del recorrido es Surround Sound (2014-2015), una instalación inmersiva en la que el visitante es envuelto y bombardeado por chasquidos, zumbidos y onomatopeyas en movimiento, que suben, bajan y se chocan.

Entre una y otra, una serie de piezas en las que el sonido se manifiesta a partir de bocas abiertas (Chorus II, 1988) que lanzan gritos mudos, portadas de discos tuneadas e inventadas por el artista (Imaginary Records, 1987-1997) o partituras gráficas a partir de enormes fotografías que ilustran el uso de las onomatopeyas (obsesión de Marclay) en contextos urbanos, como envases y rótulos de calles (Zoom, Zoom, 2007-2019).

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Marclay se hizo mundialmente famoso cuando su película The clock (2010) ganó el León de Oro de Venecia al año siguiente y se convirtió en obra maestra del arte contemporáneo. La película de 24 horas de duración realizada con miles de fragmentos (teselas de trencadís) de filmes en las que aparecen relojes o personas que miran o se preguntan la hora sincronizadas con el tiempo real, no está en el Macba por deseo de Marclay. Pero si puede verse Screenplay (2005), otro collage con imágenes de películas en silencio. “Cuando lo estaba realizando pensé en hacer The clock”, explica Marclay.

Chorus II, de Marclay, en el Macba.
Chorus II, de Marclay, en el Macba.

“Me interesa propiciar situaciones en las que la música pueda existir, borrar los límites existentes entre quién hace qué”, explica delante de Chalkboard (2010), una enorme pizarra en la que hay varios pentagramas que invitan a que el espectador escriba su música, sus frases o un dibujo y ayude a crear una composición única. Luego vendrán los músicos. “Los itinerantes que visiten Barcelona estas fechas, para que interpreten estas partituras”, dijo Marclay. Después de cada interpretación la pizarra se borrará. “Yo no hago nada, solo soy un espectador. Me gusta pasear entre los visitantes para ver sus reacciones”, apunta.

La visita está acompañada por una fina línea que recorre las salas y los pasillos de la segunda planta del Macba. Es Mixed Reviews (1999-2019), formada por extractos de reseñas y resúmenes de críticas musicales que quedan cortadas por algunas de las obras que se exponen. El texto se va traduciendo a partir de la última lengua en la que se ha expuesto la obra. En este caso fue del alemán. El siguiente será el catalán.

Otra de las piezas impactantes es Manga Scroll (2010), un enorme rollo de 20 metros con onomatopeyas entrelazadas que aparecen en tebeos japoneses. Será una de las piezas que se activará durante la exposición, el próximo jueves, cuando el artista Shelley Hirsch las verbalizará. El 19 de julio diez pianistas intentarán poner sonido a las cerca de cien fotografías de Investigacions (2018) en la que aparecen manos tocando pianos. Música en silencio que cobrará vida y sonido por un día.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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