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“Llevo pintadas 9.195 piezas y todas son diferentes”

La artista madrileña ha logrado hacer un hueco al arte en las vajillas con objetos diferentes y cohesionados

Aurora Intxausti
La artista Nuria Blanco, en su taller de Madrid.
La artista Nuria Blanco, en su taller de Madrid. JAIME VILLANUEVA

Los sueños de Nuria Blanco (Madrid, 39 años) iban por un camino y la realidad en la que estaba inmersa por otro bien distinto. Desde que acabó sus estudios de Bellas Artes hasta hace cinco años iba alternando trabajos de todo tipo con alguna que otra exposición. El último, antes de lanzarse de lleno al arte, fue en una productora de música. La cerámica había estado en sus manos como elemento necesario para desarrollar su creatividad sin soltar los lapices y el color. Y de ahí empezaron a surgir sus piezas para vajillas entrelazadas unas con otras mediante los dibujos e incluso con la propia cerámica. Animales, naturaleza y cuerpo humano son principalmente sobre lo que se mueve su obra, aunque ha hecho algún que otro trabajo relacionado con la lingüística, y más en concreto, con los verbos irregulares.

¿Cuándo decide lanzarse a la aventura?

En 2015, después de un año entrelazando mi trabajo en la productora con las vajillas, opté por abandonar el puesto con un sueldo seguro por algo que me divertía y que llevaba a la aventura artística y empresarial. A partir de ese momento todo fue invertir en material, pinturas, hornos de cocción...Esos instantes los recuerdo con angustia porque todo es gastar y gastar sin saber si has acertado o no en tu apuesta.

¿Cuál fue su primer encargo?Un amigo que estaba abriendo una coctelería en Madrid en la que también se daban meriendas. A partir de ese instante, una cosa se fue enlazando con otra.

Ahora qué todos entramos en las cocinas a elaborar exquisitos platos ¿se cuida más el detalle la mesa?

A mí eso me ha beneficiado muchísimo. Ahora que todo está repetido hasta la saciedad, tratamos de buscar aquellas piezas especiales y diferentes a otras. Ahí es donde yo tengo un hueco, mis dibujos, los materiales y las formas que empleo para los distintos elementos que se pueden colocar en una mesa hacen que las piezas sean diferentes. Y en el mundo de la decoración donde se ha vuelto a poner de moda colocar platos como si fueran cuadros. Me divierte muchísimo.

Las vajillas clásicas son de 56 elementos. ¿Usted recoge ese tipo de encargos?

Hoy, la vida es muy diferente, las casas no son muy grandes y es raro que se invite a más de seis u ocho personas. Lo normal es que no se hagan vajillas para 12 personas, aunque si se piden se pueden hacer. Por lo general, el cliente suelen elegir el plato llano, algún cuenco y el de postre. Además de varias fuentes y cuencos de ensalada. Mis colecciones te permiten elegir piezas de distintas formatos y combinarlas.

¿Todas las piezas son diferentes?

Cuando haces algo artesanalmente no existe la regularidad. Además a mí me gusta trabajar directamente con el cliente por qué además de que él puede personalizar su vajilla yo puedo ser más creativa.

¿Hay épocas con más trabajo que en otras?

Sí, enero y febrero suelen ser flojos pero el resto del año se mueve bastante más. Yo vendo arte a través de objetos y cuesta más invertir en una pintura o una fotografía que en varias piezas para la casa. En algunos momentos cuando tenía que entregar un encargo he llegado a estar 12 horas dibujando. Eso resulta agotador, pero me sigue divirtiendo y eso que llevo ya 9.195 piezas creadas y todas son diferentes, las primeras las realicé en 2010 pero cuando me dediqué plenamente a ello fue en 2015.

¿La familia es importante cuando se empieza un negocio como el suyo?

He tenido ayuda familiar para meter las piezas en los hornos, para el diseño de la web para la contabilidad. Esto va dando sus frutos poco a poco, aunque he tenido ofertas de grandes empresas para comprar la marca las he rechazado. No sé si he hecho bien o no pero a mí me gusta este trabajo artesanal y no la fabricación en cadena.

Hay una tendencia de volver a recuperar piezas de barro que habíamos ido desechando.

Yo estoy trabajando en ello con un alfarero de Toledo, que me hace algunas piezas que luego dibujo y las meto al horno en el taller, e intentando aprender bien a trabajar con el barro, que no es nada fácil. El mes próximo sacaré al mercado una colección de barro rojo con dibujos.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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