El CCCB se reivindica como lugar de encuentro
El centro cultural celebra sus 25 años de vida con un fin de semana de puertas abiertas y múltiples actividades
Las colas se repitieron por la mañana y por la tarde. Desde el Pati de les dones y atravesando todo el hall del CCCB, centenares de personas guardaron su turno pacientemente para acceder a la exposición del cineasta Stanley Kubrick, a todas luces el plato fuerte del fin de semana de puertas abiertas por el 25 aniversario de la apertura del centro cultural. Debates, conciertos y cine —el cóctel que tan bien le ha funcionado al CCCB— para celebrar un cumpleaños redondo.
El 26 de febrero de 1994 abrió la que fue la primera exposición del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), Ciudades: del globo al satélite. Completamente en consonancia con el objeto principal del CCCB que se inauguró un día antes con el lema “La ciudad de las ciudades”. Ése era el principal objetivo de un nuevo equipamiento de Barcelona que, en aquel momento, despertaba cierto escepticismo porque se escapaba a los cánones más o menos tradicionales conocidos en España.
No era un museo, pero tenía exposiciones; no era un centro de artes escénicas, pero organizaría actividades; tampoco era un auditorio, pero tenía conciertos; y, desde luego, era un centro de debate sobre todo lo que concernía a las ciudades y abierto a todo tipo de colectivos y sectores sociales y, con el tiempo, a festivales de cine, de literatura, de música, de filosofía...
“Se podría decir que el CCCB conceptualmente fue avanzado a su tiempo porque, de salida, se concebió como un centro no solo de transmisión, sino en el que pasaran cosas y se vivieran”, apunta la directora del centro Judit Carrera, que ha sido la cuarta tras las etapas de Vicenç Villatoro, Marçal Sintes y la más larga, desde su creación hasta 2011, del que fue su fundador —y quien le dio su gran sello de identidad— Josep Ramoneda.
El modelo se ha demostrado de éxito. Las cifras lo avalan: en 25 años se han realizado 170 exposiciones, 2.200 conferencias, 900 conciertos y festivales y por sus paredes han pasado 9.400.000 personas: 4.800.000 participando en actividades y 4.600.000 visitando exposiciones. Más allá de las cifras, el CCCB ha logrado situarse en el panorama cultural a nivel nacional e internacional y, algo más genuino, ser un centro que atrae principalmente a los barceloneses y a la población del área metropolitana. “Hasta hace poco la proporción era de un 70% de barceloneses y del área metropolitana aunque en los útimos años se están igualando y cada vez hay más visitantes de fuera de Cataluña y extranjeros, en función, sobre todo, de las exposiciones”, añade Carrera.
El World Press Photo es uno de sus platos fuertes anuales, pero hay más: Kosmópolis, Primera Persona y el año pasado fue la columna vertebral de la Bienal del Pensamiento. “El reto es intensificar las actividades y afinar bien las antenas, sobre todo en un tiempo en el que los cambios son muy acelerados. Ésa es una de las grandes diferencias del CCCB de hace 25 años y el actual”, comenta Carrera que entiende que el centro tiene que ser, sobre todo, un lugar de encuentro presencial. “Naturalmente que estamos en tiempos de la virtualidad y el CCCB tiene que estar sumergido en ella pero, sobre todo, es un centro que reivindica la presencialidad, ser lugar de encuentro y eso no es incompatible con la virtualidad”.
Muy permeable a estudiantes y amplios sectores del conocimiento y de las artes, una asignatura que todavía no se da por superada es la integración de la inmigración: “Tenemos que ser un centro que acoja a los nuevos barceloneses. Probablemente ese es un debate pendiente sobre todo porque ya estamos en la tercera generación de inmigración. Con algunos colectivos, como es el caso de los afrocatalanes, tenemos un programa muy interesante con las escuelas en el Raval”.
Una mezcla que se echaba en falta en el primer día del fin de semana de celebración del 25 aniversario con un dominio de público autóctono en las salas y en las actividades.
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