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Poniendo a Tàpies en su lugar

La galería Mayoral reivindica la vigencia del artista en el siglo XXI y denuncia su ausencia del mundo académico y los discursos museísticos

José Ángel Montañés
'Fletxa i cordill', pintada por Antoni Tàpies en 1974, que puede verse en la galería Mayoral.
'Fletxa i cordill', pintada por Antoni Tàpies en 1974, que puede verse en la galería Mayoral. Joan Sánchez

Antoni Tàpies es uno de los artistas privilegiados que cuenta —como Joan Miró, Pablo Picasso, en Barcelona y Salvador Dalí, en Figueres— con una fundación que protege su obra y su legado. Pero estos centros, auspiciados por los propios artistas, no son los únicos que velan por difundir y profundizar en el conocimiento de la obra de estos artistas. En el caso de Tàpies, la fundación que abrió sus puertas en junio 1990, está acompañada de la galería Toni Tàpies, que dirige uno de los hijos del pintor. Y desde este jueves también de la Galería Mayoral (Consell de Cent, 287) que inaugura Tàpies hoy (hasta el 13 de abril), una exposición en la que a partir de casi una docena de obras (realizadas entre 1958 y 2002) se analiza la pervivencia del artista fallecido en febrero de 2012, pronto hará siete años.

“Tàpies no quería que la fundación fuera un mausoleo como el de Miró”, sintetiza el crítico y filósofo Arnau Puig, comisario de la muestra y gran amigo del artista desde que formaron parte del mítico movimiento de vanguardia Dau al Set, para justificar la necesidad de esta exposición que ofrece una nueva lectura y hace hincapié en la vigencia del artista en el siglo XXI en obras como Fletxa i cordill de 1974 en la que se intuye un mapa de la Península Ibérica desdibujado lleno de tachones. “Yo la miro y pienso: volvemos a estar en el mismo lugar”, comenta Puig.

“Conozco y estudio su obra llena de emoción desde hace 72 años y me sigue estremeciendo y conmoviendo", explica Puig, lúcido y rápido de mente el mismo día que cumple sus primeros 93 años, citando lo mismo a Plinio el Viejo, Ausias March, Platón, Jorge Manrique, Ramon Llull o Goya, para acabar asegurando que Tàpies es un autor de vanitas, bodegones y naturalezas muertas.

El comisario Arnau Puig, delante de 'Ocre con seis collages'.
El comisario Arnau Puig, delante de 'Ocre con seis collages'.Joan Sánchez

La exposición permite ver el paso de Tàpies al informalismo a partir de 1954 y su evolución desde obras como Rectángulos (1958), realizada cuando el artista había consolidado su lenguaje pictórico y participado en la Bienal de Venecia, además de haber obtenido reconocimientos internacionales como el premio Unesco y el Carnegie Institute de Pittsburgh. También permite ver como, poco a poco, avanzó a la abstracción informal convirtiendo la superficie pictórica en muros donde realiza incisiones, garabatos, marcas, caligrafías y engancha objetos y elementos relacionados con la realidad; una forma de trabajar que acabó siendo constante en su producción como puede verse en obra como Almenas (1959), Agujeros y clavos sobre blanco (1968), Ocre con seis collages (1973) y Diarios amontonados (1969). “Son objetos queridos, apreciados o que recuerdan experiencias personales como en Nuat, de 1997, en el que coloca una matrícula de un coche”, subraya Puig.

La muestra se complementa con un catálogo con textos históricos de los años 60 y 70 de Dan Evans, Roland Penrose, Yvone Taillandier y Michael Tapié y entrevistas a los cuatro directores de la Fundación Tàpies: Manuel Borja-Villel, Nuria Enguita, Laurence Rassel y Carles Guerra que coinciden en “la falta de una relectura y resituación del artista en el siglo XXI” y su poca vinculación con el mundo académico, según ha resaltado el autor de las cuatro entrevistas, el gestor cultural Llucià Homs que destaca la especial crudeza de Guerra, el actual director, que asegura que Tàpies empieza a estar ausente de los discursos museísticos del siglo XXI.

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Arnau Puig: “Si la Fundación Tàpies estuviera en París o Nueva York habría siempre colas”

Según Puig: “Toda obra que no sea pensada para ser vendida es una obra que no existirá”. Estas existen, no son inéditas, aunque hace tiempo que no se exponían y pueden adquirirse entre 150.000 y 600.000 euros porque Tàpies “sigue gozando de un buen momento en el mercado del arte, si bien sus discursos académicos e influencia no están a la altura”, según Homs. “Si la Tàpies estuviera en otra ciudad como París o Nueva York habría siempre colas”, remacha Puig. En 2017 (últimos datos disponibles) la visitaron alrededor de 55.000 personas, un 12% menos que el año anterior.

La exposición comienza la conmemoración del 30 aniversario de la galería Mayoral con una programación que incluye su participación en Arco Madrid y, por primera vez, en TEFAF de Maastricht.

La exposición es el primer acto para celebrar los 30 años de la galería

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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