Hacer teatro, pese a todo
Lluís Mosquera e Iker Azkoitia coinciden en la sala pequeña del Teatro Lara con obras escritas y dirigidas por ellos Los personajes de Mosquera en 'Capullos que vuelan' comparten piso, sueños y precariedad Azkoitia: "No la habría hecho si no hubiera visto a otros jóvenes haciendo sus propias propuestas en teatro"
A uno le hablaban del otro y al contrario. No se conocían, pero la gente les animaba a hacerlo. Lluís Mosquera e Iker Azkoitia tenían muchos puntos en común: eran autores y directores de dos obras de teatro que se representaban a la vez en Madrid y que, protagonizadas por grupos de amigos, compartían un tono generacional. “Entonces por Facebook, que todavía usábamos Facebook en 2016, nos invitamos respectivamente a nuestras obras”. Dos años después, sin haber dejado de programarse desde entonces en distintas salas, Capullos que vuelan y Una corona para Claudia coinciden en el Teatro Lara. Lluís e Iker celebran su reencuentro zampando un roscón de Reyes.
Cuando llegó a Madrid, Lluís Mosquera (Carcaixent, Valencia, 1990) no podía ni pagar una habitación en un piso en el centro, donde quería vivir. “Al principio compartía cama, no casa. Como no tenía suficiente dinero me acogió durante mucho tiempo un buen amigo”, recuerda. Trabajaba repartiendo flyers de un academia de inglés en la que también era recepcionista. Después empezó a trabajar como taquillero de la sala Azarte. Aprovechó para empaparse de todo. “Pedía los guiones, me metía en los ensayos… Me sabía las obras de memoria”. En agosto la sala cerraba y él vio ahí una oportunidad. “Le pregunté a la dueña si podía hacer algo ya que tenía las llaves. Sorprendentemente, me dijo que podía hacer lo que quisiera”.
Entonces comenzó Capullos que vuelan, una tragicomedia en la que dos chicas y dos chicos comparten piso, trabajos basura, sueños y miserias. “Nos han enseñado a querer triunfar, pero nunca nos han enseñado cómo gestionar el fracaso”. A los protagonistas de su obra las licenciaturas y másters no les han servido para nada. “No se atreven a dejar sus trabajos de mierda. Se han acostumbrado a que les paguen fatal por hacer lo que no quieren sabiendo que para cualquier puesto hay 3.000 currículums esperando”. Sabe de lo que habla. Él ha sido camarero, payaso de comuniones y captador para ONGs, entre otras muchas cosas para llegar a fin de mes, pese a haber estudiado primero Bellas Artes, después un máster en Guión, Narrativa y Creatividad Audiovisual y otro de Diseño Gráfico. “Al principio es muy difícil vivir de tu trabajo con tanta precariedad. Hay que coger fuerzas para creer que es una fase, que eso pasará”.
Del sótano a México
Iker Azkoitia (Aretxabaleta, Guipúzcoa, 1987) empezó a estudiar Publicidad y Relaciones Públicas mientras hacía cursos de interpretación. En tercero dejó la carrera y se vino a Madrid. Ya tenía claro que lo que le llenaba era ser actor. “Es un oficio muy complicado. Requiere del factor suerte y de otras cosas que no dependen de ti, por lo que decidí crear proyectos para estar en
activo, trabajar y madurar”. Así surgió Una corona para Claudia, de la que es autor, director, productor, coprotagonista y compositor de los temas originales que se escuchan en la obra. Sin nombres conocidos ni un euro en publicidad lleva dos años y medio en cartel.
Su personaje trabaja en una zapatería, como él. “Estoy desde hace ocho años a media jornada compaginándolo con todo lo demás”. Un grupo de amigos rumbo a una acampada es el punto de partida de la obra. “No la habría hecho si no hubiera visto a otros jóvenes haciendo sus propias propuestas en teatro. Fue el impulso definitivo”. Empezó literalmente en un sótano, en la desaparecida Sala Nada, y en marzo se estrenará en México. “Un productor la descubrió y se entusiasmó. Ya están ensayando. Me mandan vídeos y me hace muchísima ilusión”.
Está por partida doble en la sala pequeña del Lara. Como actor también trabaja en Capullos que vuelan. “Disfruto muchísimo siendo solo actor. Sé cual es mi lugar, me dejo dirigir. Intento ponerlo fácil porque sé lo difícil que es estar en el otro lado”. El público no puede estar más cerca. “Me parece superexcitante. No te puedes permitir no estar en lo que tienes que estar. La responsabilidad se multiplica a tan poca distancia”.
Iker y Lluís no viven del teatro, pero llenan sus funciones. “O seguíamos quejándonos por la falta de oportunidades o lo asumíamos e intentábamos hacer lo que de verdad queríamos hacer. La respuesta de los espectadores ha sido increíble desde el principio”.
Cero rivalidad entre ellos. Mientras se acaban el roscón, no descartan escribir una obra juntos. Están de suerte: el haba no le sale a ninguno de los dos.
Deseos de año nuevo
Lluís Mosquera es coautor de Lo malo, una de las canciones de más éxito de los últimos meses. Además de bailarse sin parar, sus estrofas se han visto en pancartas en manifestaciones feministas. "Ha sido maravilloso". En Universal, la discográfica, le echaron el lazo. "He escrito muchas más canciones que aún no han salido, pero yo sigo haciendo". Autor de Mi poemario debería estar en todas las casas(Editorial Hidroavión), uno de sus versos está en el paso de peatones enfrente del Hotel Emperador, en plena Gran Vía. "Esta guerra se lucha bailando" se lee sobre el asfalto.
El valenciano no puede empezar el año con más ganas. "Estoy escribiendo un musical que tengo muy avanzado. Quiero que sea el proyecto de mi vida". Antes, le gustaría que una editorial publicase Capullos que vuelan. "Mucha gente me pide el guión. Si no me lo editan, acabaré subiendo el PDF a mi web". ¿Un deseo para el 2019? "Seguir sin tener que estar pensando si llego a final de mes o no, no tener esa carga".
A Iker Azkoitia le encantaría que Una corona para Claudia se convirtiera en una película. "Que algún productor venga al teatro, por favor". Además, en marzo estrenará una nueva obra como autor y director en el Lara: El grito de la tortuga. "Es un drama musicalizado". Y como actor tiene un deseo clarísimo: un papel en la adaptación de Patria. "Con eso me moriría feliz".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.