Un pazo para Carlos Pazos
El artista barcelonés inaugura su fundación en Galicia, pero mantiene una sede ‘portátil’ en unos particulares carromatos en Lliçà d’Amunt
Cuando el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), en 2007, dedicó una amplia retrospectiva a Carlos Pazos (Barcelona, 1949), fueron muchos los que creyeron que sería sólo el primer paso de la recuperación del artista por parte de las instituciones culturales de su ciudad. Sin embargo, pasaron los años y cambiaron los directores sin que nada se hiciera al respecto y al final Pazos se ha ido a Galicia para establecer su fundación en un pazo de Trasanquelos, un pueblo de 191 habitantes, en el concellode Oza-Cesura, entre A Coruña y Santiago de Compostela. “Me encanta que quede fuera de los circuitos, que haya que buscarla”, asegura Pazos, que vive desde hace décadas en París, aunque ha conservado una residencia en Barcelona, donde su esposa Montserrat Cuchillo da clases de derecho en la Universidad Pompeu Fabra.
“Montse y yo no tenemos descendencia directa e iba siendo hora de pensar en el futuro, en lo que pasaría con mis obras, las de nuestra colección privada y también con la biblioteca y los conjuntos que, como acumulador compulsivo que soy, he reunido a lo largo de mi vida”, explica Pazos, que ha creado la fundación junto con su compañera y cómplice Montserrat Cuchillo, quien se encarga de la dirección del proyecto bautizado Fundación PazosCuchillo de Pazos. “Además de conservar, promover y proteger mis obras y mis archivos, queremos facilitar el conocimiento y la difusión de los artistas cercanos, de una forma u otra a mi trayectoria”, indica Pazos, que tiene previsto mostrar obras inéditas, íntimas o casi desconocidas, en diálogo con los trabajos de otros “creadores afines, ni maestros ni epígonos”.
Un botellero gigante en ‘La Vinya’
A finales del pasado junio Carlos Pazos inauguró otra obra en el campo. Se trata de No et prometo res, creada expresamente para La Vinya dels Artistes, un espacio que los propietarios del Celler Mas Blanch i Jové abrieron en 2010 en recuerdo de su amigo Josep Guinovart y para colocar allí también su pieza L'orgue del vent. No et prometo res, que despliega su titulo en grandes letras de neones estilo Hollywood, es un enorme escurridor de botellas, que evoca una torre de vigía, así como la icónica obra de Marcel Duchamp, L'Eriçó. A su lado se encuentra La Capilla de los Trastos, un guiño a su pasión de coleccionista, así como las obras de otros artistas como Evru, Carles Santos y Frederic Amat.
Amante de los juegos de imágenes y palabras, ha bautizado la sede gallega de la fundación Mi Path os Doy, que evoca el camino (path, en inglés) y el pathos griego. Para la muestra inaugural, Pazos ha creado un diálogo entre obras de los creadores de su círculo más íntimo, como Esther Ferrer, Tom Johnson, Ignasi Duarte y Dionisio Cañas que ha concebido ex profeso la performance Pedazos de Pazos: Poemas comestibles, y su serie de 35 collages inéditos Los papeles de La Habana. “Los realicé en Cuba en 2011, uno por día, durante las cinco semanas que duró el rodaje de Yo inventé unos Llopis, inspirado en un grupo musical cubano de los años 50. Dada la falta de desechos en una isla donde se aprovecha todo, pese a mi alergia a las manualidades tuve que recurrir a la acuarela”, recuerda Pazos, que también exhibe unos vídeos realizados en colaboración con los propios Ferrer y Johnson.
Rechazo del Macba
Para arropar la inauguración, el Museo de Arte Contemporáneo de la Fundación Naturgy, en A Coruña, ha proyectado Art¡ss!mo, que el pasado diciembre se presentó en el Jeu de Paume de París. La película de 2015, que reúne 900 fragmentos de filmes que Pazos ha extraído de más de 5.400 obras, forma parte de la colección del Museo Reina Sofía de Madrid, pero no ha sido adquirida por el Macba. Sin atisbo de acritud, Pazos, que en 2004 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas, recuerda que “antes de fallecer, la galerista Marisa Diez de la Fuente contactó con el Macba para donar algunas de mis obras y le contestaron que ya tenían demasiadas”.
Por ello, ahora está reuniendo parte de su universo artístico en unos contenedores industriales, emplazados en el recinto de la fábrica Zedis de Lliçà d’Amunt. “José Luís Hernández Palay, amigo desde la infancia, me brindó esta oportunidad. Ya hay nueve carromatos temáticos y quiero hacer 13. Es la que consideramos la sede portátil de la fundación porque llevará las obras a lugares que raramente acogen manifestaciones de arte contemporáneo y a públicos que normalmente no tienen acceso al mismo”, concluye.
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