Magnífico y modesto Pi de la Serra
Excepcional concierto en el Museo de la Música, que expone la colección de guitarras del poeta e intérprete
Llevo amando las canciones y el buen hacer de Quico Pi de la Serra, su imaginación inquieta, sus autorretratos austeros, su dulce mala uva y su enorme poesía desde hace cuatro décadas largas. Siempre me acompaña, no me ha decepcionado nunca. Suele estar tiempo sin grabar ni actuar, el país es pequeño y el talento es mucho, falta espacio, más para un artista que ha hecho voto de modestia. Guitarrista, compositor, letrista e interprete musical, la voz de Quico no es menos excelente. Como los buenos cantautores, la ha ido modulando hasta lograr que sea ella, la voz, la que marque el sonido, al ritmo y al son de los versos de su amo, esas canciones tan dotadas, parejas en tanto a las de Georges Brassens y Léo Ferré, a quienes cito no sólo por ser sus referentes y maestros sino para situarlo entre los grandes músicos de esta singular familia de poetas de la guitarra y del escenario, por donde entran también Chico Buarque y Caetano Veloso.
Me agrada también locamente cuando actúa y graba con Maria del Mar Bonet, les une un feeling magnético (que no se suele dar en la cançó). No sé si podré verlos en el Alguer el 25 de abril, en el programa del festival Barnasants que conmemorará el aniversario de la liberación de Italia del fascismo, pero espero verle en Sants en el concierto 'Tren Seeger', en memoria y homenaje al cantautor norteamericano de quien este año nuevo se cumplirá el centenario. Como ven, Francesc Pi de la Serra sigue en la brecha.
Todo esto para contarles que este domingo 16, en el Museu de la Música barcelonés, este hombre dio un concierto extraordinario, de gran vitalidad y maestría. Nacido en 1942, a sus años el arte que le lleva está en su apogeo. Delgado y flexible, fue primero curioso verle actuar ante un órgano gótico de proporciones igualmente góticas y fue, de inmediato, un gusto y una alegría. Le acompañaban dos de sus mejores camaradas de los últimos tiempos, bastante más jóvenes: Amadeu Casas, que estrenaba una guitarra de cuyo nombre no puedo acordarme que le tenía emocionadísimo, y las armónicas que Joan Pau Cumellas toca como los ángeles mejor entrenados. Un concierto de mediodía, una programación que va en aumento, no sólo en los auditorios veteranos sino también en salas teatrales como el Maldà. Un concierto más de los que programa el Museo de la Música, que dirige con tino Jaume Ayats, músico, etnomusicólogo y estudioso académico.
Un concierto que no se dio porque sí en un museo. Quico tocaba y cantaba con su combo muy cerca de la exposición que el Museo de la Música dedica a sus guitarras. Pi de la Serra no es un coleccionista sin más sino un intérprete musical enamorado de su instrumento, de las variedades adoptadas a lo largo de los siglos y de las que adopta hoy en este continente y en los demás, con especial dedicación a las tierras americanas, en las que suele cantar. Se notaba que el concierto era en un museo porque estabas ante instrumental musical histórico –el gran órgano, vuelvo a decir— y asomaban por los costados diapositivas de siglos pasados, pero en buena ley era más elocuente del lugar que los tres músicos vistieran con elegancia, americanas y corbatas pensadas para la ocasión, seguro. Otra buena razón para asistir al concierto, la ropa como respeto y saber estar.
Quico terminó los bises, ya sin americana, con su espléndida 'La cultura', del disco QuicoLabora, una canción de 2011 que se las sabe todas y no deja cabo suelto. Les traduzco algunas estrofas, aunque una lengua hermana del catalán sin duda lo entiende todo: “La cultura rima bien con literatura, / con amargura, cura y aventura, / con pura, caradura y censura, / con futura, apertura y dictadura. // (…) Con conjura, cura y musculatura, / candidatura y caricatura, / con cintura y con magistratura, / con criatura, usura y confitura, / con mesura, con mesura. // Cultura es una palabra delicada, / tan peligrosa como la dinamita, / generalmente hace más falta que no sobra, / generalmente todos la necesitan.” No deja ningún cabo suelto, hasta ir terminando y decir: “Más tarde diréis que soy contradictorio / ¿Qué quiero decir con eso? Usted mismo. / Yo me guiso mi cocina y si le gusta / si quiere venir a comer le invitaré / Yo guiso mi cocina y si tienes gana / y me lo pides bien, te la daré. // En fin, por un precio que creo razonable / podrás masticar un Sol / podrás masticar un Sol / podrás masticar un Sol, La, Si, Do, Re.” A ritmo de blues, del blues más negro y más hermoso. Buen 2019, Quico. Buen 2019.
Mercè Ibarz es escritora y profesora de la UPF.
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