“A mis alumnos de boxeo solo les pongo una condición: nada de pegarse fuera”
Julio Rubio imparte boxeo gratis a jóvenes en la UVA de Hortaleza. El local donde entrenan, propiedad de la Comunidad de Madrid, será demolido
La Unidad de Absorción Vecinal (UVA) de Hortaleza se levantó en 1963 para alojar, temporalmente, a más de mil familias chabolistas procedentes del éxodo rural. Los inquilinos de estos barracones -con dos alturas y terrazas a modo de corrala- llevan medio siglo a la espera de ser reubicados. A tal efecto, durante la última legislatura, el gobierno regional ha edificado tres torres. Para crear las zonas verdes previstas en el proyecto se derruirá el local de la asociación vecinal; una cesión de uso que otorgó en 1992 la Agencia de Vivienda Social (AVS) de la Comunidad de Madrid. Allí Julio Rubio, educador social de 40 años, imparte boxeo gratis para los jóvenes del barrio. No sabe hasta cuándo. Escrita en su gimnasio ocasional, una frase: "Nuestros sueños no se derriban"
Hace apenas unos días recibieron una carta de la AVS.
Si, en la que nos comunican la demolición de este edificio. Aún no tenemos fecha y seguramente nunca nos la darán, para evitar que ofrezcamos resistencia. La Comunidad de Madrid nos ofreció una falsa alternativa: proponían un espacio mucho menor, que no reúne las condiciones físicas necesarias para entrenar, por 470 euros al mes. Ahora no pagamos alquiler porque este inmueble se cedió tras la expropiación de uno anterior, construido por los vecinos con sus propias manos. Albergaba la misma asociación que continúa reuniéndose hoy aquí. Todo lo que hacemos es sin ánimo de lucro. Si tuviera que empezar a cobrar las clases de cara a sufragar una renta, muchos chavales dejarían de venir. No quiero que el proyecto se desvirtúe.
Lleva 10 años con las clases de boxeo, pero usted es educador.
En mi caso este deporte es solo una excusa para conectar con los chavales y atender a sus necesidades. Muchas veces el problema no lo tienen ellos, sino su entorno más cercano. Quizá un padre está en la cárcel o un primo tiene adicción a las drogas, así que contacto con esos familiares. Ayudo en lo que se pueda y esta termina siendo una iniciativa para el barrio entero. Yo empecé a boxear con 15 años. Me ayudó a dejar de fumar y equilibrar el temperamento. En los profesores del gimnasio encontré una atención que no había vivido en el sistema educativo. Dentro del instituto se espera de ti que aprendas y hagas los deberes, sin embargo, a nadie le preocupan tus miedos e inquietudes.
¿No es una disciplina violenta?
Es una herramienta para pelear que tiene mucha filosofía detrás. Lo importante es en qué dirección orientes esa filosofía. En mi clase no se echa a nadie, cuando hay problemas los trabajamos. Eso sí, yo pongo una condición: nada de pegarse fuera. De esta forma también les quitamos un peso de encima. Ya no tienen que enfrentarse a otros por miedo a ser tachados de cobardes. Pueden decir que son boxeadores y los boxeadores no entran en reyertas. Hay algunos chavales a los que el deporte les sirve un montón, acaban teniendo buen nivel y les derivamos a centros profesionales. Pero lo habitual es que vengan por otras razones.
Porque les proporciona un espacio propio.
Sentir que tienes tu lugar en el mundo es crucial. Los adultos terminamos expulsando a niños y adolescentes de todos lados. Donde yo jugaba a la pelota ahora hay un cartel que lo prohíbe; en el instituto del barrio contrataron a un vigilante de seguridad que impide usar las canchas por las tardes; si bailas break dance en el Metro te sacan de la patilla, y si quieres entrar a la piscina municipal, tienes que pagar. ¿Dónde pueden estar los jóvenes? Intuyo que a muchos ni si quiera les gusta el boxeo, pero necesitan encontrarse en algún lado. Por ahora nos cuesta mucho atraer chicas, hay un tema de género a trabajar.
¿Cuántos alumnos suele haber?
Las clases son los martes y los jueves. Dos grupos de unos 15 chavales. A la semana vienen por aquí en torno a 30, casi todos de la zona. Ahora cuento con monitores que en su día fueron alumnos. También hacemos salidas al campo o acudimos a alguna velada de boxeo. La Comunidad de Madrid me ha derivado a chicos, sobre todo de centros de menores. Por eso esta situación resulta irónica: les hacemos el trabajo gratis y encima nos echan.
¿Tuvo algún referente a la hora de llevar a cabo esta iniciativa?
Para trabajar en la calle he obviado buena parte de lo que me enseñaron en la facultad. Más que pedagogía aprendes el lenguaje de la burocracia. Las lecciones más importantes me las ha dado la chavalada.
También en las ondas
Julio Rubio compagina el boxeo con un programa radiofónico. Se llama ‘Los sonidos de mi barrio’, emitido semanalmente por Radio Enlace para el distrito de Hortaleza. Le acompañan jóvenes y adolescentes que, frente al micrófono, comparten aficiones e intereses. También se animan las madres.
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