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Andrés Arregui: “Los coches, como el tabaco, irán desapareciendo”

El madrileño hace bicis de diseño y ha creado un taller escuela en el que enseña todas las fases para la creación de una bicicleta

Aurora Intxausti
Andrés Arregui, diseñador de bicicletas, el jueves en su estudio de Carabanchel (Madrid).
Andrés Arregui, diseñador de bicicletas, el jueves en su estudio de Carabanchel (Madrid). KIKE PARA

Emigrar o apostar por el futuro. Andrés Arregui, doctor en Químicas, apostó por el riesgo y así lleva diez años. Trabajando en lo que le gusta: diseñando y creando bicicletas a gusto del consumidor. En una nave, que antiguamente fue una imprenta, en la Avenida Pedro Díez de Madrid, él junto a otros dos compañeros —Eduardo Gasca y Pablo Hervas— han creado un taller escuela en la que enseñan a alumnos todas las fases para la creación de una bicicleta.

¿A qué se debe que Madrid sea una de las grandes ciudades europeas en las que se use menos bicletas?Política. Esa es una cuestión absolutamente política. Ya pocos se acuerdan que antes en los bares y en los trabajos se fumaba y de un día para otro eso cambio. El futuro va hacía eso. Los coches, como le ha pasado al tabaco, irán desapareciendo. Yo en metro tardo 40 minutos en llegar a trabajar, de Chamberí a Oporto, en bicicleta estoy en 20 minutos. El número de coches en las ciudades se reducirá de manera drástica. Lo veremos.

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¿Esta ciudad va hacía eso?Si las medidas son poner un carril bici como el que hay, nefasto, y un sistema como Bicimad, un ciclomotor, no. Tiene que haber un cambio de mentalidad absoluto del ciudadano, de apostar por una ciudad con menos contaminación. Además, frente a otras ciudades en las que llueve o nieva, nosotros tenemos muchas ventajas, hay más días al año de sol que en los países del norte y no sabemos disfrutarlo.

¿Y el patín?Si eso sirve para que una persona abandone el coche, genial. Cuando los que utilizan el coche para moverse en la ciudad se den cuenta que no pueden ir a más de 20 o 25 kilómetros por hora, que es la velocidad de una bicicleta, terminarán buscando algo alternativo. Es cuestión de tiempo.

¿A quién se le ocurre montar un negocio en plena crisis?Tenía dos opciones o marcharme fuera de España a hacer investigación o quedarme y arriesgarme. A mí investigar en los materiales me apasiona y si ya lo llevas a cosas prácticas mucho más. Hago cosas con las manos pero no soy un artesano, soy una persona que proviene del mundo científico y ahí es donde está mi reto. Ha habido momentos que he estado a punto de tirar la toalla, solo de la bicicleta no se puede vivir. Pero al montar la escuela se nos abrió un campo más amplio, tenemos alumnos que vienen desde Argentina, Italia, Reino Unido y, por supuesto, españoles.

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¿Por qué acuden hasta su escuela?A la gente le gusta aprender a soldar, manejar materiales, aprender de mecánica. Eso no significa que se vayan a dedicar a ello. Muchos lo hacen por el puro placer de aprender.

¿Cuál es el precio medio de una bicicleta acorde a tu cuerpo y a tus necesidades de las suyas?En estos momentos en cada máquina tardamos una media de ocho o nueve meses y el coste es de 3.500 a 4.000 euros. Si el cliente entra con otro tipo de peticiones como ruedas especiales, cuyo coste es de 2.500 cada una, la bicicleta puede rondar entre los 12.000 a los 15.000 euros. Ahora estamos tratando de optimizar el proceso para diseñar un tipo de máquina en la que solo se puedan elegir unas cuantas cosas que abaratara el coste a los 1.500 o 2.000 euros.

¿Hay alguna pieza española?

Desgraciadamente hemos aniquilado todo el tejido industrial y hasta la lija de acero la tenemos que pedir a Italia. Para mí es algo que resulta muy triste no encontrar productos españoles de calidad. Los tubos de acero los importamos de Italia y otras piezas de Estados Unidos o Taiwan. Hubo un tiempo que resultaba más barato fabricar en Asia y ahora lo estamos pagando y lo pagaremos mucho más porque hemos terminado con las fábricas.

Una vida sobre dos ruedas

Andres Arregui, de 41 años y madrileño, es radical, no lo oculta, con las restricciones de coches en su ciudad: apuesta por vivir en un lugar en el que el aire esté limpio y que las bicicletas lo inunden todo, al igual que en Ámsterdam o Berlín. Afirma que es cuestión de tiempo, mientras sus hijos se desplazan en bici.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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