Espacios seguros y sin ‘paradas’ racistas
Se redactará un informe anual que nos permitirá denunciar esta práctica institucionalizada con cifras concretas
Uno de mis grandes logros este año ha sido encontrar mi lugar y mi espacio seguro. Y lo he hecho en la comunidad migrante racializada en Madrid. Mi primer contacto fue en la manifestación antirracista del pasado 12 de noviembre, en la que además me encontré con una amiga de la infancia que no veía desde primaria. Fue un momento muy emotivo: unos años después, y junto a miles de personas, manifestándonos contra el racismo y la xenofobia que vivimos juntas en el colegio. Era emoción por vernos y por el viaje que nos llevó a descubrir estas desigualdades y nos volvió a juntar en un mismo espacio. En esa marcha descubrí nuestra fuerza colectiva y empecé a sentir necesidad de participar en más espacios donde se hablara sobre la lucha antirracista.
Y así conocí a Paula Guerra, nueva presidenta de SOS Racismo Madrid, en una manifestación pidiendo el cierre del Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche. A través de ella entré en SOS Racismo, un espacio —en el número 13 de la calle de Lavapiés— que denuncia la discriminación racista y la xenofobia en todas sus manifestaciones y que atiende a las víctimas de dicha discriminación. Allí soy voluntario y actualmente trabajo en un proyecto colaborativo, con Paula y con Fernando Remiro y Moha Gerehou, que se llama Stop paradas.
Lo que estamos haciendo es una plataforma que cartografía las paradas racistas que vivimos muchas personas migrantes racializadas diariamente, y que saldrá a la luz en octubre. La idea surgió al debatir sobre cómo habitábamos y nos movíamos en la ciudad como personas migrantes racializadas. Con los datos que se obtendrán a través del formulario que se publicará en la nueva web vamos a crear una cartografía con los puntos calientes de las paradas racistas en Madrid. Y, con ello, se redactará un informe anual que nos permitirá denunciar esta práctica racista institucionalizada con cifras concretas.
Además, hablamos de la importancia de espacios seguros para personas migrantes racializadas, tanto mixtos como no mixtos, ya que se complementan entre sí. Un espacio seguro no consiste únicamente en crear un espacio no mixto, solo con personas racializadas. Para que sea seguro debe ser un espacio donde exista cuidado y respeto por las vivencias y experiencias vitales de cada persona, y no necesariamente tiene que estar incentivado por organizaciones y entidades públicas.
También debatimos sobre la importancia de la interseccionalidad en los espacios si queremos visibilizar las múltiples opresiones que puede experimentar una persona. Pero, como dice Paula, “hay que tener cuidado con el concepto, porque si la intersección de opresiones se traduce en políticas públicas que fragmentan a las personas, o si, como apunta María Lugones, se traduce en un mecanismo de control e inmovilización, aplicar ese enfoque tendrá más consecuencias negativas que positivas”.
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