Adrián y Cristian, dos conversos en las redes del imán
En 2014, Es Satty trató de captar a dos jóvenes de Castellón y les expresó su intención de atentar en España
Abdelbaki Es Satty, cerebro de los atentados de Barcelona y Cambrils, trató de reclutar a dos castellonenses recién convertidos al islam: Cristian R. y Adrián F. En su declaración como testigos ante la Guardia Civil días después de los ataques, los jóvenes describieron su cercana relación con Es Satty cuando ejercía de imán en una mezquita de Castellón. Un día, Cristian acudió a casa de Es Satty a repararle el ordenador y se transformó en visitante asiduo. “Poco a poco fue hablándome de la Yihad. Decía que estaba bien y la defendía. Justificaba las acciones y decía que había que llevar a cabo atentados en España”.
Cristian, que ahora tiene 24 años y cuyo nombre musulmán es Mourad, conoció a Es Satty en 2014, cuando la comunidad le contrató para dirigir los rezos nocturnos del Ramadán. El imán acababa de salir de prisión tras cumplir condena por tráfico de hachís. Para el chico, se convirtió en “una referencia” porque “se sabía el Corán de memoria”. Se hicieron amigos. “Empezamos a ver vídeos de decapitaciones de Daesh en internet”, declaró Cristian, que se llevaba su propio ordenador por indicación del imán. “Quizá pensaba que le podían intervenir, era paranoico”.
Un joven no fue a la policía porque “pensaba que no iba a pasar nada”
Es Satty trató de aplicar en Castellón el método de adoctrinamiento —charlas privadas en la intimidad del hogar, en las que justificaba el terrorismo— que más tarde desarrollaría con éxito con los chicos de Ripoll que formaron la célula terrorista. “Ahora veo que el imán trataba de adoctrinarnos. Una vez me habló de un compañero de piso que fue a Irak y se estrelló con un camión. Cuando vio a Berlusconi en la televisión llorando, Abdelbaki dijo que había tenido su escarmiento”, relató a los agentes en alusión a un atentado contra tropas italianas en ese país.
Durante medio año, Cristian acudió al piso “tres veces por semana”. Reservado en público, Es Satty se explayaba en privado. “Justificaba traficar con hachís y matar a personas por defender sus ideas del islam”. El joven converso se marchaba de allí “con muchas dudas y una sensación extraña”. Con el tiempo, pasó a pensar que el imán era un “manipulador” y “estaba zumbado”. Pero, a pesar de que Es Satty insistía en que “había que actuar aquí en España porque eso subiría la moral de los luchadores del Daesh”, Cristian no acudió a la policía. “Pensaba que no iba a pasar nada”.
El imán se marchó a Bélgica y perdieron el contacto. Antes, sin embargo, Cristian había introducido en el islam a un amigo del barrio, Adrián F., que tras un partido de fútbol le preguntó por su fe y le pidió un Corán. Ya convertido, Cristian le presentó a Es Satty. Aunque pidió al imán que no le contara nada de la Yihad porque tenía mujer y una hija y estaba “apegado a esta vida”, Adrián F. empezó a frecuentar la casa y a recibir los mismos mensajes y a ver los mismos vídeos. Con el tiempo, ganó confianza con el imán y, según Cristian, “podía estar algo influenciado” por él.
“No tenía pensado morir”
La Guardia Civil también interrogó a Adrián, que admitió las visitas pero negó que el imán le estuviera sondeando para captarle. Tras la marcha a Bélgica, él sí mantuvo el trato con Es Satty. “Lo llamaba de vez en cuando, cuando tenía dudas del islam. Aunque era muy reservado y no hablaba bien español”. La última vez que le vio con vida, admitió, fue a mediados de julio de 2017, un mes antes de los atentados. Es Satty fue a visitarle a Castellón —según dijo, acababa de llegar de Marruecos— y durmió en su casa. Al día siguiente, tomaron café en la ciudad, compraron unas telas para las hijas del imán y comieron juntos un plato de pollo en Benicarló. Al despedirse, Es Satty le dijo que se marchaba a Ripoll y que le llamaría de nuevo cuando regresase a su país.
Uno de los chicos se vio con el imán apenas un mes antes de los ataques
Los atentados del 17-A le sorprendieron porque Es Satty “no tenía pensado morir”. En su declaración, Adrián, también de 24 años, dijo que no acudió a la policía por miedo. “Podía perder el trabajo y me podían echar del piso. Conocía al imán, pero no tenía nada que ver”. Insistió en que el imán “era una tumba” y que no le contó “nada” de sus intenciones.
En conversación telefónica con EL PAÍS, Adrián admite que mantuvo una relación de “amistad” tanto con Es Satty como con tres miembros de la célula que atentó en Barcelona y Cambrils. “He estado con ellos y son bellísimas personas. A lo mejor han hecho cosas que no están bien, pero esas cosas también vienen en el islam”. Sobre los atentados, asegura que en ningún caso los justifica, pero insiste en que el Corán habla de la Yihad. “Yo estoy en contra, pero es una respuesta. Si la OTAN ataca a los musulmanes, luego ellos hacen malezas. Si le das un guantazo a alguien, lo normal es que lo devuelvas, ¿no?”
Adrián afirma sentir “rabia” por haber “perdido” a sus amigos y lamenta que uno de ellos, Younes Abouyaaqoub, el conductor de la furgoneta de La Rambla, fuera abatido por los Mossos. “Estaba más que claro que le iban a disparar, porque encima llevaba un chaleco falso...”. El joven insiste en que en ningún caso le intentaron captar y apunta a Cristian, con el que rompió la amistad en 2016 a propósito de una discusión sobre religión. Cristian, a su vez, cree que Adrián interpreta de forma más “radical” la Yihad y que casi siempre estaba “de acuerdo” con Es Satty. “No descarto que fuera captado. Es una persona a tener en cuenta policialmente. No sé cómo habrá enfocado lo que ha pasado”.
De la recogida de la naranja a las visitas a Alcanar
La relación de los dos conversos de Castellón no se limitó al imán Es Satty, sino que se extendió a tres de los miembros de la célula yihadista: Youssef Aalla, Younes Abouyaaqoub y Mohamed Hichamy. Todo empezó con la campaña de la recogida de la naranja de Castellón, en el otoño de 2015. Adrián F. dijo que necesitaba mano de obra y el imán le ofreció a Youssef. Nació así una relación de amistad que se prolongó en los meses siguientes en forma de visitas mutuas. Cristian R. explicó que Youssef le fue a ver a su casa acompañado por los otros dos jóvenes de Ripoll. “Nunca me propusieron nada de atentados, pero ahora pienso que bajaron para sondearme y captarme”, declaró este joven.
El vínculo fue mucho más intenso en el caso de Adrián. Entre finales de 2015 y la primavera de 2017, el joven converso vio a los tres chicos de Ripoll "ocho o nueve veces", según su declaración, que consta en el sumario de los atentados. Cuando le visitaban en Castellón, a menudo se desplazaban todos a la librería Annur, de Valencia, para comprar libros sobre el islam. Cuando Youssef y el resto le explicaron que habían okupado un chalet en Alcanar (Tarragona), Adrián decidió devolverles la visita. Era el verano de 2016 y Adrián pasó allí unas cuantas noches, durante el Ramadán. Esa casa fue utilizada más tarde por los terroristas para elaborar explosivos y preparar los atentados. Adrián aseguró a los agentes que no vio ninguna de las bombonas de butano que luego se encontraron en el lugar. También que en los meses anteriores a los atentados sus amigos se mostraban "reticentes" a que pasara por la casa de Alcanar.
Adrián detalló la personalidad de cada uno de los terroristas. Younes, el autor del atropello de La Rambla, era “el más inteligente de los tres” y “el que más se sabía el Corán”. Cuando los agentes le preguntaron si creía que le estaban sondeando para captarle, Adrián lo negó. Afirmó que les había dejado clara su posición de “no matar a nadie” y que les recordó que el islam “prohíbe matar a mujeres y niños”. “Ellos no negaron y la cosa quedó ahí”, declaró Cristian, de lo que se deduce que, de una u otra forma, la Yihad y el terrorismo formaba parte de sus conversaciones. Adrián subrayó ante los agentes que no “comparte” lo ocurrido en Barcelona y Cambrils.
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