_
_
_
_

La “cara B” de los Veranos de la Villa

El festival veraniego propone iniciativas inesperadas, con un mismo fin: llevar el espectáculo a los distritos

Concierto de Javier Perianes en los Veranos de la Villa.
Concierto de Javier Perianes en los Veranos de la Villa.ÁLVARO LÓPEZ DEL CERRO

No es habitual que por un festival que organiza un Ayuntamiento, en su mayoría gratuito, pasen artistas de la talla de Matthew Herbert, Ólafur Arnalds, Atom TM o Javier Perianes. Pero Veranos de la Villa no son solo relumbrosos nombres de la electrónica, el pop o la música clásica. La programación veraniega municipal dura todo el verano y da para mucho, también para iniciativas menos bombásticas, pero igual de eficaces a la hora de animar a los vecinos a invadir el espacio público de los 21 distritos. Especialmente, a los que vienen de otros barrios.

Son la “cara b” del cartel, propuestas sorpresivas, que logran que Veranos de la Villa no caiga en la obviedad de otros festivales. “No está destinado solo a llenar”, explica su directora, la madrileña Maral Kekejian, “sino a que la gente se sienta parte del espacio público. Que lo asimile como propio”.

No todas las propuestas pasan necesariamente por un escenario. Sergio Fanjul, poeta, periodista, colaborador en este periódico y cronista a pie de adoquín, es el paseador oficial de la Villa de Madrid hasta el 1 de septiembre. “El verano pasado fui a los conciertos del festival a pie, y escribía mi experiencia en Facebook. Le propuse a Veranos de la Villa ser su paseador este año”, explica Fanjul. Sus crónicas, con su habitual verbo inmediato y afilado, pueden leerse en la web del festival y los pasquines que entregan en los espectáculos.

La almendra no está en lo descriptivo, sino en las conclusiones de alguien (tal vez la única persona del mundo) que se recorrerá los 21 distritos a pie. “Madrid no existe como tal, es un conglomerado. Cada persona lo vive desde su barrio de una forma diferente, y la ciudad es la suma de todos los madrides subjetivos”, resume Fanjul, testigo, por sus odiseas urbanas, de las diferencias de clases: “La imagen cosmopolita se reduce al centro. Alrededor hay zonas realmente pobres, con una arquitectura monolítica de ladrillo visto. Se da la paradoja de que en estos barrios se usa mucho el espacio público, los parques son lugares de encuentro. En los ricos, apenas se usan, pero reciben más inversión para el mantenimiento de sus calles”, explica el andador, cuya mayor pateada ha sido, por el momento, de tres horas y media: desde su casa de Lavapiés hasta Barajas.

Otra de la iniciativas venideras (22 y 23 de agosto) tiene un título imprevisible: Dragón, descansa en el lecho marino. Tampoco tira de un escenario convencional: será en la piscina del Centro Deportivo Municipal Palomeras, donde seis nadadoras coreografiarán de los movimientos del animal mitológico. “Queremos añadir el concepto de arte a la natación sincronizada”, cuenta Pablo Esbert, director junto a Federico Strate, que también crea la música electrónica que acompañará la obra. Unas luces subacuáticas darán onirismo del espectáculo.

Otra iniciativa sí recurre a un escenario habitual; no es habitual quien lo pisa. En Vivir en videoclip, tú, yo, nosotris y un karaoke (16 de agosto, parque Huerta del Obispo), el investigador en artes escénicas Anto Rodríguez se convierte en cantante de repertorio pachanguero, y anima al público a tomarle el relevo. “Les ponemos humo, ventiladores, atrezos varios... Para jugar ser estrellas”, explica. Esto forma parte de su tesis doctoral, en la que quiere demostrar que “la denostada cultura popular está incardinada en todos nosotros”. Y zanja, retador: “Que levante la mano quien no haya cantado a Raffaela Carrà”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_