La ola de calor pone a prueba a los servicios de urgencias

La ola de calor empujó ayer la temperatura por encima de los 30 grados de manera generalizada y poblaciones como Benissanet y Vinebre, en Tarragona, rozaron los 37 grados. Las previsiones apuntan a que el bochorno seguirá hostigando hasta el fin de semana. El Servicio Meteorológico de Cataluña mantiene la alerta por calor intenso, sobre todo en las comarcas de Lleida. El pico de ardor veraniego pone a prueba los protocolos y los planes de actuación que tiene redactados la Administración para proteger a los colectivos más vulnerables.

El Departamento de Salud afirma que “el calor excesivo y sostenido comporta un aumento de la mortalidad y la morbilidad (proporción de personas que enferman en un sitio y tiempo determinado)” y advierte del riesgo para bebés, gente mayor, personas con discapacidad, con patologías crónicas, las que toman medicación que actúa sobre el sistema nervioso central y las que viven en condiciones sociales precarias. El Plan de actuación para prevenir los efectos de las olas de calor sobre la salud busca predecir las posibles situaciones meteorológicas de riesgo y minimizar sus efectos.

El plan para atajar la ola de calor esta coordinado por la Agencia de Salud Pública de Cataluña y el Servicio Catalán de la Salud (CatSalut) y controla diversos parámetros asociados a la canícula. El programa se fija, por ejemplo, en el número de ingresos hospitalarios y en el registro de defunciones durante las fechas de más calor. El verano pasado se activaron hasta una docena de alertas por temperaturas extremas entre junio y septiembre y, según el análisis hecho por los técnicos del plan de coordinación de salud, en la semana del 7 al 13 de agosto de 2017 se observaron cambios en las defunciones notificadas, que fueron superiores a las de las mismas semanas del año anterior. “Este hecho podría ser explicado por la ola de calor que se produjo la semana previa”, resuelve un informe que forma parte de la documentación del plan de prevención.