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El videoarte de Bill Viola veranea en Ibiza

La dualidad del agua y el fuego de 'Fire Woman' y 'Tristan’s Ascension' confluyen en la Nave Salinas

Una de las obras de Viola en La Nave Salinas de Ibiza.
Una de las obras de Viola en La Nave Salinas de Ibiza.The Vitorino

Dos de las videoinstalaciones más icónicas de Bill Viola se trasladan a Ibiza para pasar el verano en un entorno privilegiado bañado por el sol y el mar. Situado en el Parque Natural de Ses Salines, La Nave Salinas, un antiguo almacén de sal construido durante la posguerra, se convierte en el espacio ideal para mostrar Fire Woman y Tristan’s Ascension, que se podrán ver hasta el 30 de septiembre. El agua y el fuego son los elementos protagonistas dentro y fuera del recinto: “El agua puede representar el nacimiento, el bautismo y la purificación. El mar trae vida, pero, como el fuego, también puede ser una fuerza de destrucción y aniquilación. El mundo existe en opuestos y en La Nave Salinas lo tenemos todo”, ha expresado el artista.

El murmullo del público que ha acudido a la presentación pronto desaparece entre la oscuridad. Al fondo de la nave se alza una pantalla de más de 7 metros de altura que, junto con un sistema de sonido envolvente, convierte la visita en una experiencia inmersiva durante los 10 minutos que dura cada pieza. El objetivo de Viola se cumple: “El lugar más importante donde mi obra existe no es en la pantalla de vídeo, sino en la mente del espectador que lo ha visto”.

La antigua salinera ha mantenido su fisonomía original para la ocasión. La escenografía se ha reducido al mínimo y los 700 metros cuadrados del recinto quedan casi al desnudo para lograr una exposición sobria, muy alejada del fastuoso decorado que se creó para la de Keith Haring el año pasado, aunque no por ello menos impactante. “Es muy probable que su obra nunca se haya visto así”, se plantea Lio Malca, coleccionista de arte neoyorquino y artífice de La Nave Salinas, que, desde que vio este espacio no tardó en “visualizar” allí la obra de Viola.

Almacén de arte

La vinculación emocional del coleccionista neoyorquino con Ibiza, que reconoce “estar en deuda con la isla”, le ha llevado a reconvertir el antiguo almacén de sal en un espacio expositivo donde mostrar prestigiosas obras de arte contemporáneo. El proyecto se inauguró en 2015 con la exhibición del artista KAWS y el año siguiente La Nave se transformó en un teatro para acoger la instalación audiovisual en 3D de Marco Brambilla. “El espacio es impactante, por eso es un reto adaptar la obra y que guarde un dialogo con lo que vas a exponer” señala Malca, recordando la exposición monumental del año pasado, cuando las paredes interiores y el techo de La Nave se forraron con los dibujos de Haring.

Con Bill Viola continúan engrosando la lista de artistas reconocidos a nivel internacional que exponen en este espacio singular: “Utilizamos nombres conocidos para generar confianza entre los visitantes y más adelante poder hacer algo más local”. La intención, como explica la directora de La Nave, Alejandra Navarro, es “generar que Ibiza sea un lugar donde hay cultura y no solo fiesta”. Aunque todavía falta camino por recorrer, Malca cree que “Ibiza ya está en el mapa del mundo del arte y que nuestro proyecto ha contribuido a ello” y añade, recordando la buena acogida que ha tenido estos años entre el público local y extranjero, que la idea es “llegar a la comunidad y hacerles saber que es un espacio que les pertenece”.

Ambas obras se crearon en 2005 como parte de una nueva producción del dramaturgo Peter Sellars sobre la ópera de Wagner Tristán e Isolda. Sin embargo, como explica el propio artista, “no es necesario conocer la historia de los amantes para entender la obra. Los temas (el ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento) son amplios y pueden relacionarse con cada persona”. Las imágenes son viscerales y se explican por sí solas. Así lo experimentó Malca: “La primera vez que las vi no tuve la necesidad de entender su origen, solo el impacto que crearon en mí”.

Fire Woman es la visión de un hombre moribundo que dedica sus últimos momentos a recordar a su amada. En las imágenes aparece la silueta de una mujer que avanza hacia el espectador con una cortina de fuego tras ella y acaba cayendo sobre su propio reflejo. La visión se hace añicos y el fuego y el agua se acaban uniendo en un solo elemento: “Cuando las llamas de la pasión y la fiebre envuelven la mirada interior, y la revelación de que el deseo físico ya no regresará ciega al observador, la superficie reflejante se hace añicos y vuelve a su estado esencial de formas ondulantes de luz pura” explica Viola.

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Tristan’s Ascension (The Sound of a Mountain Under a Waterfall) describe el ascenso del alma después de la muerte mediante la imagen de una cascada inversa. El cuerpo de un hombre yace sobre una losa en una sala de hormigón vacía mientras una pequeña llovizna asciende del suelo al cielo. El caudal del agua acaba transformándose en un diluvio atronador que envuelve el cuerpo convulso del hombre y lo hace levitar hasta desaparecer de la pantalla.

La temática metafísica y el juego de contrarios invaden su obra. La tecnología le vale para hablar de temas universales como amor, la muerte o el paso del tiempo, pero para él el video tan solo es “una herramienta, tan espiritual como lo puede ser un pincel”. “El video es la proyección o la emisión de luz, impulsada por corrientes de electricidad, la misma que está en nuestros cuerpos. Este medio permite manipular el tiempo y una vez que lo ralentizamos entramos en otro mundo, uno creado por el artista. Es su ojo y su mente lo que dirige el trabajo, y no el ojo objetivo de la cámara”.

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