El caso sobre la desaparición de Sonia Iglesias vuelve a archivarse
Cuatro meses después de reanudar su búsqueda, el juzgado de Violencia de Género la aparca por falta de resultados concluyentes
La desaparición de Sonia Iglesias, la mujer de 38 años que se esfumó sin dejar rastro el 18 de agosto de 2010 en el centro de Pontevedra, seguirá siendo una incógnita. La juez de Violencia de Género decretó este jueves el archivo de la investigación que se reanudó en febrero pasado, al no obtener datos concluyentes de las últimas pesquisas policiales.
El caso se cierra llevándose el secreto de las diligencias, sin saber qué nuevas sospechas tenía la policía para reabrirlo. En un breve auto, la instructora Rosa García Prado argumenta que no ha dado positivo ningún análisis de los fragmentos recogidos por los equipos especializados de la Policía Cientíífica, concretamente de los fragmentos de cortical encontrados en la finca familiar donde se centró la búsqueda del cuerpo, cuya especie o procedencia no ha podido ser confirmada.
Esta es la segunda vez que se decreta el archivo de la causa. El 21 de abril de 2015 un primer auto cerró provisionalmente el caso cuando este pasó a ser competencia del juzgado de Violencia de Género y ya se había levantado el secreto de las diligencias. Julio Araújo, la pareja de la víctima y padre de su único hijo que tiene 17 años, fue imputado en la causa por detención ilegal, dos años después de la desaparición de su pareja aunque nunca llegó a ser detenido ni acusado.
La Policía había encontrado nuevos indicios para volver a imputarlo hace cuatro meses, aunque esta vez por un presunto delito de homicidio. El principal sospechoso para la policía fue incluso citado para declarar en la Comisaría de Pontevedra junto a su hermano David, que también había sido investigado en el caso como presunto encubridor. Ambos se acogieron a su derecho a no declarar y quedaron en libertad.
El fallido interrogatorio de los dos hermanos que había preparado la policía se produjo después de los registros de la casa con finca, propiedad de la familia Araújo, donde Sonia y su pareja vivieron los primeros años de relación con su hijo. El registro duró casi doce horas, en presencia de Julio Araújo, y se reanudó al día siguiente, incluso en las inmediaciones del cementerio de San Mauro, donde la familia tiene un panteón, y en la capilla.
Aunque la casa ya había sido registrada en 2010, la búsqueda del cuerpo de Sonia Iglesias se centró en un radio de 800 metros de terreno que rodea la casa y en un pozo de barrena que fue achicado con motobombas por efectivos de la unidad de Bomberos de Pontevedra.
En mayo, el fiscal jefe de Pontevedra Juan Carlos Aladro, confirmó que el caso no se cerraría y que la investigación pretendía explorar ámbitos del entorno familiar. “Es caso policialmente no se cerró nunca ni se va a cerrar”, había declarado. “Hemos abierto muchos caminos, algunos equivocados porque nos han llevado hasta allí, pero se seguirán explorando otros nuevos y los que sean necesarios para llegar al objetivo, que es saber dónde está el cuerpo de Sonia Iglesias”, aseguró.
La investigación siempre barajó la hipótesis de que Julio Araújo, la última persona que vio con vida a Sonia Iglesias, habría actuado con la ayuda de un cómplice. También la familia ha señalado públicamente a la pareja de Sonia como el presunto responsable de su desaparición.
No obstante, y como en otros archivos sobre desapariciones, la titular del juzgado número tres de Pontevedra deja abierta la posibilidad de que pueda reanudarse la búsqueda de Sonia Iglesias si aparecieran en un momento dado nuevos indicios para explorar otras vías de investigación.
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