Una tarde de literatura y misterio en el Retiro

A las seis de la tarde de ayer y tras un chaparrón de los que estos días limpian Madrid, Rosa Montero revivió a Benito Pérez Galdós. Ocurrió en el parque del Retiro, mientras Sherlock Holmes esperaba a que sus lectores resolviesen con él el misterio de una desaparición. Al mismo tiempo, las palabras de Emilia Pardo Bazán resonaban entre los árboles del parque. La Gran yincana literaria que EL PAÍS celebró, en el marco de la Feria del Libro, reunió a escritores de carne y hueso con autores consagrados y a los lectores con grandes historias. La actividad, que congregó a unas 500 personas, llevó a los participantes de un lugar a otro del Retiro resolviendo misterios cuyas respuestas se encontraban en la literatura.

Las colas para recoger el pasaporte con las instrucciones de la yincana se producían ya antes de la apertura de la feria, a las cinco de la tarde. La actividad arrancó con los participantes bajo el paraguas en el punto de partida: el Palacio de Cristal. Allí, Tamara Mateos y Manuel Mateos resolvían el primer acertijo mientras otros asistentes posaban en el photocall del siglo XIX preparado para la ocasión. Después de varias ediciones acudiendo a la feria, ambos coincidían en que la yincana “es una forma diferente de participar” en el gran evento literario de Madrid. “La actividad incita a venir y recorrer El Retiro”, apoyaba Manuel Mateos.

Resuelto el enigma de la primera prueba, en la siguiente parada les esperaba Rosa Montero recitando, bajo la atenta mirada de la estatua de Galdós, un texto de este autor. Rodeada por los participantes, la escritora continuó con un escrito de Juan Ramón Jiménez que un oyente ovacionó con un “¡Viva Juan Ramón!”, a lo que todos aplaudieron. También lo hizo el escritor y cantante Marwan, que esperaba su turno para declamar textos de Pío Baroja y Pardo Bazán. A él le siguieron recitando Carme Chaparro, Nacho Carretero, Laura Freixas, Manuel Jabois, Raúl Fernández de Pablo y Lara Siscar. A través de los textos leídos se recordó a diferentes parques del mundo, un homenaje a estos espacios que ha querido realizar EL PAÍS y MS Aventuras Literarias, organizadores del evento, así como Loqueleo y Santillana, patrocinadores del mismo.

El camino entre prueba y prueba permitía disfrutar de un Retiro abarrotado de escritores y lectores. Zigzagueando entre ellos, Óscar M. Prieto y Helena Castro disfrutaban de la yincana junto a su bebé, León, de dos meses y medio. “Este debe ser el participante más joven”, señalaba Castro. Entusiasmados con la actividad - “una gozada”, aseguraban- pedían pistas sobre la siguiente parada. Allí un grupo de cinco jóvenes ya había resuelto el acertijo y discutía sobre el siguiente destino. Cristina Del Castillo tomaba la palabra para explicar que estaba siendo “muy divertido” porque la actividad “es original” y agradecía que no fuese competitiva. “Aunque él no está de acuerdo con esto último”, dijo señalando a uno de sus compañeros. Él, entre risas, contestaba: “Unas carreras le darían más emoción”.

La dificultad de la siguiente prueba sorprendió a todos. Debían averiguar una frase cifrada con una clave alfanumérica. Se escuchaban susurros, cábalas de posibles respuestas, rezos del alfabeto hacia atrás y hacia adelante, tacos de frustración. Hay quien hasta intentó copiar la solución. Cuando la respuesta era alcanzada se veían caras con ojos como platos, sonrisas y manos que se agitan rápido, carreras y risitas, gente a la carrera.

La Gran yincana literaria permitió ver al colectivo de artistas Urban Scketchers trabajando en directo y a la Casa de Fieras convertida en un zoo, pero sobre todo a cientos de lectores disfrutando de la literatura y del Retiro. Al finalizar las pruebas, todos los asistentes recibieron su premio: un mapa del siglo XIX del Retiro junto a dos textos sobre el parque, uno de Gustavo Adolfo Bécquer y otro de Rosa Montero.