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Pop / Superorganism
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un empaquetado estupendo

La gran revelación del año es una banda peculiar y divertida, pero no deslumbrante

La cantante de Superorganism durante el concierto en Madrid.
La cantante de Superorganism durante el concierto en Madrid.

La escena, cómo negarlo, resulta pintoresca. Siete chavales con las caras embadurnadas de purpurina y llamativos chubasqueros de colorines se adentran en el escenario de la sala Mon Live mientras hacen tintinear sus campanas. Tres de ellos -dos chicas y un chico que esconden sus cabezas bajo las capuchas- ejercen de coristas y bailarines desaforados, aunque también agitan panderetas adornadas con tiras multicolores, como si se las hubieran incautado en una fiesta infantil de cumpleaños. Quizá el de quien resulta ser la jefa de operaciones, una chiquilla de rasgos orientales y la mirada oculta tras unas gafitas para ver pelis en 3D. Responde al nombre de Orono Noguchi, es tokiota y tiene 19 años, aunque con seguridad habrá de llevar el DNI a mano: ni un solo portero de discoteca le atribuirá más de 13.

A todos nos encanta descubrir nuevos nombres, y el de Superorganism parece encontrar acomodo en las oraciones de los melómanos indies de medio planeta. Y es cierto que cuesta resistirse al encanto de esta banda multicolor, multirracial, multinacional y demás términos compuestos que sumemos a la retahíla. Por eso su estreno absoluto español de anoche se erigió en motivo de curiosidad perpleja. En tiempos de globalización e ideas restringidas, el empaquetado (los modernos dirán packaging) cuenta mucho. Y el de estos locuelos extravagantes es ciertamente estupendo.

Recapitulando. El divertido monstruo surge de un foro de Internet en las antípodas. Los chavales, neozelandeses y australianos, llaman la atención de una japonesa menor de edad que vive en Nueva Inglaterra y les escribe y canta la letra de Something for your M.I.N.D., un tema que acaba volándole la cabeza al rapero Frank Ocean y cayendo en el radar de Domino, la discográfica de Arctic Monkeys y Franz Ferdinand. Bingo.

Todo suena a cuento de hadas para la era digital, y más si le agregamos una última vuelta de tuerca del mundo real: las criaturas han decidido convivir en un pisito del Este londinense, a modo de comuna neosecular. De momento friegan por turnos y reina la concordia, pero el roce tampoco parece traducirse en ninguna revolución sonora o estilística pasmosa. Tenemos electropop festivo y eminentemente lúdico (Everybody wants to be famous), muy en la línea de The Go! Team, con abundantes coros y palmas, y que parecía pedir a gritos ubicación en, supongamos, un videojuego. Justo lo que ha sucedido. Gracias, FIFA.

El repertorio aún escasea y las nueve canciones de la velada se ventilan en tres cuartos de hora. Una dosis ideal, por evitar redundancias. Otra cosa será cuando deje de sorprendernos el envoltorio. Entonces convendrá afinar el tiro y devanarse más la sesera en cuestiones no solo relacionadas con el estilismo. Veremos.

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