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Arte gótico del siglo XXI

El MNAC encarga una novela gráfica a partir de su colección de pintura medieval

José Ángel Montañés
'Martirio de Santa Eulàlia', de Bernat Martorell (siglo XV), versión cómic.
'Martirio de Santa Eulàlia', de Bernat Martorell (siglo XV), versión cómic.

Una de las salas más terroríficas del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) es la que ocupan las grandes obras del arte gótico. Enormes pinturas repletas de imágenes de santos, vírgenes y mártires que sufren de lo lindo al ser crucificados, empalados, despellejados, mutilados y martirizados en general; unos castigos corporales que parecen inherentes para poder disfrutar de la consideración de santo. Firmadas por autores como Jaume Huguet, Jaume Serra, Bernat Martorell, Lluís Borrassà o Bartolomé Bermejo (entre otros muchos autores anónimos) estas obras ponen fin a cerca de 250 pinturas realizadas entre los siglos XIII y XV. Una de las últimas tablas en incorporarse ha sido San Baudelio decapitado—otra de las muchas perrerías que hay que sufrir para ser santificado— pintado por Lluís Dalmau a mediados del siglo XV, que se exhibe desde 2017 en esta última sala de gótico en la que no falta la representación de monstruos y deformes que parecen más personajes de cómic que reales. Es lo que tuvo que pensar el director del museo Pepe Serra, gran aficionado y lector de cómic. Por eso, hace unos meses encargó a otros dos expertos en el noveno arte como son el dibujante Sagar y el escritor y crítico cultural Jorge Carrión la realización de una novela gráfica inspirada en estas obras.

El resultado es Gótico, publicado recientemente por Norma Editorial; una visión personal de los autores y del director del centro que cree que “el cómic no es un arte menor y permite dar respuesta a la pregunta de qué es el arte del 1400 hoy en día”, además de proporcionar una nueva visión de una de las colecciones de arte medieval más importante.

Portada del cómic 'Cótico'.
Portada del cómic 'Cótico'.

“El arte gótico tiene un mecanismo narrativo fundamental, que es el retablo, que divide el espacio pictórico en tablas, lo más parecido a las viñetas. Además, los personajes se parecen mucho a los que aparecen en el manga, el anime o la Guerra de la Galaxias”, explica Carrión, autor de ensayos narrativos como Barcelona. Libro de los pasajes (Galaxia Gutemberg) y crítico literario, que se estrenó en esto del cómic con Barcelona. Los vagabundos de la chatarra, que publicó también son Sarga en 2016. Para el autor del texto, “el retablo gótico podría ser la primera manifestación artística de Occidente, en la que se narra una historia en viñetas... se adelanta al mundo digital pues Instagram o Facebook se basan también en la viñeta”.

Por su parte, el dibujante aragonés Sagar ha modernizado con sus dibujos “lo que se pintó hace cinco o seis siglos”. Lo que han creado los dos es lo que se denomina “cómic expandido” o “híbrido”, que recoge lenguajes diferentes, una especie de “ensayo creativo”, según Carrión en el que no faltan las acuarelas los dibujos a tinta, además de páginas que parecen extraídas de una conversación de Facebook de Carrión con alguno de sus amigos en el que explica sus reflexiones sobre el cómic, los retablos y las redes sociales o una representación de una viñeta de 13, Rue de Percebe en el que los personajes reflejan los pecados capitales o una santa cena en la que uno de los apóstoles hace un selfie al grupo.

Didáctica con sangre

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Los textos que acompañan a las viñetas, en las que aparece el románico Cristo en Majestad de Taüll —una imagen que justifica la elección del gótico en el que las figuras interactúan, no están encerradas en sus mandorlas, “celdas”, según los autores—, la conquista de Jaume I de Mallorca, de 1229, o múltiples vírgenes con sus Niño Jesús que piden teta o reclaman saber quién es su padre, ayudan a entender quiénes son y qué representan estos personajes. También explican la historia viajera de estas obras que después de permanecer siglos en los altares para los que fueron pintadas, salieron al mercado del arte cuando, bien fueron vendidas por los curas y sacerdotes o fueron motivo de robo. Es el momento en el que la narración se interrumpe y la historia que contaba el retablo queda congelada en una sola imagen. Por eso, según los autores “los museos son máquinas de expropiar… ya que todo lo vemos estaba en ermitas, catedrales, casa o en palacios, lejos de aquí”, en una de las críticas que hacen a los museos, en concreto al MNAC.

Eminentemente didáctico, el texto y los dibujos ayudan a entender muchas de las imágenes góticas, crípticas la mayoría de las veces, porque el espectador del siglo XXI no comprende lo que ve, no sabe quién es el que sufre el martirio ni que representan esos personajes tan enigmáticos y macabros. Sobre todo las escenas terroríficas en las que se explica la sufrida vida de los santos (que por eso son santos); tormentos que esperaban a todos los humanos, potenciales pecadores. La didáctica con sangre entra, versión Edad Media.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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