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El lado oscuro del arte

El CCCB expone 350 obras creadas a partir de lo irracional, lo esotérico, la superstición y la magia

José Ángel Montañés
La máquina del éxtasis místico, 'Dreamachine', creada en 1962 por Brion Gysin.
La máquina del éxtasis místico, 'Dreamachine', creada en 1962 por Brion Gysin.Albert Garcia

En la Alemania de los años treinta el régimen nazi acuñó el término “arte degenerado” para calificar las producciones modernas que no ensalzaban el arte heroico del régimen de Hitler. Los artistas degenerados no podían producir, exhibir, ni vender sus obras. De forma no tan evidente, el periodo de hegemonía del pensamiento racionalista y científico que ha imperado desde el Siglo de las Luces ha dado, fomentado e interpretado, obras de arte racionales y científicas y ha relegado a aquellas que surgen y reflejan el lado oscuro de la mente y las creencias esotéricas, la superstición o el mal. Pero este tipo de obras producidas a partir del subconsciente, el esoterismo, el ocultismo, la magia o la conciencia alterada por drogas y alucinógenos tienen un gran poder de atracción. Un buen puñado de estas obras puede verse en la exposición La luz negra. Tradiciones secretas en el arte desde los años cincuenta, comisariada por el gestor cultural Enrique Juncosa, que abre sus puertas hasta el 21 de octubre en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).

En esta muestra puedes encontrar lo que difícilmente puede verse en otras: desde Dreamachine que Brion Gysin creó en 1962, una máquina digna de Santa Teresa que lleva con sus luces parpadeantes al espectador, si la contempla con los ojos cerrados, al éxtasis místico, hasta los collages creados por Fred Tomaselli con fotografías, hojas de plantas psicotrópicas como la marihuana, sacarina y pastillas alucinógenas, creando imágenes visionarias e hipnóticas, tan decorativas como perturbadoras.

'Sin título [Datura Leaves]', de Fred Toamselli, creada con hojas, pastillas y resina.
'Sin título [Datura Leaves]', de Fred Toamselli, creada con hojas, pastillas y resina.Albert Garcia

Estos artistas son solo dos de una larga lista de creadores responsables de las cerca de 350 obras expuestas. Marginales como el precursor de la psicodelia y la contracultura Harry Smith; el cineasta Kenneth Anger influido por el ocultismo de Aliester Crowley; el pintor visionario Forrest Bess; el músico Sun Ra, nacido, según él, en Saturno, y creador de la sociedad secreta Thmei y la precursora del minimalismo Agnes Martin. Pero también primeras espadas como Joseph Beauys, que se inspira en el creador de la antroposofía Rudolf Steiner para explicar sus ideas; William S. Burroughs, interesado en el ocultismo y el misticismo como Gysin que desarrollan la técnica del cut-up para escribir texto con collages que consideraban mágicos. Entre los poetas, el comisario destaca a Henri Michaux, pionero en el uso de las drogas, tipo mescalina, para la realización de sus dibujos en los que reflejó sueños, fantasías y alucinaciones.

La escultura hiperrealista de Goshka Macuga que reproduce a la ocultista y teósofa Madame Blavatsky.
La escultura hiperrealista de Goshka Macuga que reproduce a la ocultista y teósofa Madame Blavatsky.Albert Garcia

Levitando

Llama la atención, y mucho, la escultura hiperrealista creada en 2006 por Goshka Macuga que reproduce a la ocultista y teósofa Madame Blavatsky que aparece levitando, con su aspecto de anciana de pueblo, sobre dos sillas. La rotundidad de la obra de la polaca contrasta, por lo contrario, con el trabajo de Gino de Dominicis, uno de los artistas que en la década de los ochenta y los noventa entendieron la práctica artística como algo que puede facilitar un nivel cognitivo superior. Está representado por una de las “esculturas invisibles” que hizo en 1979 en la que el cuerpo se ha volatilizado y la figura de una mujer tumbada se intuye por su sombrero y sus zapatillas.

“Estas obras solo se entienden plenamente si tenemos en cuenta su pertenencia a corrientes de pensamiento situadas al margen del racionalismo científico, desde los misticismos más o menos ortodoxos hasta la psicodelia, sociedades secretas, sociedades herméticas y mundo esotérico”, comentó Vicenç Villatoro, director del CCCB, que descartó que la muestra sea una “enciclopedia ilustrada del pensamiento hermético y secreto”, aunque reivindicó “su capacidad de aflorar la parte espiritual y mística que había quedado en los márgenes”.

Tres catalanes: Tàpies, Ponç y Zush

De los 48 artistas presentes en la muestra, tres son catalanes: Antoni Tàpies y Joan Ponç aparecen en el área del expresionismo abstracto y el informalismo. Interesados, desde jóvenes, en el psicoanálisis y el surrealismo, en sus obras son evidentes los mundos oníricos y visionarios que derivaron, en el caso de Tàpies, en un interés por el arte matérico, la filosofía, la religión oriental y la mística, tal y como él reconoció. Su obra está repleta de jeroglíficos y símbolos, como en Matèria-catàleg, de 1991, que puede verse en la muestra.

El tercero es Alberto Porta, Zush, creador de un mundo alternativo, físico, artístico y místico, con su alfabeto, himno, pasaporte y moneda incluidos. Sus dos primeras exposiciones, a finales de los sesenta, se llamaron Alucinaciones. En obras como Love o Kerance utilizó pigmentos fluorescentes relacionados con la psicodelia.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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