Una comedia con ínfulas

Antes de presenciar el montaje de El sistema solar, la obra teatral de Mariana de Althaus que Carol López dirige en su estreno en el Lliure de Gràcia, se aconseja olvidar, si se ha visto, la insustancial adaptación cinematográfica estrenada el año pasado, dirigida por Bacha Caravedo y Chinón Higashionna, con Javier Valdés, Gisela Ponce de León y Adriana Ugarte en el reparto. Tampoco esperen milagros del texto de la dramaturga peruana, una comedia agridulce, con ínfulas de intensa tragicomedia, que adereza con frases y situaciones delirantes un doloroso, aunque no siempre creíble, retrato de una familia rota en una cena de Navidad.

Todo parece mil veces visto en esta comedia. Es lo que tiene construir un relato a partir de una situación tan manida como una cena familiar navideña en la que salen los trapos sucios. Tampoco es muy novedoso el arranque de la función con un poco hábil ejercicio de teatro dentro del teatro: antes de encarnar a Edurne, la desquiciada protagonista de la obra, Aina Clotet explica al público que va a escoger a varios espectadores para que interpreten los personajes que necesita la obra.

El efecto sorpresa dura poco. Desde que entras en la sala descubres en una de las cuatro gradas que rodean el espacio escénico al actor Guillermo Toledo sentado entre el público; no es difícil hacerlo, pues luce una americana amarilla (¿será casual la elección del color?) que llama a gritos la atención de los presentes y revela al instante que los actores ocupan asientos reservados.

Toledo interpreta al ministro Leonardo del Solar, padre de Edurne y Pável, a los que dan vida Aina y Marc Clotet, hermanos en la vida real. Nausicaa Bonnín interpreta a Paula, pareja de Leonardo y anterior novia de Pavel, y, completando la saga familiar, el niño Jaume Solà en el papel de Puli, el hijo pequeño de Marc, que dibuja y nos explica la composición del sistema solar que, en un doble juego con el apellido familiar, da título a la obra.

Todos se reencuentran en el salón de la casa de Edurne, único y muy kitsch escenario de una cena navideña tan cargada de tópicos —sale pronto el tema de la herencia y hasta se quema el pavo en el horno— como de relaciones y situaciones imposibles de digerir sin bicarbonato por pura acumulación de excesos, tanto en el retrato de la enfermedad y discapacidad de algunos personajes como en el cruce sentimental de reproches.

Se agradece la contención de Toledo, que podía dominar por completo la escena por su buen oficio y vis cómica; peor lo tiene Aina Clotet; su personaje es un tobogán emocional, con picos de euforia y excentricidad que sortea con voluntariosa entrega. Discretos Marc Clotet y Nausicaa Bonnín, y con desparpajo Jaume Solà como Puli (se alterna en el papel con Joel Bramona). La elección como tema recurrente del relato y el desenlace de Something Stupid, cursi estándar de Frank y Nancy Sinatra, es todo un aviso a navegantes.