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Electrónica / NIGHTMARES ON WAX
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un salón en el escenario

El veterano productor de Leeds George Evelyn demuestra en una Caracol abarrotada que las máquinas también tienen 'soul'

George Evelyn, líder de Nightmare on Waxs, retratado en Madrid.
George Evelyn, líder de Nightmare on Waxs, retratado en Madrid.ÁLVARO GARCÍA

Se descorren las cortinas de la Sala Caracol y lo primero que vemos es la imponente figura de George Evelyn animando a la concurrencia a que se acerque a la tarima y aventando una inmensa barra de incienso por todo el escenario. No es una cuestión solo olfativa, claro, sino más bien conceptual. El hombre que marca el camino de Nightmares on Wax desde hace tres décadas quiere que nos sintamos cómodos y cercanos en un concierto que tiene tanto de experiencia sónica como de ceremonia. Y que carece de todo ingrediente pesadillesco (pese al nombre de la banda), porque se entrega a una visión luminosa y bienintencionada, incluso idealista, de este mundo loco. Justo la que transmite el recientísimo Shape the future, espina dorsal este sábado de toda la actuación.

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El productor y hechicero sonoro de Leeds le profesa tanta fe al material de estreno que los cinco primeros temas de la noche son, con mínimas variaciones de orden, los mismos que abren el álbum. Incluso aunque el extenso e inaugural Back to nature implique un viaje instrumental contemplativo que no se disfruta del todo bien en compañía de dos músicos sentados (George a los teclados y el batería Grant Kershaw) y una ingente proporción de música grabada. Pero esa placidez del downtempo se agudiza en la hipnótica Tell my vision con las voces bellas y enigmáticas de Leigh Stephen Kenny (LSK) y Sadie Walker, que cantarán toda la noche repantingados en sendos sofás. Como si el escenario fuera un salón.

Tomorrow se adentró en el dub jamaicano con enorme calidez, On it maestro es un paisaje planeante ideal para un local chill out en el barrio más cuqui de la ciudad y, ya en los clásicos, Flip ya lid, brota feliz y bailable, orillada al reggae y con alusión a What I am, aquella vieja maravilla de Edie Brickell. De vuelta al último LP, Citizen Kane demostró que las máquinas también pueden ser sensuales, sobre todo si las acompaña el prodigioso patrón de un batería que parecía disponer de más brazos que los comúnmente atribuidos a la especie humana.

Con la sala abarrotadísima, la fiesta acabó siendo imparable; más si en un bis como Da feeling el amigo Evelyn calca el ritmo de bajo de Queen y David Bowie para Under pressure. Qué pillo: a estas alturas del baile, nuestro oficiante se las sabe todas.

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